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Hemos vuelto con más fuerza y con más convicción, no nos fuimos, ni estuvimos en receso. Ha llegado el año de la trascendencia, las horas históricas que tanto esperábamos están corriendo en nuestro reloj criollo. Se ha consumado la usurpación que tanto sabíamos que pasaría, pero se deseaba otra cosa. La verdad es que, en cada rincón, se creó una falsa expectativa porque seguimos cometiendo los mismos errores garrafales.

En el quinto día del naciente año se juramentó una nueva directiva en el único poder legítimo en Venezuela, nuestra Asamblea Nacional. Hace cuatro años la escogimos más de catorce millones de venezolanos hábidos de una transformación nacional ¿Eso se nos olvidó? Pareciera que sí, pero lo recordaremos nuevamente porque  «ya todas las cosas están dichas, pero como nadie escucha, hay que empezar de nuevo», y el criollo es de memoria corta, muy corta.

Escogimos no a un súperhéroe al estilo Marvel, ni mucho menos al heredero de Dumbledore, se escogió al que tenía que escogerse: un joven con Guáramo. Más allá de ese tema, la inmensa expectativa que se creó en torno al día de la «juramentación» o «coronación» del usurpador fue abismal. No se tuvo ni el más mínimo cuidado y se confundió el análisis con el deseo y eso, en Política es un error garrafal y esta lucha, es política, aunque haya quienes aún, luego de tanto esfuerzo y sacrificio, siguen pensando que no.

Lo que ayer ocurrió era lo que sabíamos todos que iba a ocurrir y es lamentable que, justo en esta materia, internacionalmente estén más claros en lo que aquí ocurre que los aquí viven. Ayer no era una fecha mágica ni mucho menos el final épico en donde Zeus desciende del Olimpo, manda un rayo divino y toma venganza por cuánta atrocidad ha tenido lugar en nuestro país, pues las ganas se verán frustradas y la voluntad política se irá al demonio. Si tristemente el error de confundir el deseo con el verdadero análisis toma auge, el día después de mañana se tendrá una desesperanza gigante por trigésima vez.

Más allá de esperar el final apocalíptico, sentarse a anhelar la transición al frente de un computador, apoyar la infantil teoría de tomar Miraflores desde las redes sociales, «asumiendo las consecuencias» porque se dice lo que las personas quieren oír, se debe construir un verdadero mensaje de aliento, de fe, de esperanza, coherente con la realidad, que oxígene verdaderamente a nuestra población y no de una manera demagógica. Sí, hay que exigir «altura de las circunstancias», pero no desde el capricho, entonces, hagamos política. Vamos a construir no desde el deseo sino desde el análisis real y convertir ese deseo en objetivo común. Vamos a trabajar en pro al país que realmente queremos y a nuestra gente que hoy nos necesita porque este trabajo, es de todos.

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