La popularidad del relato del diluvio universal es inmensa. A lo largo de los siglos ha estado presente en la pintura, la escultura, el cine, la literatura, la música… incluso Playmobil lanzó hace años una versión en juguete del Arca de Noé, con entrañables animalitos. Sin embargo, lejos de esta imagen infantil y edulcorada, los capítulos 6 al 9 del libro del Génesis señalan cómo el diluvio fue enviado por Dios para purificar la Tierra y eliminar de su faz todo rastro de maldad.
En síntesis, el texto cuenta cómo Dios ve la depravación de los hombres e instruyó a Noé, hombre justo, para construir un arca y salvar a su familia y a una pareja de cada especie animal. Y cuando arreció la tormenta, «fueron exterminados todos los seres de la superficie del suelo, desde los hombres hasta los ganados, los reptiles y las aves del cielo; todos fueron exterminados de la tierra».
¿Qué culturas tienen dentro de su historia un diluvio?
Uno de los aspectos más llamativos del relato bíblico es que guarda enormes paralelismos con otros textos antiguos. Muy especialmente con el Poema de Gilgamesh, un relato épico de la cultura mesopotámica escrito unos mil años antes de que se pusiera por escrito el Génesis, que incluye una versión del diluvio contada por el personaje Utnapishtim.
Similar a Noé, Utnapishtim recibe instrucciones de los dioses acadios para construir un barco con la madera de su casa, y así salvar a su familia y a un grupo de animales del diluvio antes de que se desatase una gran inundación, que devasta la tierra.
No es el único caso. También otras culturas, incluso sin conexión posible con los autores de la Biblia, como el relato mapuche de Trentren Vilu y Caicai Vilu, surgido en la América precolombina, o el de la inundación de Gun-Yu en la China ancestral, hablan de grandes inundaciones que arrasaron la vida terrestre.
Cabe entonces preguntarse: ¿es el texto de la Biblia una copia de otros textos arcanos, o recoge realmente un suceso acaecido en los días de la antigüedad?
¿Qué dice la Iglesia Católica sobre el diluvio?
El Catecismo de la Iglesia apunta que el sentido del diluvio y el Arca de Noé es profundo y de carácter teológico. Sin embargo, más allá de su aplicación a la fe, los testimonios culturales de una gran inundación ocurrida hace milenios son numerosísimos.
Tal vez fueron tsunamis que anegaron la tierra hace unos 10.000 años por el impacto de un meteorito contra los hielos de Canadá, que provocaron un masivo desplazamiento de las aguas, tal como han especulado científicos de la Nasa. Tal vez fue la transmisión oral, pasada de generación en generación, de recuerdos del deshielo de las glaciaciones, como indican otras especulaciones exegéticas.
O tal vez son diferentes relatos de una inundación masiva del Mar Negro causada por una crecida del Mediterráneo, quizás a causa de un movimiento sísmico, como afirmaron los geofísicos marinos Ryan y Pitman en 1998, en su libro El diluvio de Noé. Un estudio, por cierto, que hace también referencia a un oasis rodeado de desierto en el valle del Éufrates, que identifican con el Edén.
Fuese como fuese, esa tradición oral mantuvo el recuerdo de una gran inundación… que además está registrada en las capas geológicas. El hallazgo de sedimentos y fósiles de moluscos marinos y de agua dulce, junto al de animales terrestres, es una de las pruebas aportadas por científicos como Ryan y Pitman.
El Génesis no es un plagio de Gigalmesh
Aclarada la base histórica del diluvio, el siguiente paso es saber por qué el texto de la Biblia no es un mero plagio de la Epopeya de Gigalmesh, como dicen quienes quieren restar validez a la Sagrada Escritura.
Es cierto que ambos relatos incluyen un aviso divino, la construcción de un barco, la salvación de la familia del profeta, el rescate de los animales y la destrucción masiva causada por el agua. Similitudes que, más que un plagio, sugieren una fuente común de tradición oral o una experiencia cultural compartida. Las diferencias, sin embargo, son tanto o más significativas.
En el relato bíblico, Dios se comunica directamente con Noé para que llame a los hombres a la conversión, mientras que en el Poema de Gilgamesh, Utnapishtim es advertido por los dioses en el último momento. La motivación del diluvio del Génesis se centra en la justicia de Dios para restaurar la paz, mientras que en el texto acadio es fruto del capricho de los dioses, hastiados del ruido de los hombres, a quienes habían creado casi como esclavos para labrar la tierra en su lugar. Además, mientras que Urnapishtim recibe un premio personal, el don de la inmortalidad, Noé es testigo de una Alianza de Dios con todos los hombres, preludio de la que ocurrió después con Abraham y, finalmente, con Cristo.
Así, en el Génesis, el diluvio sirve como una lección sobre la justicia y la misericordia de Dios, mientras que el Poema de Gilgamesh sólo refleja la fragilidad humana ante las fuerzas divinas. Algo que puede explicar por qué un texto sigue vivo en la historia, mientras que otro sólo puede descubrirse en los libros antiguos.
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