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Conejillos de indias: las revelaciones de los voluntarios de la vacuna rusa

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Sus amigos y familiares los llamaron «conejillos de indias», y muchos les advirtieron que se exponían a horrendos problemas de salud por culpa del ingreso de Rusia a la carrera por la vacuna.

Actualmente, varios entusiastas voluntarios rusos que se ofrecieron desde un primer momento para los ensayos de la vacuna Sputnik V se convirtieron en investigadores amateurs incluso antes de que estén los datos completos de la Fase III, por más que el miércoles los funcionarios rusos hayan dicho que su vacuna tiene 95% de efectividad.

Los voluntarios se organizaron en una comunidad online, y como si fueran los nerds de un club de ciencias de escuela secundaria, están haciendo sus propias investigaciones y análisis de datos.

Son unas 1.500 personas que intercambian mensajes, responden preguntas y comparten resultados de recuento de anticuerpos y otros parámetros de salud en un grupo informal de Telegram autodenominado Voluntarios de Ensayos de Vacuna Covid.

Es uno de los rincones más extravagantes de la carrera mundial por una vacuna, entre la Sputnik V y otras fórmulas de laboratorios de Estados Unidos, China y Europa.

El grupo online se ocupa de dar la bienvenida a los ansiosos por participar en los ensayos en humanos y les envía el contacto de los lugares donde los aceptarán más rápidamente. También contienen a los participantes decepcionados que parecen haber recibido el placebo de prueba, elaboran gráficos de resultados y síntomas, y hacen circular información técnica sobre anticuerpos y células T.

Algunos son expertos, con experiencia en bioquímica o investigación de datos, pero la mayoría son personas comunes, debido que en Rusia los nuevos casos rondan los 24.000 por día.

El gobierno de Rusia no hizo declaraciones públicas sobre ese grupo de chat. Pero lo que se dice en ese foro debe resultarles familiar: al igual que los funcionarios rusos, casi todas las publicaciones en el grupo Telegram hablan de la efectividad de la Sputnik V.

«¡Carajo! ¡Este satélite vuela y envía señales!» publicó Dmitry Kulish, convencido del poder de la vacuna que lleva el nombre del primer satélite ruso de la Guerra Fría.

Kulish, bioquímico y profesor del Centro de Emprendimiento e Innovación del Instituto de Ciencia y Tecnología de Skolkovo, instituto de investigación privado de Moscú, participó en el ensayo porque era la única forma de poder vacunarse.

«En pocas palabras: recibí dos aplicaciones, hace dos días me entregaron mi nivel de anticuerpos, y es realmente muy alto, así que estoy muy feliz por eso», dijo Kulish.

Según el sitio web ruso de investigación Proyekt, los miembros de la élite rusa, incluidos magnates y funcionarios, hacían cola para aplicarse en secreto la Sputnik V, incluso antes de que se registrara, en agosto. El gobierno ruso niega que la élite haya tenido acceso temprano a información privilegiada.

Reticencia rusa

Sin embargo, muchos rusos siguen siendo escépticos sobre la vacunación en general: según encuesta de octubre del Centro Levada, 59% de los rusos no aceptarían vacunarse contra el covid-19. La encuesta no refleja las razones de ese escepticismo. Pero, como en Europa, Estados Unidos y otros lugares, el lobby antivacunas también se ha afianzado en algunos sectores de la sociedad rusa, al igual que las teorías conspirativas que sugieren que el covid-19 no existe.

«En cuanto a la eficacia de la vacuna rusa o cualquier otra vacuna, no creo que nadie pueda asegurarla. Solo el tiempo dirá», manifestó Alexander Samsonov, voluntario de 39 años de edad y miembro del grupo Telegram. Agregó que recibió un fuerte refuerzo de anticuerpos, según la prueba Liaison de la firma italiana Diasorin, realizada en un laboratorio de Moscú.

Hace unos meses, Samsonov renunció a su trabajo en relaciones públicas porque su jefe insistió en que los empleados regresaran al trabajo presencial en la oficina, donde eran pocos los que cumplían con las medidas de protección, como mascarilla y guantes.

Evitó sus salidas habituales a conciertos, paseos por el parque, exposiciones y encuentros en cafés. Se quedó en casa mes tras mes, pegado a su computadora, trabajando de manera freelance.

«Estaba estresado. Me había quedado en casa todo el tiempo», manifestó. «Sentado todo el día frente a la computadora, engordando».

Samsonov decidió sumarse a las pruebas de la vacuna tras la muerte por covid-19 de su abuela de 92 años de edad, y de que sus amigos también cursaran la enfermedad.

«Me contaron cosas terribles. Algunos tienen diabetes. Otros quedaron con problemas de coagulación o pulmonares», comentó.

Pero algunos colegas y amigos también se burlaban de sus medidas de prevención, como el uso de mascarilla y guantes. Cuando se ofreció como voluntario para los ensayos, le dijeron que lo lamentaría.

«Me dijeron que iba a tener problemas de salud, porque la vacuna no ha sido probada y porque el tema de la vacunación es político», recordó Samsonov. «Que iba a quedar estéril y que por la vacuna iba a desarrollar todo tipo de enfermedades».

Pero dijo que aunque sea experimental la vacuna le levantó el ánimo, y que lo ayudó a buscar un nuevo trabajo en relaciones públicas.

«Estoy mucho más tranquilo. Siento que ahora puedo salir del autoaislamiento», indicó Samsonov. «No me puedo quedar aislado medio año más».

Un «Kalashnikov» medicinal

La carrera global levanta temperatura y Rusia apunta a los mercados de Asia, América Latina, Medio Oriente, Asia Central y África. El presidente Vladimir Putin promueve la Sputnik V en todas sus conversaciones con líderes mundiales, abriéndose paso a codazos entre rivales que incluyen al gigante británico-sueco AstraZeneca en alianza con la Universidad de Oxford, y Moderna y Pfizer, con sede en Estados Unidos, en colaboración con BioNTech de Alemania.

Rusia sostiene que la Sputnik V tiene efectividad de 95%, similar a los resultados reportados por Pfizer y BioNTech, y Moderna.

Si la vacuna de Pfizer es aprobada, las primeras dosis podrían despacharse a mediados de diciembre.

La pposición de Rusia, en palabras del leal presentador de la televisión estatal rusa, Dmitry Kiselyov, es «ningunear» las vacunas de Occidente por ser productos caros y caprichosos que deben mantenerse a ultrabaja temperatura. La Sputnik V se liofiliza, y luego se almacena y transporta más fácilmente. Kiselyov la comparó con una de las exportaciones más famosas de la Unión Soviética.

«La Sputnik V es como un fusil Kalashnikov, simple y confiable», dijo a principios de este mes en el programa de televisión Vesti Nedeli. «Como ocurre con todo producto congelado, es probable que la de Pfizer sufra problemas logísticos.»

Vladimir Rusetsky, de 36 años de edad, y su esposa Yelena, son ambos especialistas en Tecnología de la Información y unos de los iniciadores del grupo de Telegram para compartir información. Vladimir y Yelena se quedaron sorprendidos con el rápido crecimiento del grupo.

Volaron 2 veces desde su casa en Omsk hasta Moscú, a 3.000 kilómetros de distancia, para sumarse a las pruebas y recibir las 2 aplicaciones. Lo hicieron, sobre todo, por temor a contagiar a sus padres.

«Cuando uno tiene adultos mayores en la familia, tiene miedo», dijo Rusetsky.

Los análisis de anticuerpos después de recibir la vacuna mostraron que sus niveles eran altos, indicó Vladimir.

Espera que su grupo online ayude a convencer a los escépticos, incluidos amigos y familiares, para que consideren recibir la vacuna cuando esté disponible.

«La hija de mi esposa, que vive en Estados Unidos, nos llamó conejillos de indias, pero ahora que tenemos anticuerpos, no dice más nada», destaca Rusetsky. La pareja sigue cumpliendo con el uso de mascarilla y guantes, principalmente para dar el ejemplo a los demás.

«Tengo una sensación de alivio enorme», manifestó. «Ahora sé que mi familia está segura. No los voy a contagiar, y eso me llena de tranquilidad.»

Max Popov, ciudadano canadiense que participa en esa comunidad de vacunas por Telegram y un grupo de Facebook relacionado, dijo que no tiene razones para desconfiar de la Sputnik V. Pero él y su esposa rusa, Natalia Khristyukova, no desarrollaron anticuerpos después de las inyecciones del ensayo clínico.

«Basándome en eso, tanto mi esposa como yo llegamos a la conclusión de que lamentablemente estamos en el grupo de placebo», precisó Popov.

Rusetsky está seguro de que recibió la vacuna, no el placebo, y dijo que le cambió la vida.

«Y si esas personas que no se quieren vacunar me ven y cambian de opinión, sería maravilloso», manifestó.

The Washington Post.

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