A Carlos Asuaje le conocen poco en Venezuela, aunque nació en Barquisimeto y desde 2016 es parte de la expedición nacional en las Grandes Ligas. Claro, se crió en Estados Unidos y no firmó en la LVBP. Saltó al beisbol profesional en el draft colegial de la MLB y su única experiencia en la pelota caribeña ocurrió en República Dominicana.
Es un jugador polivalente, que saltó como campocorto, se adaptó a otras posiciones del infield y aprendió a cubrir los jardines. Tiene 26 años de edad y un bate que le llevó hasta la sucursal Triple A de los Medias Rojas de Boston, que hace un par de temporadas le enviaron a San Diego como parte del paquete que les permitió adquirir de los Padres al cerrador Craig Kimbrel.
Estuvo en el Juego de Estrellas del Futuro, llegó a tener cierta consideración como prospecto y en 2017 vio bastante acción desde la banca de los religiosos. Pero su momento está por comenzar, si le gana la disputa a su compatriota José Pirela en el campo de entrenamientos.
Asuaje es visto como el camarero titular de los californianos por una parte de la prensa que sigue los pasos de su equipo. El año pasado apareció en la intermedia hasta en 84 de los 89 compromisos que disputó. Dejó números aceptables, con .270 de average y más de 60 puntos de OPB por arriba de ese promedio de bateo, lo que habla de cierta habilidad para ponerse en circulación.
No son cifras incontestables, es verdad, y Pirela es un rival de cuidado. De hecho, terminó como el mejor toletero de los Padres en el torneo pasado, nominado al Premio Hank Aaron, con la salvedad de que lo hizo como patrullero izquierdo. La adquisición de Eric Hosmer complicó el panorama de los nativos, al enviar a Will Myers de la inicial al outfield, aunque en las Mayores, como en cualquier otro circuito, termina imponiéndose una vieja máxima: quien batea es el que juega, lo que pudiera terminar perjudicando a Hunter Renfroe.
Si Renfroe es el perdedor del combate fratricida, habrá espacio para ambos venezolanos, lo que permitirá a la afición ver lo que tiene Asuaje. Y eso que tiene puede ser interesante.
Bateó sobre .300 en Clase A media, en Clase A avanzada y en Triple A. Dejó una línea de .287/.368/.441 en las Menores, con .809 de OPS. No es muy rápido ni tampoco es un jonronero, aunque en 2014 sacudió 15 cuadrangulares en las granjas de Boston y en 2016 largó 32 tubeyes en la principal filial de San Diego. Tiene la capacidad para conectar líneas entre dos y ha mostrado eficiencia con el guante. Si juega a diario, tendrá el chance de hacerse conocer.
Como él, Manuel Piña y Renato Núñez enfrentan una zafra que puede marcar el inicio de grandes cosas. Aunque hay varias diferencias. Piña ha recibido la promesa de juego a diario con los Cerveceros, pero todavía tiene el obstáculo de Steven Vogt. Núñez no tiene dónde jugar con los Atléticos, pero no es el típico utility y debe ser puesto en waivers si no hace el equipo grande.
Piña tiene mascota y viene de ligar para .279, con .751 de OPS. Núñez fue el mayor jonronero criollo en las Menores en 2017 y está tratando de abrirse paso en el left, al no tener lugar en tercera base; si muestra disciplina en el home y puede sacar partido a su poder, empezará la carrera brillante que han vaticinado algunos scouts.
@IgnacioSerrano