Las redes sociales y los dispositivos electrónicos imponen nuevos códigos de relacionamiento, sobre todo en términos amorosos, que distan mucho de lo que conocíamos hace años. Son pautas de comportamiento ligadas a la inmediatez de la información, de las respuestas y la presencialidad inexistente que, a veces, son difíciles de comprender y gestionar.
Este es el manual definitivo para no perderse en el universo de las parejas en tiempos de la digitalización extrema.
Ghosting
Es el término que irrumpió con más fuerza y la actitud más extendida de todas. Una investigación del año 2018, realizada por Rebecca B. Koessler de la Universidad de Ontario, Canadá, concluyó que más de 70% de las personas lo ha padecido y casi dos tercios lo han generado.
El ghosting se trata de la táctica de la desaparición ejercida en el entorno digital. De ahí su nombre: ghosting se desprende de la palabra anglosajona ghost, que en español se traduce como fantasma. Sucede mayoritariamente en el contexto de las relaciones amorosas, pero puede ocurrir en cualquier otro ámbito (familiar, de amistad e, incluso, profesional).
Aquella persona que mostraba interés por otra corta de forma brusca toda comunicación, sin dar ninguna explicación sobre los motivos y beneficiándose de una impunidad total que en el mundo analógico sería imposible. Comprende desde dejar de contestar los mensajes y dejar en visto hasta bloquear de todas las redes sociales al otro.
La estrategia es un éxito en términos de cumplir su objetivo para quien la ejecuta. El problema es para el que lo padece. Varios estudios coinciden en que este comportamiento tiene consecuencias muy dolorosas, y se compara con la crueldad emocional, porque no hay cierre ni posibilidad de luto ante la pérdida, sino la incertidumbre y el cuestionamiento constante de qué habrá pasado.
La psicóloga clínica y experta en relaciones Wendy Walsh dice en The New York Times que existen diferentes niveles de desaparición. No contestar inmediatamente los mensajes o correos y esperar cierto tiempo para hacerlo es lo que ella denomina desaparición de pesos ligeros. Luego están los pesos medianos, que evitan a la otra persona, pero mantienen un contacto esporádico. Finalmente, figuran los pesos completos: “Cuando has establecido una relación sexual y la abandonas, lo que deja completamente confundida a la otra persona”.
Orbiting
La revista Men’s Health lo define como “el nuevo ghosting”, aunque le agrega un más alto grado de crueldad emocional por su trasfondo desestabilizador.
Esta práctica de reciente aparición, que se traduce como orbitar, mantiene la lógica del ghosting, es decir, unilateralmente, uno de los implicados decide desaparecerse de la vida del otro –de forma progresiva o más radical– sin dar explicaciones. Sin embargo, y ahí está la paradoja, continúa haciéndose presente en el mundo digital del otro por medio de los likes en sus publicaciones, comentarios ambiguos en sus fotografías y viendo todas sus historias en Instagram o Snapchat.
“El fenómeno te mantiene suficientemente cerca del otro para observarle, pero suficientemente lejos para nunca tener que hablar”, lo define la columnista Anna Iovine, una de las primeras personas en acuñar el orbiting y analizar su impacto. “Se trata de tener un pie dentro y el otro pie fuera. Una manera de decir: ‘Mira, todavía estoy aquí’, pero sin tener que estar dentro de una relación. Deja la puerta abierta en caso de querer retomar la relación otra vez”, explica Persia Lawson, experta en relaciones.
Este tipo de comportamiento es confuso y genera inestabilidad emocional para quien lo sufre, porque lo que parece un intento de volver a retomar la relación que se mantenía con anterioridad, en realidad no lo es. La persona que lo ejerce, finalmente, ignora todos los intentos del otro de entablar un contacto significativo y permanente.
La recomendación de los expertos es bloquear al que orbita de todas las redes sociales y no permitirle ser observador de una vida de la que no quiere formar parte.
Slow fade
Es una versión moderada y progresiva del ghosting. Una desaparición «más sutil». Se conoce así al acto de ir evaporándose de la vida digital del otro poco a poco, contestando cada vez menos a los mensajes o de forma más tajante, con monosílabos, haciendo evidente con esa actitud que algo ha cambiado en la relación, pero negando el hecho. Esta técnica está tan extendida que, incluso, existe una aplicación que hace el trabajo sucio por ti. Ghostbot, como se llama, responde de forma automática a los mensajes que se reciben de esa persona con la que se quiere romper el contacto con otros cada vez más impersonales y vagos. Así, hasta que la ‘víctima’ deja de escribir, bien por cansancio, bien por la frialdad recurrente en las respuestas.
Los expertos coinciden en que el slow fade genera ansiedad y frustración en los destinatarios, porque desconocen los motivos por los que la otra persona se está distanciando cada vez más y más. Generalmente, quien lo ejecuta no explica las causas que han llevado al enfriamiento de la relación, solo ocurre.
Breadcrumbing
Es la eterna espera. Se trata de mantener al otro con la expectativa constante de que algo va a pasar, por medio de mensajes y haciéndose presente en las redes sociales del otro, pero ese interés jamás se concreta en la vida real. La persona que lo practica alimenta la ilusión en el escenario virtual, pero no hay una intención de llevar ese flirteo al mundo analógico.
Benching
Básicamente, cuando alguien te mantiene en el banquillo por si todo lo demás falla. La persona en cuestión aparece cuando quiere y desaparece cuando le viene bien, pero mantiene un contacto permanente por la vía digital, que hace creer al otro que hay un interés mutuo. Esporádicamente se concretan encuentros presenciales que avivan esa esperanza, pero, en general, nunca se materializará en una relación amorosa formal. Conclusión: eres el segundo plato.