En una escena de Disparen a matar (1991) el personaje de Flor Núñez (Nancy) le dice al de Jean Carlo Simancas (Santiago) lo siguiente: “Si tu quieres dártelas de mártir yo no te lo voy a impedir, hazlo, pero yo no, tengo los pies muy bien puestos sobre la tierra”.
Los que vieron la película recordarán que cuenta la historia de una madre (Amalia Pérez Díaz) que busca justicia por el asesinato de su hijo a manos de un policía interpretado por Daniel Alvarado.
Santiago (Simancas) es un periodista que intenta descubrir lo que realmente sucedió.
Esa escena de la confrontación entre Santiago y Nancy, que a todas estas son marido y mujer, expone a la perfección (amparada en las impecables interpretaciones) el sentimiento de soledad y pesimismo que impregna toda la cinta.
La película refleja esa emoción con la que viven aquellos que quieren justicia en un entorno injusto y legalidad en un sistema corrupto, donde es más fácil, como bien se dice en el largometraje “hacerse el loco” y no meterse “donde no te están llamando”, porque al final “no vale la pena, no pasa nada”.
Más allá de las convicciones políticas de su director, Carlos Azpurúa (que ahora pesan e incluso pueden ofender a aquellos que como los personajes de su película buscan justicia) Disparen a matar es una de las mejores cintas filmadas en Venezuela, precisamente porque retrata lo que fue –y sigue siendo- el pan de cada día en el país.
Y aunque no creo en un cine panfletario cuyo mérito sea vender un “mensaje”, en esta película, más allá de lo que se cuenta, confluyen elementos que la hacen relevante.
Azpurúa apuesta por la denuncia dotando a la cinta de una carga dramática que te arrastra, por el modo en que el conjunto (actuaciones, guion, escenarios, dirección) funcionan en armonía.
El guion, escrito por David Suárez, expone que la justicia en Venezuela es una utopía y que para conocerla es necesario mudarse a un mundo paralelo, como el de la ciudad de la película de ciencia ficción Elysium (Neill Blomkamp, 2013) a donde solamente se puede llegar si tienes dinero suficiente.
Disparen a matar funciona muy bien para entender los tiempos oscuros que estamos viviendo, para descubrir las diversas caras que todavía conviven en Venezuela: los que buscan justicia, las victimas, los victimarios y los impotentes, que prefieren ver y callar.
A pesar de que su realizador, al parecer, se ha pasado los últimos años protegiendo los intereses que decía aborrecer, esta cinta se yergue todavía como un espejo de la realidad nacional, ahora mucho más desoladora que nunca antes en ningún momento de nuestra historia.
Disparen a matar (1991)
Dirección: Carlos Azpúrua
Guión: David Suárez
Fotografía: Adriano Moreno
Montaje: Sergio Curiel
Música: Waldemar D’Lima
Dirección artística: Gilberto Pulido, Milton Crespo.
Reparto: Amalia Pérez Díaz, Jean Carlo Simancas, Daniel Alvarado, Flor Núñez, Miguelángel Landa, Héctor Myerston, Dora Mazzone, Víctor Cuica.