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El gato con gotas: aprendiendo de los veterinarios en la lucha contra el covid-19

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La crisis de covid-19 está demostrando que todo esfuerzo por encontrar tratamientos y vacunas es poco. Una de las líneas que se baraja es probar medicamentos que han demostrado eficacia contra otros virus. Por eso es interesante saber que los gatos padecen enfermedades producidas por coronavirus, algunas de ellas letales, como la peritonitis infecciosa felina (PIF, o FIP en inglés). ¿Y si los medicamentos que la combaten también sirvieran para curar la enfermedad producida por coronavirus en humanos?

Al ser letal en las mascotas, los investigadores llevan muchos años ideando medios de prevención y cura de esta enfermedad. Por ejemplo, existe una vacuna nasal (del tipo de la que describíamos en un artículo anterior) que ha sido validada por un amplio estudio de campo. Aunque entre los veterinarios todavía existe controversia sobre su eficacia.

La PIF no es nada frecuente (afecta a 1 de cada 5.000 gatos). Sin embargo su gravedad y letalidad han fomentado que se investiguen tratamientos antivirales. Entre ellos el que nos ocupa en este artículo.

¿Cómo se diseña un antiviral para un coronavirus?

Un coronavirus se multiplica dentro de las células utilizando la maquinaria de estas, y, por lo tanto, actuando como un “parásito”. En concreto, el virus que produce la PIF es también un coronavirus (llamado FCoV) y utiliza en la invasión una proteína que lleva codificada en su ARN.

Esta proteína se produce inicialmente en una forma larga no funcional, lo que se conoce como “polipéptido”. Así que, para empezar a trabajar, primero debe ser cortada por medio de una especie de tijeras, una proteasa llamada Mpro. Uno de los pedazos resultantes del corte será la proteína del virus que permite que este se multiplique. Pues bien, esta proteasa es una “diana” ideal para diseñar un medicamento antiviral. Al fin y al cabo, si la proteasa no funciona, el virus no se puede multiplicar, no puede producir la infección, y el paciente se cura.

Esquema del ciclo replicativo del SARS-CoV-2 (análogo al de FCoV) y papel de Mpro publicado por Zhu et al. Traducido y adaptado por Mercedes Jiménez.

¿Cómo funciona el medicamento felino?

Existe un medicamento, del tipo de los “inhibidores de proteasas”, llamado GC376, que funciona en los gatos y cura la PIF en un 50% de los casos. Teniendo en cuenta la alta letalidad de la enfermedad, estos resultados no son nada desdeñables.

Los fármacos como el GC376 actúan uniéndose a la diana terapéutica, en este caso la proteína Mpro del SARS-CoV-2, inhibiendo su funcionamiento. El símil que se puede utilizar para explicar de forma sencilla la unión proteína diana-fármaco, es el candado y su llave. Sólo hay una llave que abre un determinado candado. Pues algo parecido pasa con las proteínas: sólo algunos fármacos son capaces de inhibir su actividad, al unirse a un sitio clave para la función de la proteína y “cerrar” el candado.

En el caso de Mpro, ese sitio es la parte que corta a la proteína larga no funcional que comentábamos en el apartado anterior. Así, GC376 interacciona con un aminoácido clave del sitio activo de Mpro, impidiéndole cortar.

Esquema de funcionamiento de la proteasa Mpro y mecanismo del inhibidor GC376. Traducido y adaptado de Vuong et al. por Nuria Campillo y Mercedes Jiménez.

Reposicionamiento de fármacos

Desarrollar un fármaco es un proceso largo y costoso. El coste medio está estimado en unos 1.300 millones de dólares y el tiempo de trabajo entre 12 y 15 años, con un porcentaje de éxito muy bajo. Las empresas farmacéuticas buscan otras estrategias para reducir estas cifras y poder aumentar el porcentaje de éxito.

Una de estas estrategias es el reposicionamiento de fármacos. ¿Pero en qué consiste? Ni más ni menos que en identificar nuevos usos de medicamentos conocidos que ya se están utilizando o se han utilizado, y por tanto se sabe que son seguros. Así se consigue reducir tanto el tiempo como la inversión económica, ya que una vez identificado el fármaco se pasa directamente a estudiar en fases clínicas.

Por eso, ante la crisis sanitaria de covid-19, y sabiendo que el desarrollo de vacunas lleva bastante tiempo, a un grupo canadiense se le ocurrió la idea de probar el medicamento GC376 con el SARS-CoV-2.

¿Se podría utilizar para tratar covid-19?

Igual estamos de suerte. En el estudio de este grupo, publicado recientemente en Nature Communications, los investigadores muestran que el medicamento inhibe también la replicación de SARS-CoV-2 en una línea celular de mono. Este resultado es una muy buena noticia ya que, como sabemos que el medicamento funciona en animales, lo siguiente sería pasar a ensayos clínicos en personas.

Las recientes noticias sobre los ensayos clínicos de vacunas contra covid-19 nos han puesto en nuestro sitio. Quizá tardemos más de lo que pensábamos en obtener una vacuna con eficacia probada. Estudios como el que hemos descrito plantean una nueva y esperanzadora línea de trabajo: desarrollar mezclas de antivirales para tratar COVID-19 en pacientes en los que se piense que la enfermedad puede ser letal. ¡Algo nos tenían que enseñar los veterinarios en todo esto!


Las autoras participan en el proyecto BIFISO, PIE CSIC-COV19-027, financiado por el CSIC, para la lucha contra la COVID-19 en el marco de la PTI Salud Global.The Conversation


Matilde Cañelles López, Investigadora Científica. Ciencia, Tecnología y Sociedad; María Mercedes Jiménez Sarmiento, Científica del CSIC. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB – CSIC) y Nuria Eugenia Campillo, Científico Titular. Medicinal Chemistry, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB – CSIC)

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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