Ningún venezolano ha mostrado más poder que Salvador Pérez en estos juegos de exhibición. Con su largo swing en el mejor punto, llegó al último fin de semana de la pretemporada con 6 vuelacercas y la firme esperanza entre sus seguidores de que este puede ser un gran año.
La fuerza del carabobeño es bien conocida, aunque no haya alcanzado las cotas que sus contemporáneos y compatriotas Miguel Cabrera, Carlos González y Rougned Odor han logrado. En 2017 disparó 27 jonrones, un tope personal, y esta explosión primaveral permite soñar con una primera cosecha de 30.
¿Por qué no? Cumplirá 28 años de edad el 10 de mayo. Todavía está en su plenitud.
Claro que tiene un obstáculo importante: la posición que defiende. Pérez debe sobreponerse al desgaste de hincarse detrás del plato día tras día, lo que es particularmente exigente en casos como el suyo, con un manager, Ned Yost, que gusta de darle poco descanso.
Este exceso pudiera explicar el brusco bajón que sufre el oriundo de Valencia en las segundas mitades de campaña. De por vida batea para .283 de average con .784 de OPS entre abril y junio, pero cae a .259 y .701 después del Juego de Estrellas, un contraste que fue especialmente notable en la zafra pasada, en la que sacudió 18 cuadrangulares en los tres meses iniciales y apenas 9 en los últimos tres.
Fue 2017, sin embargo, el campeonato en el que ha tenido más fechas libres, sin contar las ocasiones en que alineó como designado. Desde su primer torneo completo, el de 2013, nunca había aparecido en menos compromisos, 129. Es la cifra que debería rondar un catcher, para mantener el mayor vigor posible mientras avanza el verano boreal.
Pérez también ha sido víctima del Kauffman Stadium, la casa de los Reales. En su carrera ha botado 70 pelotas como visitante y apenas 44 como homeclub, un desbalance que de nuevo vimos acentuado en la justa más reciente, en la que largó 18 bambinazos fuera del hogar contra 9 en Kansas City.
Los monarcas actúan en uno de los escenarios más difíciles para los toleteros. El AT&T Park, el Pecto Park y el Citi Field fueron los únicos lugares donde se dieron menos tablazos de vuelta completa el año pasado.
En esas circunstancias, ya impuso un récord de cuadrangulares para un receptor venezolano en una campaña (24, pues dio 3 como designado) y se apoderó de la marca de por vida para un careta de los Reales (109 y contando).
Con cinco juegos de estrellas consecutivos y cuatro guantes de oro en el ínterin, muchos piensan en el Niño con los aperos puestos. Comienza con una deuda, sin embargo, pues el boricua Martín Maldonado le ha arrebatado prestigio, en buena medida porque también pasó de retirar 48 por ciento de los robadores, asombroso, a 27 por ciento, una cifra que le dejó exactamente en la media de la MLB.
Son sus jonrones, sin embargo, lo que ya le ha dado algunas líneas en el libro de historia. Y vienen más. Ramón Hernández sacudió 162 al jugar detrás del home. Miguel Montero tiene 121. Víctor Martínez 109.
Su primer bambinazo de 2018 le dará en solitario el tercer lugar de todos los tiempos entre sus compatriotas. Y muy pronto debería superar a Montero en el segundo puesto, mientras busca convertirse en el vigésimo catcher sobre 30 vuelacercas en una temporada. Y el primero de Venezuela.
@IgnacioSerrano