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Descubrió un posible tratamiento para el covid-19 y tiene solo 14 años de edad

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Mientras las farmacéuticas más grandes del mundo compiten a toda velocidad para descubrir un tratamiento para el nuevo coronavirus, hay una científica que desde hace meses viene trabajando en lo mismo, pero desde su habitación. Su nombre es Anika Chebrolu y tiene apenas 14 años de edad.

Chebrolu, estudiante de primer año de la escuela secundaria Independence, en Frisco, Texas, ganó esta semana el concurso 3M Young Scientist Challenge (Desafío de Jóvenes Científicos de 3M) y un premio de 25.000 dólares por su descubrimiento: un compuesto que puede acoplarse al coronavirus, inhibiendo su capacidad para infectar a las personas. Después de vencer a otros nueve finalistas -cuyos proyectos iban desde un guante robótico hasta un dispositivo que detecta partículas invisibles en el agua-, Chebrolu quedó posicionada como la joven científica más importante de Estados Unidos.

La adolescente empezó a trabajar en su proyecto el año pasado, cuando cursaba el último grado de la escuela primaria, y su objetivo inicial era encontrar tratamiento para el virus de la gripe. Pero entonces llegó la pandemia, y su mentor, el científico corporativo de 3M Mahfuza Ali le imprimió un cambio de rumbo a la investigación, para enfocarse en el nuevo coronvirus. Ahora Chebrolu terminó su investigación y espera poder contactarse con virólogos y desarrolladores de fármacos para que su hallazgo sea desarrollado en forma de una droga antiviral.

Con más de 220.000 estadounidenses muertos a causa del covid-19, encontrar tratamientos viables resulta crucial. El jueves, el remdesivir, medicamento que inhibe la replicación del virus, se convirtió en la primera droga aprobada plenamente por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos para tratar la enfermedad.

— Felicitaciones por el premio. Debé estar muy emocionada. ¿Cómo fue para usted la semana pasada?

— Muy ocupada con entrevistas y todo eso. Es todo muy emocionante por donde se lo mire.

— ¿O sea que durante el día va a la escuela y después se ocupa de todo los demás?

— Sí, pero la escuela es virtual, y eso facilita bastante las cosas porque no hay que desplazarse ni nada de eso.

— ¿Cómo le explicaría lo que descubrió a sus compañeros de clase, o a personas que no entienden mucho de ciencia?

— Es así, logré desarrollar un posible antiviral para la infección por covid-19. En una base de datos de millones de compuestos, encontré una molécula que puede unirse a esas «púas» características de la proteína del virus SARS-CoV-2, y cambiar su forma. Y al cambiar la forma de esas púas, evita que el virus infecte las células. O sea que básicamente inhibe la infectividad del virus en las células humanas.

— Es muy impresionante, si pensamos que hay grandes empresas y científicos de alto nivel trabajando en lo mismo ¿por qué era tan importante para usted trabajar en esto?

— Bueno, obviamente la pandemia nos cambió la vida a todos. Estamos en cuarentena y hay que quedarse en casa, y tenemos ese miedo constante al contagio, propio o de un ser querido. Y sabemos que hay científicos de todo el mundo compitiendo para desarrollar vacunas contra el virus y sus posibles secuelas. Me parece justificado que todo el mundo esté dando lo mejor de sí. Mi intento no es el único que usa esa metodología para impedir la replicación del virus y puede parecer una gota de agua en el océano pero viene a sumarse a todos esos otros esfuerzos, y por eso se vuelve bastante significativo.

— ¿Cómo sobrellevó la cuarentena y el asunto de la educación online?

— Al principio no podía creerlo, porque antes de que la pandemia nos golpeara hacía mucho tiempo que venía investigando sobre el desarrollo de fármacos y vacunas, y sobre las pandemias. Cuando lo piensas, es una locura lo que estamos viviendo, una experiencia única en la vida, que ocurre una sola vez en cada generación. Así que el impacto para mi fue enorme, como para el resto del mundo. Todos tratan de protegerse y de proteger a sus seres queridos, porque ninguno de nosotros ha vivido antes una pandemia.

— ¿Y por qué le interesaban las pandemias antes de que pasara todo esto?

— Todo empezó con un proyecto escolar sobre la pandemia de gripe de 1918, y a partir de eso me puse a investigar sobre el virus de la gripe. Al investigar sobre la gripe, me di cuenta de que incluso con los antivirales y con estas vacunas anuales que tenemos actualmente, en Estados Unidos sigue habiendo alrededor de 60.000 muertes por gripe al año. Me puse a pensar qué podía hacer yo con este problema para ayudar a mitigar la mortalidad causada por la gripe.

Hice una investigación más amplia y descubrí esta metodología que usa métodos computacionales para identificar posibles antivirales contra virus e infecciones. Después de más investigación, traté de combinar mi conocimiento de la metodología y mi conocimiento del virus de la gripe para encontrar un posible antiviral contra ese virus. Mandé mi proyecto a la Feria Regional de Ciencias de Dallas y luego al Desafío de Jóvenes Científicos de 3M. Cuando me inscribí en el desafío, el coronavirus estaba en sus primeros picos, sus primeras etapas. Así que decidí cambiar de proyecto, y en colaboración con mi mentor, el doctor Mahfuza Ali, decidimos cambiar de rumbo y apuntar al virus SARS-CoV-2 porque obviamente este año ha tenido un impacto mayor que el virus de la gripe.

— ¿Cuándo le empezó a interesar la ciencia? ¿Siempre supo que le gustaba?

— La ciencia empezó a interesarme desde muy chica, por mi abuelo, que era profesor de química y me invitaba a hacer toda clase de experimentos en el patio de atrás de casa. Después ese interés fue creciendo por sí solo. Y ya cuando estaba en sexto o séptimo grado, empecé a pensar qué problemas reales había en el mundo y cómo podía usar mis conocimientos en ciencias y mi pasión para resolverlos.

— Se sabe que a los niños se los suele impulsar a estudiar ciencias y que a las niñas les sugieren incursionar en algo menos difícil. Así que me pregunto cómo habrá sido navegar por el mundo de la ciencia y obtener tanto reconocimiento siendo una niña.

— Honestamente, tengo la suerte de que mi familia siempre me apoyó mucho en mi pasión por la ciencia. Y sé que hay muchas chicas en el mundo que no reciben el mismo apoyo o las mismas oportunidades para hacer carrera en las ciencias. Así que todas las chicas que quieren ingresar al mundo de la ciencia deben saber que no son diferentes a cualquier otra persona. Cada una es especial a su manera. Y hay que aprovechar cualquier oportunidad que se presente, porque nunca se sabe dónde te puede llevar.

— ¿Quién es su mayor inspiración en la ciencia o, más en general, en su vida?

— Probablemente mi hermano, que siempre me apoyó mucho y me impulsó a dar lo mejor de mí. De hecho, fue él quien me sugirió que me anotara para el desafío de 3M.

— ¿Es mayor que usted?

Sí, tiene un año y medio más.

— ¿Y a él también le gusta la ciencia?

— Así es.

— ¿Cuál fue la parte más difícil del proceso?

— Probablemente, la implementación de software. Trabajé con muchos softwares que eran realmente excelentes para el acoplamiento molecular, que es uno de los principios metodológicos que usé. Algunos de estos softwares eran difíciles de usar y fallaron varias veces debido a su complejidad y a muchos factores que afectaron el resultado final. Así que investigué mucho y fracasé muchas veces, y ni siquiera sabía qué estaba causando la falla o el error.

— ¿Cuáles son sus sueños?

— Recién termino mi investigación, y ahora planeó contactarme con virólogos y especialistas para desarrollar aún más mi molécula y convertirla en un potente fármaco antiviral.

En cuanto al futuro y a mi profesión, me gustaría dedicarme a la investigación médica porque me gusta mucho la ciencia, sobre todo la biología.

— ¿Tiene algún otro consejo para las chicas interesadas en la ciencia?

— A todas las chicas le digo que sigan adelante. Sigan empujando. Alimenten su curiosidad y anímense a aprovechar toda oportunidad que se presente, porque nunca se sabe.

The Washington Post

Por: Lena Felton

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