Científicos hallaron el mecanismo que permite a los peces, a través de la reconfiguración genética de las gónadas (glándulas genitales) y cambios en la memoria celular, modificar su sexo en la edad adulta.
Mucha gente cree que el sexo biológico queda establecido al nacer, pero muchos peces lo cambian de forma rutinaria durante la adultez como parte natural de su ciclo vital. Así lo determinó el estudio realizado, entre otros, por Erica Todd, del Departamento de Anatomía de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, informó este miércoles la revista Science Advances.
Entre los peces que cambian de sexo se encuentran el pez payaso, que se popularizó por la película Buscando a Nemo; el kobudai; el lábrido de cabeza azul, que es popular en los acuarios, y el bacalao azul de Nueva Zelanda.
«La mayoría de los lábrido de cabeza azul empiezan su vida como hembras pero pueden cambiar de sexo más tarde y se convierten en machos, un proceso que toma de 10 a 21 días en completarse», explicó Todd.
Cuando un grupo social pierde el macho dominante, la hembra más grande se transforma en macho fértil en 10 días. Las hembras inician este cambio a los pocos minutos: primero modifican su color y muestran comportamientos masculinos, después sus ovarios se retraen y en su lugar crecen testículos completamente funcionales.
Para la investigación, los científicos emplearon los últimos enfoques genéticos en secuenciación del ácido ribonucleico y análisis epigenéticos, y descubrieron cuándo y cómo genes específicos se activan o desactivan en el cerebro y las gónadas para que el cambio de sexo se produzca.
Los científicos indujeron el cambio de sexo en hembras lábrido de cabeza azul al quitar los machos dominantes en grupos sociales establecidos en corales frente a las costas de Florida.
«Encontramos que, primero, se apagan los genes necesarios para el mantenimiento del ovario, y luego se enciende una nueva senda genética que promueve la formación de testículos», indicó Todd.
La reacción en cadena comienza cuando se desactiva la aromatasa, una enzima responsable de crear la hormona femenina estrógeno.
Los científicos no han determinado qué es lo que inicia la desactivación de la aromatasa, pero creen que el estrés derivado del cambio social tras la pérdida del macho dominante pueda ser una señal importante de que se desactive la ruta genética que sustenta el ovario.
El coautor del análisis, Oscar Ortega-Recalde, destacó que es posible que el cambio de sexo sea viable por la memoria celular.
«En los peces y otros vertebrados, incluidos los humanos, las células usan marcadores químicos sobre el ADN que controlan la expresión de los genes y recuerdan su función específica en el cuerpo», señaló Ortega.
«Nuestro estudio es importante porque muestra que la modificación de sexo involucra cambios profundos en estos marcadores químicos; por ejemplo, en el gen de la aromatasa, con lo que reconfigura la memoria celular en las gónadas hacia un destino masculino», dijo el investigador.
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