Sorprendió ese cambio que los Tigres y las Águilas acordaron el jueves, la víspera del Día Inaugural de la temporada, por ocurrir apenas unas horas antes de escucharse la voz de playball. No es común que pase algo así en la vela de armas de un campeonato. Pero llamó la atención, sobre todo, por involucrar a un pitcher que ya había sido sujeto de una transacción semejante semanas antes de este movimiento, y que había sido bien ponderado por el alto mando de los rapaces al exponer sus planes para la campaña que acaba de empezar.
Wilfredo Ledezma ha sido muy útil en la pelota venezolana, especialmente desde que fue tomado por Aragua hace más de un lustro. Desde sus tiempos en las Grandes Ligas, cuando era prospecto de Detroit, ha tenido problemas de control que en ocasiones afean sus desempeños. El guariqueño, sin embargo, tiene la habilidad de abrir juegos, e inclusive, cuando viene del bullpen, puede hacer relevos de más de un episodio y también trabajar como bombero situacional.
Los occidentales asomaron su nombre como potencial miembro de la rotación, pero nunca llegó a reportarse a esa divisa.
Luis Cedeño, el monticulista cedido por Anzoátegui, tiene menos jerarquía. Es un apagafuegos de Ligas Menores, que en la pelota profesional local apenas comenzó a contribuir en la pasada zafra. No era una ficha puesta en el staff del manager Omar López.
Parecía no estar tan a gusto con los orientales, según se desprende de sus primeras declaraciones, en las que festejó tener nuevo uniforme y cruzó los dedos con la esperanza de recibir las oportunidades que, dijo, no tuvo en la tribu.
Sus números no justifican la exigencia de más tiempo de juego, con 6.55 de efectividad en sus cuatro campeonatos con los indígenas, aunque ciertamente nadie puede dar pruebas de sus capacidades si no recibe el chance de demostrarlas. Su tope en esta pelota fue de apenas 18 juegos y lo consiguió en la 2017-2018, cuando mejoró su promedio a 4.32.
No tiene mal currículo. Aunque no ha pasado de Clase A avanzada, con 23 años de edad, acaba de dejar 3.53 de efectividad con tres divisas entre esa categoría y Clase A media.
Cedeño tiene virtudes, a pesar de su falta de experiencia. Desde que fue convertido en taponero a tiempo completo en el norte, hace dos justas, ha incrementado su frecuencia ponchadora a casi un abanicado por inning, además de que muestra control sobre de la zona de strike y ha sido capaz de limitar los jonrones contrarios.
Si florece en Maracaibo, y hay razones para pensar que es posible, se convertirá en uno de los relevistas intermedios que el manager Lipso Nava está buscando para establecer el puente entre la rotación y los brazos de cierre.
Ledezma quizás tampoco estaba tan a gusto. Lo sugiere el hecho de no haberse reportado a los aguiluchos, aunque esto no pase de ser una especulación. Como sea, ofrece a los nuevos dueños de su contrato un aporte de corto plazo que Cedeño no podía dar. Tiene más pasado que futuro, pero también la posibilidad de ayudar en varios roles, especialmente ante la inesperada lesión de Yéiper Castillo, cuyo problema en una rodilla dejó la rotación aborigen con un hueco que era necesario llenar.
La verdadera evaluación de un cambio ocurre en el mediano plazo. Acá, a primera vista, ambos pueden sacar provecho.