Hablamos de un cambio desequilibrado. No hay modo de negarlo. Uno de los bates más consistentes del último trienio en la pelota venezolana por un lanzador que no ha pasado todavía de las palabras a los hechos. Así se resume, de manera injusta y en pocas letras, el pacto que la noche del miércoles cerraron las Águilas y los Cardenales, traspasándose a Jesús Montero por Alexis Rivero.
No todos los acuerdos tienen las mismas motivaciones. Y aplica siempre la ley del mercado. A veces hay compradores urgidos y a veces el vendedor es el que necesita hacer el pacto. Dependiendo de la posición de cada quien, se sabrá quién tiene el poder.
Montero es un gran pelotero. Ya no milita en el beisbol organizado y fue despedido en México, pero aquí ha evolucionado como un bateador profesional, que no busca jalar los pitcheos, que aprovecha todo el terreno, toma muchos envíos y logra altos averages. Hay un sin embargo acá: incumplió una norma de disciplina y Lara se vio en la circunstancia de tomar medidas.
La primera fue sacarlo del roster semanal. Se dio la versión oficial sobre una dolencia en un tobillo. La segunda fue ofrecerlo a otros clubes. No hubo una respuesta entusiasta desde otras ciudades.
¿Por qué cambiarlo? Es algo complejo. Consideró el alto mando crepuscular que, por ser un caso no deportivo, era necesario mantener la cohesión en la cueva y el mensaje de que nada puede estar antes que la causa común que se expresa en el nombre al frente del uniforme.
Ya con esa convicción, había dos opciones: tomar lo mejor que ofrecieran los eventuales compradores o alargar el acuerdo lo más posible, esperando que el precio subiera, conforme avanzara la zafra y se enredaran las posiciones en la tabla. Los pájaros rojos optaron por lo primero.
Es interesante, porque quizás la mala racha de los aguiluchos los habría obligado a poner otro nombre sobre la mesa. O quizás no, tal vez reaccionaban y cambiaban de opinión. Aguardar porque el Magallanes siguiera en crisis, por ejemplo, sólo era una apuesta. Venía la fecha para activar a Montero, el domingo, y la gerencia apretó el gatillo.
El movimiento resta profundidad ofensiva a los líderes del campeonato. Siguen teniendo el mejor lineup de la campaña, sin toleteros con restricciones, quizás con la única duda de Francisco Arcia, que hasta ahora no ha recibido llamadas de Anaheim y está muy motivado.
La banca mantiene sus muchas opciones, salvo porque ahora no tendrá siempre a un Montero, a un Castillo, a un jugador de esas características en un día libre, listo para tomar un turno como emergente. Para fortuna del Lara, se ha ido formando una sólida generación de relevo que desde la zafra anterior ha aportado de manera importante, con jóvenes como Manuel Meléndez o Jeckson Flores.
Zulia gana mucho con la transacción. Recibe a un bateador de ..300 que ya no da tantos extrabases, pero que debe aprovechar los callejones en el Luis Aparicio.
Rivero, por otro lado, es un pitcher muy bien considerado en el pasado, obligado ya a dar un paso al frente. Si lo da, se unirá a los que están y a los que vienen, Leonel Campos y Edwin Escobar entre ellos, para formar un bullpen formidable. Sería el final feliz para ambos elencos, cosa todavía posible, a pesar de las circunstancias que obligaron a este cambio.
@IgnacioSerrano
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