*CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Biodiversidad urbana: cuando los entornos naturales y construidos se entrelazan

por El Nacional El Nacional

Marijul Narváez
@rioverdeoficial @jul_narvaez

La palabra biodiversidad se usó para designar la variedad de vida en la tierra. La biodiversidad se utiliza en referencia a las especies (plantas y animales) en una región. La comunidad de seres vivos en un área específica se llama ecosistema. Cuando nos hablan de biodiversidad, nuestra mente rápidamente viaja hasta el Amazonas, pensamos en  reptiles como las legendarias anacondas o en grandes mamíferos como los jaguares, nos transportamos a una montaña lejana y por esa razón difícilmente relacionamos este concepto con algo cercano a nuestra forma de vida en las ciudades o a nuestro actuar cotidiano. Entonces, ante este panorama, podría parecer aún más extraño hablar de biodiversidad urbana. Las ciudades como ecosistemas es un concepto en constante discusión. Antes los ecólogos hacían caso omiso de las ciudades y ahora están tratando de entender el ecosistema en relación con la ciudad y sus interacciones. Hay que trabajar interdisciplinariamente para entender la complejidad de las ciudades respecto a los factores sociales y económicos. Alojadas entre los ecosistemas naturales suprimidos, tienen una serie de habitantes foráneos y residentes que van más allá de los humanos.

Los ecosistemas urbanos varían de una ciudad a otra. Los espacios verdes en las ciudades pueden albergar especies preexistentes y nuevas, y dar cobijo a las especies migratorias, hoy son objeto de estudio para ecólogos, arquitectos, sociólogos y otras disciplinas, durante el largo periodo de cuarentena debido a la pandemia mundial, veíamos en los noticiero reportes constantes de fauna en calles y avenidas, incluso el mundo observaba con asombro cardúmenes de peces transitar por los canales de Venecia, pero la verdad es que compartimos la ciudad con muchas más especies de las que nuestros sentidos logran captar.

https://www.youtube.com/watch?v=qoPcqcyNfzQ&list=PLDCjGEpllbnVoiptaqTI5No1dzsPr41LR&index=11

Se sorprendería un caraqueño al escuchar que los verdes campos de golf de la capital son cobijo de familias de zorros o que las zonas verdes de Caricuao, El Cementerio, Cumbres de Curumo, 23 de Enero, Bello Monte o las laderas del Guaire son aún transitadas o habitadas por especies que van desde serpientes, ranas, sapos, rabipelados, venados, cachicamos, perezas y hasta pequeños felinos como onzas, la verdad es que no debería ser una sorpresa pues esta es una ciudad con grandes espacios verdes, unos mejor gestionados que otros, unos conectados y otros aislados, pero todos parte de una metrópolis en pausa por la pandemia, pero que en condiciones regulares logra tal vez con su prisa y ruidos de construcción ocultar a parte de sus habitantes.

No siempre Caracas fue la ciudad que hoy conocemos, siglos atrás este valle estaba pleno de naturaleza, fauna, riachuelos y quebradas que bajaban de las montañas que integran este valle. Luego llegaron más humanos, aparecieron las carretas con caballos, un poco después surgieron los primeros motores por sus calles, llegó el tren, el tranvía y con ellos el «desarrollo industrial», hasta encontrarnos con este urbanismo desordenado y caótico que estamos padeciendo hace años, a pesar de ello esta metrópolis podría ser una capital para el avistamiento de aves, pues por sus cielos transitan más del 20% de las especies del país. Recientemente en nuestras oficinas descubrimos una pareja de una pareja de Loros Reales o Amazona ochrocephal, anidar entre una de nuestras paredes y el aire acondicionado, el evento sigue latente y sorprendió a nuestro equipo y seguidores que bautizaron a el ave katucha, con grandes colonias de murciélagos que contribuyen de forma fiel y anónima a polinizar, dispersar y mantener los bosques urbanos, podríamos tener largas extensiones de corredores verdes urbanos que contribuyan a paliar el día a día. Esta es una ciudad donde aún los cantos de las guacharacas despiertan a sus habitantes y las guacamayas marcan el fin del día, donde si miras atentamente por la ventana de tu carro en una cola podrías sorprenderte con los colores de las copas de los árboles que matizan el gris en su época de floración.

La verdad es que las ciudades podrían ser lugares más adecuados no solo para los humanos. Mientras todos se preocupan por el mañana y se preguntan sobre una nueva normalidad, la biodiversidad aparece como un bálsamo relajante para reconectarse con el orden natural de la vida, crear espacios verdes locales. Con a veces un abrazo idealizado, muchos de nosotros nos quedamos con la idea de un nuevo contrato social, que involucre a la ciudad y su relación con la naturaleza. El proyecto de conservación de la fauna y flora urbana de la UCV Biourbanaucv, está dirigido por investigadores de las facultades de Arquitectura y Urbanismo y Ciencias de la UCV, busca visibilizar a estos habitantes, contribuir a su conservación y sugerir políticas urbanas que permitan hacer de esta una Caracas menos antrópica, en condiciones regulares tiene abierta una ruta de caminata llamada Ruta Verde UCV donde los asistentes pueden aprender a observar y percibir con todos sus sentidos la fauna y flora que habita este patrimonio, demostrando así que esta ciudad es un laboratorio digno de explorar y experimentar.

¿Qué se necesitaría para que esto suceda? Para tener más espacio verde en las ciudades y hacer de este un lugar donde todos se sientan capacitados para usarlo, disfrutarlo y mantenerlo, deben suceder dos cosas:

1) Los instrumentos de planificación y las decisiones ejecutivas deben establecerse para que se incluyan espacios verdes en los diseños de las ciudades. Los servicios básicos deben planificarse y la infraestructura debe construirse preservando el espacio verde designado, creando espacio cuando no haya ninguno. Esto significa que cada ciudad necesitaría recopilar datos para identificar su ecosistema, mapear los corredores verdes en toda la ciudad para que las especies puedan circular, coordinar el manejo del subsuelo para que los árboles puedan crecer, y administrar los espacios verdes a medida que la ciudad y los servicios necesarios se expanden.

2) La biodiversidad en las ciudades requeriría la participación directa de sus habitantes. Si queremos que el espacio verde en las ciudades sea más que parques públicos y árboles al costado de las carreteras, debe haber espacio disponible para que las personas puedan plantar y cuidar los jardines.

Mientras seguimos resguardados en nuestros hogares, qué les parecería tomar unos minutos al día para observar por su ventana, escuchar más allá de los carros o hasta explorar el jardín de su casa, esta sin duda puede ser una actividad gratificante para toda la familia, si desea contribuir con este proyecto de ciencia ciudadana, envíe su fotografía de fauna  o flora urbana al correo conquiencomparteslaciudad@gmail.com o etiquételos a través de su usuario de Instagram @biourbanaucv porque conocer es proteger sigamos explorando las maravillas de nuestra Venezuela megadiversa.