Ya el pasado mes de agosto lo advertíamos, cuando bajo el título Sal y Agua, señalábamos que #ElMadurazo estaba simplemente destinado al más rotundo fracaso; y es que bastaron apenas poco más de tres meses para que el propio responsable del más estúpido y nefasto plan de “recuperación” económica que se haya conocido en el mundo, reconociera por la vía de un aumento salarial de casi el 200% su estruendoso revés.
Aún con el nuevo salario mínimo decretado la semana pasada y continuando con el dislocado rumbo de la política económica impuesta por el desgobierno, el ingreso mínimo del venezolano por desgracia se mantiene por debajo del umbral de pobreza determinado por el Banco Mundial de USD $ 1.90 diarios, pues incluso bajo el cálculo de la tasa de cambio oficial vigente al día de hoy 4 de diciembre de 2018, de Bs. S. 157,12 por Dólar, el nuevo mínimo de Bs. S. 4.500,00 tan solo representa 29 Dólares mensuales o lo que es igual a menos de un Dólar por día. La realidad sin embargo, es aún peor, pues en la calle donde se transan las operaciones que marcan el día a día ciudadano, ese nuevo ingreso solo representa algo así como TREINTA CENTAVOS DE DÓLAR por día, lo que es al igual que el anterior, la versión moderna de esclavitud del Siglo 21, de la que precisamente escapan nuestros paisanos caminantes en búsqueda de dignidad.
El salario mínimo en Venezuela es un insulto, un despropósito y un atropello a la dignidad del ciudadano, quien merece una compensación acorde a su esfuerzo, que al menos le permita acceder a los bienes esenciales y no como ahora, donde con suerte le alcanza para comer ñemas con queso, eso si, para nada más. Como el átomo, el nuevo salario es la partícula de menor tamaño posible, y de persistir la política del aumento sin rectificación alguna, ya en el próximo pasaremos al estado subatómico, hasta alcanzar sucesivamente el meramente inmaterial. Apostamos a que lo hoy es un ingreso atómico por minúsculo, se traduzca en esa energía que a partir de las reacciones de esas pequeñas partículas, como la atómica, arrase y de al traste con las fuerzas que oprimen a la familia venezolana.
Maduro & compañía están entrampados y mantienen a un país entero como rehén en un perverso círculo vicioso, del que no podrán salir bajo ninguna circunstancia mientras no superen y dejen atrás el modelo populista y corrupto con el que desangraron a lo que una vez fue una Nación próspera, pujante y con futuro. Que ellos mismos rectifiquen, habiendo contado con infinitas oportunidades de hacerlo, luce hoy imposible y como en la manga de coleo, podemos afirmar que hay tiempo vencido para ese toro. Son prisioneros de su propio discurso, de su propia habladera de pistoladas que ni ellos mismos creían y habiendo saltado al abismo, sin paracaídas y sin colchón allá en el fondo, el resultado es inevitable.
Nuestra tarea como ciudadanos es impedir que nos arrastren en la locura colectiva y poner nuestro grano de arena en frenar la estampida que nos atropella y la hemorragia que nos desangra, entendiendo y asumiendo que el cambio está solo en nuestras manos. Superar desgracias como la partícula atómica en la que han convertido el ingreso mínimo de un trabajador en Venezuela, solo será posible con el cambio político que apunte al futuro, a la modernidad y que conduzca por tanto al cambio de política económica. Veinte años de dominio hipnótico populista y autoritario, revelan que alcanzar ese objetivo no ha sido ni será fácil o simple; y más bien, ha costado literalmente la sangre, el sudor y las lágrimas de muchas familias. Sin embargo, solo con más esfuerzo y foco en el auténtico objetivo es que será posible trascender y reencausar la historia de esta tierra hacia el progreso.