La Venezuela de 1941 era mayormente rural y muy diferente al país de hoy. El deporte entretenía a la gente, pero no era una pasión de masas, aunque el vinotinto ya era el color distintivo de nuestras selecciones nacionales, desde que el Comité Olímpico Venezolano decidió utilizarlo para los Juegos Centroamericanos y del Caribe.
En aquel marco ocurrió el primer gran suceso deportivo de esta tierra. Un grupo de soñadores ensambló un equipo guerrero, dispuesto a conquistar la Serie Mundial de beisbol amateur. La pelota ya era la disciplina más seguida por el pueblo. Por doquier se disputaban lances y desafíos con escuadras que son parte imborrable de nuestra historia: Royal Criollos, Centauros, Los Samanes, Magallanes, Japón, Concordia, Buenos Aires, Torreyas, Pastora, Gavilanes y tantos más.
El triunfo de los Héroes de La Habana, del que tanto se ha escrito, desató la primera fiebre deportiva en los venezolanos. Las historias de quienes lo vivieron son fascinantes. La radio unió al país. Miles de compatriotas contuvieron la respiración, cruzando los dedos por lo que hacían el Chino Canónico y el resto de sus compañeros en el estadio La Tropical.
Es igualmente apasionante el testimonio de los integrantes de aquella novena durante el viaje de regreso, cuando comenzaron a escuchar de sus paisanos a través de las ondas hertzianas y cómo les recibieron multitudinariamente en La Guaira, acompañándoles en masa hasta Caracas.
Aquella victoria, sumada a los títulos mundiales de 1944 y 1945, atornilló el beisbol en el gusto de la gente y fomentó como nunca la afición por el deporte en la patria de Bolívar.
Pocas veces nuestras selecciones nacionales han vivido un momento tan brillante. El beisbol tuvo otro episodio notable en 1959, con la conquista del oro en los Juegos Panamericanos de Chicago, pero probablemente no fue hasta 1992, con los Héroes de Portland, cuando el país entero volvió a unirse en un abrazo semejante.
Esa escuadra que dirigió Julio Toro también enamoró a los venezolanos. El país pobre y rural de 1941 se había convertido en uno urbano y contradictorio. Décadas de progreso, de carreteras, represas y el surgimiento de una vigorosa clase media, parecían quedar atrás. Dos intentos de golpe de estado siguieron a la terrible herida del Caracazo. Y en ese marco, Toro llevó a un grupo de elegidos, encabezados por Carl Herrera, a conquistar un cupo en los Juegos Olímpicos y la medalla de plata en el Torneo de las Américas de baloncesto, por encima de Brasil, Canadá, México, Puerto Rico, Argentina y únicamente por detrás del Dream Team de Estados Unidos.
El básquet, como el beisbol, nos dio otras alegrías. Pero ninguna ha tenido la rotunda repercusión de aquella.
Hoy, los Héroes de La Habana y los Héroes de Portland reverdecen en esos muchachos que algún día serán llamados los Héroes de Corea, la primera oncena criolla que avanza a una final en un campeonato mundial de fútbol, practicando un balompié efectivo y corajudo, con la inspiradora conducción del DT Rafael Dudamel.
Venezuela, en medio de uno de sus peores trances históricos, vuelve a sonreír con orgullo, gracias a un grupo de jóvenes que se paró frente a un destino adverso y demostró que todo se puede cuando se lucha con determinación.
@IgnacioSerrano