Autocontrol, expresión emocional, compañerismo y trabajo en equipo. Son algunas de las habilidades que fomenta la práctica del deporte, entendida como una actividad lúdica en la que se emplea la fuerza y la habilidad sin dañar al contrario, siguiendo unas reglas o normas de juego.
Tan importante es su papel en nuestra sociedad que cuesta imaginarse el mundo actual sin actividades deportivas. Si además sufrimos ansiedad, depresión o estrés, la actividad física puede suponer un auténtico alivio y reducir considerablemente los síntomas.
Ya lo decía el historiador holandés Joham Huizinga: lo que mejor define al hombre es el juego. Un espíritu deportivo que valoraba también Ortega y Gasset como modo de entender la vida.
Adiós al aislamiento y al estigma social
En el campo de la salud mental, además de aliviar los síntomas de la ansiedad y la depresión, se ha empezado a estudiar la repercusión del deporte en ciertos trastornos mentales graves. Sin ir más lejos, practicar actividad física y hacer deporte es una de las recomendaciones fundamentales en caso de esquizofrenia.
Quienes sufren este trastorno tienen una esperanza de vida entre 10 y 20 años inferior a la población general debido, entre otros aspectos, a una mayor tasa de sedentarismo, obesidad, tabaquismo, peores hábitos alimenticios, efectos secundarios de la medicación, etc. Esto suele llevar asociada una alta incidencia de problemas como diabetes, hipertensión y síndrome metabólico. De ahí los beneficios fisiológicos que les genera el deporte.
Y no solo eso, esta alteración también se caracteriza por mayor aislamiento y dificultades de interrelación social, y el deporte es un buen vehículo para favorecer relaciones sociales.
Por si fuera poco, practicar deporte ayuda a reducir una barrera muy relevante hoy en día en la recuperación: el estigma social. A través del deporte se facilita un contacto directo y personal que contribuye a disminuir muchas creencias erróneas bastante extendidasen nuestra sociedad sobre las personas con trastorno mental grave. Por ejemplo, la tendencia a pensar que son más violentas que la población general, que no pueden llevar una vida autónoma o que su comportamiento es impredecible.
Paralelamente, se ha comprobado cómo participar en una liga regular de fútbol entre usuarios de salud mental contribuye a disminuir el autoestigma o el estigma internalizado de los participantes, que está muy relacionado.
Aumenta la motivación y alivia los síntomas psicóticos
Asimismo, los beneficios del deporte se extienden a la sintomatología clínica. No solamente porque reduce la anhedonia (incapacidad de experimentar placer) o la falta de motivación. También frena síntomas asociados con comportamiento desorganizado, actividad delirante, alucinaciones, etc. Y esas mejoras, cómo no, contribuyen a un mejor funcionamiento social.
Ahora bien, para que estos efectos sean realmente relevantes, se requiere que la práctica deportiva se realice de un modo regular. En este sentido, es importante introducir medidas adicionales de carácter motivacional que eviten el abandono. Por ejemplo, organizar campeonatos deportivos, fomentar la participación en grupos inclusivos, incorporar a los programas profesionales de la actividad física y el deporte, o hacer uso de instalaciones deportivas normalizadas. Es lo que se hace por ejemplo en Andalucía, a través de la Comisión Andaluza de Deporte y Salud Mental, coordinada por la Fundación Publica Andaluza para la Integración Social de Personas con Enfermedad Mental (FAISEM) y en la que participan diversas entidades de salud mental.
De igual manera, a través de un contrato de transferencia entre FAISEM y la Universidad de Almería se está llevando a cabo en Almería el programa socio-educativo denominado Inclúyete. En él participan no solo usuarios de salud mental, sino también estudiantes, profesionales y ciudadanos en general, con una oferta variada en actividades deportivas (preparación física, senderismo, actividad física con animales, fútbol, etc.) bajo la supervisión de diferentes profesionales de la actividad física y el deporte.
Al final, se trata de aprovechar el potencial que tiene el deporte para favorecer positivamente en la vida de las personas con problemas graves de salud mental. Una mejoría que va más allá de la sintomatología clínica y que abarca la calidad de vida de las personas, el estigma, los intereses personales y los proyectos de vida. Aspectos realmente esenciales para conseguir una integración social plena.
Adolfo J. Cangas, Catedrático de Psicología, Universidad de Almería; Andrés López Pardo, Psiquiatra. Técnico en la Dirección Regional de la Fundación Pública Andaluza para la Integración Social de personas con Enfermedad Mental (FAISEM)., Junta de Andalucía y María Jesús Lirola, Investigadora postdoctoral, Universidad de Almería
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.