¿Qué pasó con Miguel Montero? El caraqueño llegó a ser uno de los mejores receptores ofensivos en las Grandes Ligas, con un OPS que era 10% superior a la media de todos los bateadores de la Liga Nacional, ajustando esos promedios de embasado y slugging a los estadios de cada toletero. Entre 2006 y 2012 asistió al Juego de Estrellas y tuvo topes de 36 dobles, 18 jonrones y 88 impulsadas. ¿Cómo llegó a perder terreno de manera tan drástica, al punto de llegar a los Nacionales con un contrato de Ligas Menores y terminar fuera de Washington sin poder batear un hit?
El caso de Montero sorprende, porque fue una fuerza en el home, uno de los catchers más reputados de las Grandes Ligas. Y prácticamente de un torneo a otro dejó de ser aquel que conocimos.
Aunque en 2014 fue llevado a otro Juego de Estrellas, empezó un año antes el deslave abrupto que hoy le tiene lejos del estatus estelar que merecidamente conquistó.
En los seis torneos que han seguido a partir de 2013, el toletero zurdo ha sido la sombra de aquel jugador que infundía respeto en la alineación de los Diamondbacks de Arizona. Su línea de producción pasó de brillantes promedios (.275/.351/.448) a estos que le hermanan con peloteros discretos (.233/.326/.365).
No hubo transición. De golpe, en la campaña en la que cumplió 29 años de edad, Montero dejó de producir con el madero con la consistencia de otrora. Siguió mostrando disciplina con el madero, pero sin chocar la bola con aquella regularidad, con una merma en los extrabases.
Un dato que añade intriga a la interrogante: en 2012, su WAR calculado por Baseball Reference fue 4,4 y mejoró a 4,5 en 2013. Brillante. Pero desde ese 2014 no ha pasado de 1.0, salvo en 2015, que alcanzó 1.9, y en las últimas tres justas tiene cifras negativas.
El viacrucis del careta se vio acompañado por un descenso también en los valores defensivos. Entre 2011 y 2012 promedió 41 por ciento de éxito ante los robadores de bases, con un líderato en la Nacional en la primera de esas dos zafras, en las que recibió votos para el premio al Jugador Más Valioso. Desde 2015, combinando cuatro torneos, tiene menos de 20 por ciento de éxito.
Era lógico que, pese a su experiencia, perdiera terreno en Chicago. Willson Contreras es mucho más joven, tiene un brazo potente que va ganando adeptos en las Mayores y desde que llegó a Doble A se reveló como un estupendo catcher ofensivo, campeón bate en esa categoría y dueño por derecho propio de un lugar en el medio de la alineación de los Cachorros.
Salió de la Ciudad de los Vientos porque no calló lo que pensaba, mostró públicamente su descontento, y puede entenderse. Pero sorprende la merma que ha sufrido con el bate y la mascota, casi sin transición.
El declive de Baudilio Díaz empezó a los 35 años de nacido. Eduardo Pérez sobrevivió a una cirugía en el hombro para tener una última buena cosecha a esa misma edad. Henry Blanco pasó de los 40 y Ramón Hernández mantuvo sus estándares hasta los 35, aunque redujo su tiempo de juego por las lesiones.
Montero ha estado sano y recién en julio cumplirá los 35. ¿Por qué sufrió tan drástico bajón? Es uno de los mejores receptores venezolanos de todos los tiempos. Y esa es la esperanza que permite desearle un último intento, y que pueda hacer oír el canto del cisne.
@IgnacioSerrano