Los equipos fueron realistas al reunirse en Margarita durante la Convención Anual de la LVBP. Viajaron a la isla con la determinación de evaluar las condiciones en que debe jugarse la pelota en estos tiempos tan duros, en medio de una crisis cada vez más profunda y con la posibilidad de que la situación económica, social y política sea mucho peor a la que hemos conocido, de no ocurrir un cambio en la tragedia cotidiana que vivimos hoy.
Incluso se manejó la posibilidad de disputar un calendario más corto en la ronda eliminatoria. Hasta allá han llegado las consideraciones.
Lo acordado en el cónclave pudiera ni siquiera ser definitivo, si la situación prosigue deteriorándose. Se redujo la cuota de importados, pero algunos ejecutivos temen que no haya posibilidad de comprar dólares o recibir divisas a través de patrocinio. Veamos el caso de la Serie del Caribe, que en breve volverá a ser analizado por la Confederación regional. PDVSA ha prometido involucrarse como sponsor y sostener la organización de la cita, programada para febrero. Pero la principal industria nacional atraviesa un declive insólito, la producción ha caído a 1,4 millones de barriles diarios (la cantidad de petróleo que se extraía en Venezuela hace más de 60 años) y un entramado judicial internacional amenaza con aplicar un torniquete a lo poco que va quedando. ¿Es viable esperar algo en tales circunstancias, en un país devastado por las necesidades?
El desafío que afronta el circuito es enorme. Puede que incluso las medidas tomadas hoy resulten pocas al llegar octubre, el mes de inicio para esta industria de cuya disputa dependen miles de empleos directos e indirectos, y por lo tanto, el alimento de centenares de hogares, mayormente humildes.
Varios elencos estrenarán horario. Águilas, Leones y Tiburones jugarán más temprano de lunes a viernes, y en la capital también saltarán al terreno más temprano los domingos y feriados. Es un ejemplo de lo que queremos exponer: hasta el año pasado, este tema requería revisión debido a la creciente delincuencia, que ha cambiado las costumbres de quienes habitamos en las grandes ciudades del país, obligándonos a recogernos en casa al caer la noche; ahora entró en la ecuación la merma del servicio de transporte público, ante la disminución del número de unidades por la falta de repuestos y el precio de los cauchos y el aceite, algo dolorosamente absurdo en una nación cuyos habitantes caminamos sobre los mares de petróleo que hay en el subsuelo. ¿Cómo estarán las flotas de carritos y por puestos dentro de cinco meses, si no se cambia lo antes posible el sistema que ha destruido la producción de empresas públicas y privadas?
Las novenas tienen que planificar el venidero campeonato, aunque eso sea tan difícil de hacer en medio de este panorama, en el que además sufrimos la angustia que impone la híper inflación. Incluso, reducir la cuota de importados como una respuesta al control de cambio es un sacrificio que camina de la mano con la posible ausencia de las principales estrellas, pues ya la cantidad de grandeligas en la justa 2017-2018 se redujo a menos de la mitad de los que vieron acción en las Mayores el torneo anterior.
A eso se enfrentan el beisbol y toda Venezuela. Es el tétrico panorama que debemos cambiar hoy.
@IgnacioSerrano