Buddy Bailey iba a encabezar nuestra planilla de votación para el Manager del Año. Y Omar Malavé era nuestro candidato a escoltarle. Por eso, cuando estábamos a punto de enviar la planilla a Héctor Cordido, de Numeritos Gerencia Deportiva, no pudimos reprimir una carcajada, al recibir el saludo de eso que algunos llaman «los dioses del beisbol».
Llegamos al hotel en Maracaibo, tras el cuarto encuentro entre Cardenales y Águilas. Encendimos el televisor, a tiempo de ver el desplome del bullpen magallanero en Puerto La Cruz, el rostro incrédulo de Malavé y la lluvia de mensajes que empezamos a recibir vía Twitter, condenando las decisiones del timonel.
Comenzamos a intercambiar ideas con los lectores y, pasada la medianoche, cayó la bomba lanzada desde Maracay: Bailey quedaba sin trabajo. En pleno playoff, el manager más exitoso del último medio siglo acababa de ser despedido por los Tigres, la divisa que ayudó a hacer grande, por más que el anuncio oficial hablara de un «mutuo acuerdo» difícil de creer.
Allí estábamos, con la planilla lista y los dioses beisboleros jugando a placer con nuestras certezas.
¿Cambiamos el contenido de la papeleta? Quedaban unas pocas horas para cerrar el proceso de votación.
José Moreno está en su primer año como estratega y terminó en la primera posición. Demostró ser un motivador, que mantuvo unidos y centrados a sus peloteros en las buenas y en las malas, que las hubo. Está en proceso de aprendizaje táctico, con la desventaja de que su novena estaba muy bien armada desde hace un año, cuando Cardenales también mandó en la fase regular.
Omar López cerró a todo tren y metió en la postemporada a Caribes, con menos urgencia de lo temido. Sin embargo, no dirigió en la primera mitad.
Lipso Nava, defensor del premio, tuvo una cosecha inferior con sus Águilas, cerrando con récord negativo. Henry Blanco se ausentó por semanas y sus Bravos terminaron fuera. Oswaldo Guillén no pudo hacer nada está vez para impedir el triste fin de los Tiburones.
Queda Mike Rojas, claro, el piloto del Caracas. Es el favorito de varios colegas, porque hizo un trabajo destacable. A partir de su indiscutible liderazgo, dio un vuelco a una escuadra que no sólo quedó eliminada en el torneo pasado, sino que lo hizo pese al recuerdo de aquella rebelión en el clubhouse que le costó el cargo a Alfredo Pedrique y dejaba dudas a largo plazo, por lo que puede impactar el aspecto disciplinario en una organización.
Rojas es un buen caso, pero a este columnista le gustó más el manejo táctico de Malavé y su forma quirúrgica de usar al bullpen, disputando la vanguardia a pesar de jamás haber tenido una verdadera rotación. En la eliminatoria, que es lo que se evalúa, el sucrense estuvo casi perfecto.
¿Y qué decir de Bailey? Tuvo un roster diezmado, lleno de caras desconocidas al inicio, con el que mandó durante semanas. Los bengalíes tuvieron el peor bateo colectivo, anotaron menos carreras que nadie y terminaron con apenas tres importados. El equipo último en anotadas tenía que terminar último en la tabla, pero él lo dejó en el cuarto lugar.
Por eso, no cambiamos el voto. Qué los dioses del beisbol se rían cuanto quieran. Malavé hizo un trabajo eficaz e inteligente entre octubre y diciembre, y nadie logró más con tan pocas piezas como Bailey.
@IgnacioSerrano
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