¿Recuerdan el explosivo octubre de José Vargas? Impuso un récord de 9 jonrones para el primer mes de temporada y cabalgaba al frente de la LVBP con 24 impulsadas. No tenía mucho average, se había ponchado casi la cuarta parte de sus apariciones al plato, pero el poder compensaba cualquier mácula.
Vargas comenzó la segunda mitad de campeonato con las mismas 24 empujadas y los mismos 9 cuadrangulares que sumó en octubre. El slump colectivo que aqueja a los Tigres tiene al estadounidense como emblema. Ya no es la gran figura de la zafra, a la espera de un rebote. Otros han ganado protagonismo.
Jesús Valdez, lo saben todos, es ahora la principal estrella del torneo. Su proyección le pone en camino a quebrar los récords de bambinazos y remolques que hasta ahora ostentan Alex Cabrera y Jesús Guzmán. Ha bateado para promedio, ha fildeado, ha tomado boletos.
Antes de la creación del WAR y otras mediciones, Bill James consiguió la fórmula para saber cuánto aporta cada bateador al total de rayitas producidas por su escuadra. Es una fórmula que toma en consideración cada batazo, cada ponche, cada boleto, cada robo, cada aporte a la ofensiva de cada quien. La llamó “carreras creadas”. Es tan precisa, que cuando se suman las carreras creadas de todos los integrantes de una divisa, el producto es muy cercano al total de anotadas de esa novena, con pequeño margen de error.
El magallanero Valdez llegó a este miércoles con 41.8 carreras creadas, tope en la liga. Eso significa una quinta parte de las rayitas conseguidas por la nave, 195, lo cual es un absurdo estadístico. Así de bueno ha sido el dominicano.
Explorando siempre en las cuentas que calcula el sitio PelotaBinaria.com.ve, el segundo mejor en ese escalafón es el cubano Henry Urrutia, con 31.1 para el Cardenales. Cade Gotta, el productivo primer bate de los Bravos, tiene 29.5, seguido por Balbino Fuenmayor, de Caribes, con 27.5, y Alberto Callaspo, con 26.1 para los Tigres.
Esos cinco son lo más granado a la ofensiva en este torneo 2017-2018. Podría añadirse al aguilucho Alí Castillo, que disputa el liderato de bateo, o a Félix Pérez, motor de los Leones. Incluso a Wilfredo Tovar, otra pieza caraquista que ha producido sin parar.
El relevo tiene dos nombres: Hassan Pena y Ryan Kelly. El cubano de los Navegantes salvó 11 juegos, con 1.56 de efectividad y 0.98 de WHIP. El estadounidense del Lara rescató 8, con 1.47 de promedio y 0.65 de WHIP.
La abundancia de bateadores no va en desmedro de actuaciones monticulares. Además del par de apagafuegos, la primera mitad se jugó al ritmo impuesto sobre la loma por Guillermo Moscoso, Robert Zárate y Freddy García, de Aragua; el sorprendente novato Eliéser Hernández y el cubano Reinier Roibal, de los rapaces; y el persistente Raúl Rivero, baluarte de los pájaros rojos, ganador del premio Carrao Bracho al Pitcher del Año en las dos anteriores justas y nuevamente aspirante a ese galardón.
Moscoso fue el mejor monticulista, en líneas generales, y Pena el bombero más fructífero. Hernández resultó el recluta más notable y Mike Rojas fue el manager más sobresaliente, según señala la tabla de posiciones.
Sobre todos ellos se alza la figura de quien arrasaría con el trofeo al Jugador Más Valioso, si tuviéramos que votar ahora. Ese, sin dudas, es Cacao Valdez.
@IgnacioSerrano