Cuatro venezolanos fueron tomados esta semana en el Draft de la Regla 5. Dedicamos la columna anterior a los dos patrulleros, Víctor Reyes y Carlos Tocci. Esta la dedicaremos a los dos lanzadores.
Albert Suárez es un caso raro. Pocas veces pasa que alguien con experiencia previa en las Grandes Ligas es adquirido en este sorteo. Entre los criollos, ocurrió en 1996 con el pitcher Ramón García, de nuevo en 2006 con el campocorto Alejandro Machado y una vez más con el relevista Deolis Guerra en 2015. En total, cuatro de 34 casos.
Contar con roce previo en las Mayores es una ventaja. El obstáculo más importante al ser adquirido por este mecanismo está en la falta de recorrido. No es común que un jugador de Clase A media o incluso Clase A avanzada sea capaz de saltarse dos o tres categorías y pasarse un torneo completo en la MLB.
Pocos equipos pueden permitirse el lujo de disputar toda una zafra con un roster de 24 hombres y un novato que apenas ve acción como suplente defensivo, corredor emergente o apagafuegos eventual. Y si surge una escuadra así, existe el riesgo de ese talento vea interrumpido su desarrollo, como fue el caso del jardinero William Cañate hace un cuarto de siglo.
Suárez ha estado en dos campeonatos con los Gigantes. No le fue muy bien este año, pero sabe a qué se enfrenta.
El magallanero García aprovechó esa oportunidad para ocupar un lugar en la rotación de los Astros y vivir su mejor época en la gran carpa. Lamentablemente, se lesionó después de eso y no volvió. El caraquista Machado también se lastimó y ni siquiera pudo completar el Spring Training con los Medias Rojas, que habían apostado por él como posible utility; fue el fin de su carrera. Guerra, por último, ha continuado subiendo y bajando, mientras brilla en la LVBP con los Navegantes.
La principal duda para Suárez está en conocer cuál será su rol con los Diamondbacks, aunque Arizona tiene cinco abridores ahora mismo, sin contar con Shelby Miller, que se recupera de la Cirugía Tommy John.
Eliéser Hernández, en cambio, llegará a los entrenamientos con muy poca trayectoria. Su desarrollo fue lento, hasta que floreció este año en Clase A avanzada. Para su bien, se vio sólido con las Águilas en nuestra pelota, lo que es una buena prueba recluta. Pero lo que viene es exigente.
Su caso recuerda al de Johan Santana. El Gocho no había pasado de Clase A media cuando fue adquirido por los Mellizos en 1999. Se ayudó con su experiencia con los turcos en la pelota invernal, pero pasó todo 2000 recogiendo vidrios rotos en el bullpen de Minnesota. Puso 6.49 de efectividad, la peor de su historial, y apenas apareció en 30 encuentros, seis como abridor. Una vez pasado el año obligatorio sin ser bajado a las Menores, fue enviado en 2001 a las granjas de los gemelos, para completar su maduración.
¿Será el caso de Hernández? El merideño era dueño de un talento excepcional, como lo demostró al ganar la Triple Corona y llevarse dos premios Cy Young, tiempo después. Pero apenas ocho de los 13 monticulistas venezolanos sin experiencia previa en las Grandes Ligas consiguieron graduarse en las Mayores a través dela Regla 5. Los demás fueron devueltos a sus divisas originales, al no poder hacer el grado.
Sobreponerse a esa falta de roce es el desafío del derecho mirandino.
@IgnacioSerrano