Cuesta entender como hemos llegado al estado actual de las cosas en nuestra amada Venezuela; y cuesta por tanto pensar o siquiera imaginar que en el desgobierno haya tal punto de desconexión con la realidad y el sufrimiento de todo un pueblo agobiado por el accionar de la ignorancia deliberada que de forma inclemente ha socavado los cimientos de todo un país.
Solo en una burbuja aislada de toda percepción sensorial podría alguien pasar por ciego y sordo ante lo que ocurre; y por ello, para entender nuestra trágica circunstancia existencial como nación, hoy a nivel de tragedia griega, hay muchas claves, siendo una de ellas la que explica la conducta o mejor aún, la omisión de los principales actores del desgobierno, incluyendo al principal responsable de lo que bien fue bautizado como el Madurazo.
En la negación, patología o trastorno psicológico que consiste en enfrentarse a los conflictos negando su existencia o relevancia, encontramos en parte la clave actual. Bajo esta conducta demencial, se rechazan aquellos aspectos de la realidad que se consideran desagradables y se eluden aspectos dolorosos de la realidad que son manifiestamente obvios para los demás; llegando al extremo de ser considerada psicótica, cuando desaparece por completo la capacidad para captar la realidad. ¿Suena familiar?
Es así como en esa conducta perturbada de la negación, sumada por supuesto al olímpico caradurismo que distingue a los “socialistas” del Siglo XXI, encontramos una clara explicación al porque se atreven a desconocer la gravedad de la crisis multidimensional en la que estamos sumergidos. Así, se niega la crisis en la prestación de los servicios públicos esenciales de luz, gas y agua, bajo el argumento del saboteo; se desconoce la devastadora hiperinflación, escudándose en una supuesta guerra económica que solo existe en sus mentes; se evade el nivel crítico de desabastecimiento de los bienes que componen la cesta básica, tildando a los industriales y comerciantes de especuladores, cuando en realidad solo procuran sobrevivir; se elude la dramática situación de nuestros hospitales y del suministro de fármacos, reprimiendo a quien lo divulgue; se minimiza la crisis migratoria y el éxodo masivo de ciudadanos, atribuyéndolo a desinformación y campañas conspirativas; en fin, negando, negando y negando, bajo la máxima de que una mentira repetida mil veces se convierte en realidad, así transcurre el día a día de los actores del desgobierno, mientras muy a su pesar, la mayoría de los venezolanos confrontamos a diario y vivimos en carne propia esa verdad que se empeñan en ocultar.
El trastorno de la psiquis para cualquiera es un problema, como lo es para su familia y para su entorno; pero cuando se hace presente en quien tiene en sus manos decisiones que afectan a millones de personas, el problema se torna en colectivo, de todos, y además de urgencia resolverlo. La negación, en este caso psicótica, pues hay una clara incapacidad de captación de la realidad, es una patología que incapacita mentalmente y ello está previsto como una causal de falta absoluta en la presidencia, según lo prevé el artículo 233 de la Constitución Nacional.
La racionalidad y razón de esta norma, reside en el efecto devastador que claramente tiene sobre toda una población, las posibles decisiones enajenadas de quien esté incapacitado. En nuestro caso, la Constitución prevé un mecanismo según el cual el Tribunal Supremo de Justicia debe nombrar una Junta Médica con el aval de la Asamblea Nacional a los fines de certificar la incapacidad, lo cual sabemos de sobra que al menos en el TSJ de Moreno no ocurrirá. El concepto de la negación psicótica sin embargo es universalmente reconocido; mientras que la incapacidad de advertir la realidad es puesta una y otra vez de manifiesto a diario en las interminables cadenas de radio y televisión, convirtiendo la evidencia en una suerte de máxima de experiencia tan clara como que el sol sale por el Este y se oculta por el Oeste; por lo que entonces toca que como ciudadanos asumamos nuestro rol protagónico en exigir el cumplimiento de nuestro Texto Fundamental.
Cástor González
Abogado
Presidente del Centro Popular de Formación Ciudadana -CPFC-
@castorgonzalez