José Altuve vivió en 2017 la temporada más brillante de su carrera. No hay dudas. Puso sus mejores promedios en todo, cerró con .961 de OPS, implantó récords y dejó marcas para criollos. En el contraste Altuve vs. Altuve no hay discusión.
Pero viendo en lo más alto del WAR el nombre del camarero de los Astros de Houston, hay que preguntarse si estamos ante la cosecha más extraordinaria para un venezolano en las Grandes Ligas.
Debemos recordar que el WAR es todavía una forma de medición en período de rodaje. De hecho, tiene parámetros distintos según Baseball Reference o FanGraphs, diferencias especialmente importantes al aplicar la evaluación defensiva.
Altuve fue el número uno del beisbol según el bWAR, con 8.4, pero en el fWAR terminó con 6.8 y fue sexto. Es un contraste muy significativo como para aceptarlo como único baremo, especialmente al recordar ciertas consideraciones sobre el ajuste posicional, que incrementa el valor de lo hecho por un receptor, un campocorto, un camarero o un jardinero central.
El WAR, a pesar de esos reparos, es un estupendo modo de poner junto todo lo que hace un pelotero: su aporte con el madero, entre las bases y con el guante. A fin de cuentas, aplica una fórmula que combina toda estadística. Y que gane el mejor.
Miguel Cabrera puso un fWAR de 7.5 en 2013. Para Fangraphs, esa es la mejor cosecha de un criollo, igualada ahora por Altuve. Pero el tope en bWAR era 7.5 correspondiente a Cabrera en 2011, antes de que el intermedista de los siderales dejara 7.6 el año pasado y 8.4 ahora.
Dejémoslo de este tamaño. Los párrafos anteriores sirven para saber que no estamos ante una panacea. Pero ayudan a reconocer que el gigantón de Maracay y el Pequeño Gigante nacido en Puerto Cabello son dueños de algunos de los torneos más sorprendentes en la embajada nacional.
Cabrera ha terminado con un OPS superior a 1.000 en tres ocasiones, incluyendo 1.078 en 2013, cuando implantó el tope para sus compatriotas y ganó la Triple Corona. Aquella última vez sacudió también 44 jonrones, repitiendo su total de 2012, con el añadido de que su OPS ajustado fue de 190, es decir, 90 por ciento mejor que la media de la MLB.
Altuve ha crecido con el bate, pero todavía no llega al millar en el OPS, y su mejor OPS ajustado, el de esta oportunidad, con 166, se traduce en un registro 66 por ciento superior al promedio de las Grandes Ligas.
Hay que quedarse con Cabrera y una de sus dos o tres mejores cosechas, al buscar el campeonato más notable en términos puramente ofensivos. Es realmente improbable conseguir averages sobre .340 y más de 40 cuadrangulares, embasándose cuatro de cada 10 veces.
Su actual heredero gana al incluir en consideración la defensiva, un renglón con el que se evitan indiscutibles anotaciones a los contrarios, no lo olvidemos.
En términos meramente ofensivos, lo de ahora de Altuve se parece mucho al extraordinario 2004 de Bob Abreu, en el que bateó para .301/.428/.544, con 30 bambinazos, 40 estafas y .971 de OPS. Exceptuando el average, el Comedulce hizo algo que su heredero todavía busca imitar, el 30-30, aunque el OPS ajustado demuestra que hacerlo hoy es mucho más difícil, al punto de que aquello de Abreu fue 45 por ciento mejor que sus pares, contra 65 por ciento de Altuve hoy.
Así que, ¿cuál es la mejor cosecha? Depende del gusto de cada quien. Pero lo que acaba de completar el segunda base es, sin duda, uno de los torneos más completos que haya logrado un venezolano en las Grandes Ligas.
@IgnacioSerrano
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