No hay nada grave con Gleyber Torres. Empezar la temporada en las Menores era una posibilidad más que obvia, por tratarse de un pelotero que todavía no es llamado a las Grandes Ligas. ¿Que fue enviado a Triple A? ¿Que los Yanquis se llenaron de nuevos infielders? ¿Que no pudo batear en los juegos de exhibición? Gajes de oficio en el proceso que lleva a su graduación.
El caraqueño es un predestinado. Salvo que ocurra una catástrofe, jugará pronto en las Mayores. La única duda está en el uniforme que vestirá, bajo el supuesto de que aún podría ser embarcado en un cambio, si Nueva York llega a considerar la idea de usarlo como carnada para adquirir una pieza que ayude de inmediato.
Esto último luce improbable, por el rumbo que ha emprendido la gerencia bajo el mando de Brian Cashman, mezclando lo mejor de sus granjas con figuras venidas de otros lares. Torres es la principal joya en las sucursales de los bombarderos. Su hora va a llegar.
¿Preocupa su descenso? No debería. Ese riesgo existía desde antes de comenzar los entrenamientos: bajarlo por algunas semanas le daría a su divisa un año más de control sobre su contrato, nada despreciable cuando se trata de alguien que, como Kris Bryant en el pasado, con los Cachorros, o Ronald Acuña con los Bravos, hoy, debería brillar durante muchas, muchas campañas. Es un ajedrez financiero que cada día se juega con mayor pragmatismo.
¿Preocupa la llegada de Brandon Drury y Neil Walker? Depende de cómo se vea. Está claro que son amplios favoritos para empezar el torneo como antesalista y camarero de los mulos. Esa parte está escrita. Lo que puede venir después se entrevé en lo dicho por el alto mando del club: Drury es un pelotero versátil, que puede defender varias posiciones, candidato a convertirse en utility si alguien pide paso a fuerza de batazos, mientras que Walker, con todo y lo que representa entre los camareros de la MLB, tiene contrato de un año, solamente; no lo buscaron como solución de largo plazo.
¿Preocupa su falta de bateo? Ese es el punto alrededor del que giran las demás respuestas que esbozamos en esta columna. Torres tiene apenas 21 años de edad y sus números en las Menores muestran una progresión constante y ascendente. Fue el Jugador Más Valioso más joven en la Arizona Fall League en 2016, una distinción que le arrebató Acuña en la zafra siguiente, y estaba destrozando el pitcheo en Triple A cuando se lesionó el codo en 2017. Lo lógico es creer que retomará el ritmo en la principal sucursal de los Yanquis.
Hagamos memoria y recordemos que estaba a punto de ser subido cuando ocurrió el percance. Sería bigleaguer y titular en Nueva York desde los 20 años de edad, si no se lastima en junio.
Era de esperarse que llegara con algo de óxido al Spring Training. Fueron nueve meses inactivo. Hablamos dela Cirugía Tommy John. ¿Que ha debido aprovechar entonces para recuperar el swing en la LVBP? Imposible no pensarlo. Él quería hacerlo. Pero es entendible la posición de su divisa, ante la magnitud de la operación.
No hay nada grave, pues, con este movimiento. Es el último paso antes de que Torres entre al Yankee Stadium. Luego vendrá otra historia, si después de eso se convierte en la súper estrella que tantos sueñan. Dependerá de él, una vez que llegue a las Grandes Ligas.
@IgnacioSerrano