«Hasta la victoria siempre».
La frase pronunciada por la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro, para finalizar su discurso tras los primeros resultados publicados en la noche electoral del pasado domingo no pasó desapercibida.
Que eligiera uno de los lemas más conocidos de la Revolución cubana sirvió a sus detractores para seguir señalándola de «comunista», una de sus acusaciones más repetidas durante la tensa campaña electoral.
Tras tres gobiernos consecutivos de derecha, parte de la sociedad hondureña más conservadora se empeñó en afirmar estas semanas que el giro a la izquierda del Partido Libertad y Refundación (Libre) de Castro podría convertir al país «en una nueva Venezuela».
La comparación, inevitablemente, evocaba fantasmas del pasado. El acercamiento al gobierno de Hugo Chávez por parte del expresidente hondureño Manuel Zelaya —y esposo de Castro— es considerado uno de los detonantes para el golpe de Estado que en 2009 lo sacó del poder.
También lo fue su intención de consultar a la población sobre una posible reforma a la Constitución que abriera la puerta a una reelección presidencial. Y en cambio, ahora Libre plantea la formación de una Asamblea Constituyente de cara a la redacción de una nueva carta magna.
Cuestiones como estas, unidas a la incógnita sobre cuál será la influencia real de Zelaya en el mandato de Castro —oficialmente, él es coordinador del partido Libre y dijo que solo actuaría como «asesor» en el nuevo gobierno— hace que las comparaciones sean inevitables.
¿Podría el nuevo ejecutivo hondureño de izquierdas repetir patrones y llevar a situaciones similares a las de antes del golpe de 2009? ¿Cuál será la postura de Estados Unidos, su principal socio en el exterior, ante el regreso de esa alargada sombra de Zelaya y tras 12 años de gobiernos aliados liderados por el Partido Nacional hondureño?
Diferentes partidos
Para empezar, hay que recordar que aunque tengan puntos en común, el partido que gobernará a partir de enero de 2022 no es el mismo que el que estuvo en el poder en 2009.
Zelaya gobernó en su día bajo la marca del Partido Liberal, una formación que se define más de centro-izquierda y que también participó en estas elecciones de 2021 ocupando el tercer lugar.
El partido Libre, aunque también conserva algunos liberales leales a Zelaya, nació tras el golpe e incorporó a movimientos de izquierdas, ambientalistas y campesinos, entre otros.
Pero lo que marcará aún mayor diferencia sobre su ideario respecto al pasado es la participación en el ejecutivo del partido liderado por el famoso presentador Salvador Nasralla (centro), quien semanas antes de los comicios decidió unirse a Castro en una alianza opositora y que ahora fungirá como vicepresidente.
«La incorporación de Nasralla descafeinó a Libre como partido radical de izquierdas. Entiendo que hay acuerdos para que sea una izquierda moderada como la de Bachelet, Mujica o Ricardo Lagos, y no una izquierda chavista», le dice a BBC Mundo el analista hondureño Raúl Pineda Alvarado.
«Además, ya tienen la experiencia de gobernar en una sociedad ultraconservadora como la hondureña, probablemente la más conservadora de América Latina. Y aquí, la izquierda no es un tema que pegue mucho. Será un gobierno con clara tendencia a lo social, pero no a lo socialista», añade el exdiputado del Partido Nacional.
El secretario de Asuntos Internacionales de Libre, Gerardo Torres, coincide en que Castro llega a la presidencia con una fórmula de apoyos más diversa que la que tenía Zelaya.
«Por eso es que su victoria fue tan apabullante. Y por eso es que ella habla del ‘gobierno de todos’ y tenemos que gobernar para todo Honduras», dice en entrevista con BBC Mundo.
Otra gran diferencia del futuro ejecutivo respecto al que gobernaba hasta 2009 será la previsible menor influencia que Zelaya tendrá a favor de su esposa, si bien muchos expertos reconocen no tener certeza de si él acabará siendo realmente quien mueva los hilos del gobierno.
Pineda Alvarado cree que el protagonismo del expresidente será ahora limitado y restringido. «Él ya tuvo la experiencia de que cuando se quieren radicalizar los procesos, la reacción del pueblo es contraria a esas actitudes», afirma.
«Comunismo» y Venezuela
Otra de las preguntas es si el nuevo gobierno hondureño apostará por estrechar relaciones con gobiernos latinoamericanos de izquierda como el de Venezuela, tal y como hizo Zelaya en el pasado, y que es una opción que ya les valió las críticas de la oposición en campaña, que los tachó de «comunistas».
Torres, dirigente de Libre, resta importancia al asunto y subraya que la intención de su partido al frente de «un gobierno de unidad» es tener relaciones «con todos los sectores y todos los gobiernos del mundo».
«Donde sí creo que se puede esperar un cambio es que no vamos a reconocer un gobierno de mentira puesto como el de [el proclamado presidente encargado Juan] Guaidó», dice, después de que Honduras desconociera el gobierno de Nicolás Maduro «para tener el apoyo de EE.UU.», acusa.
Zelaya es amigo del venezolano Maduro y del nicaragüense Daniel Ortega, pero Torres recuerda que las relaciones del gobierno actual de Honduras con Cuba y Nicaragua ya son buenas. «Lo que pasa es que, en el discurso, son comunistas y malos. Pero la relación de Honduras con ellos no es nada mala, son más discursos que situaciones reales».
El secretario de Asuntos Internacionales de Libre tampoco cree relevantes las críticas que recibieron en campaña por formar parte del Foro São Paulo, conformado por grupos de izquierda latinoamericanos y fundado por el cubano Fidel Castro y el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
«El Foro de Sao Paulo busca apoderarse de Honduras a través de su candidata, Xiomara Castro, para hacer de ese país otra Venezuela. Los demócratas de América debemos estar alertas», tuiteó el expresidente colombiano Andrés Pastrana 11 días antes de las elecciones.
Torres responde que de este foro «se dicen un montón de mentiras» y que no es más que un espacio al que Libre va a discutir y hablar, pero que ya «parece estar mal» por la mera presencia de Venezuela, Cuba y Nicaragua.
«Se llegó a decir que nuestro plan de gobierno lo habían hecho en Venezuela, lo cual es una gran falta de respeto para nuestros compañeros», contesta.
Pineda Alvarado califica de «extrema paranoia» la preocupación por el hecho de que Libre esté implicado en un foro que «no tiene ninguna influencia más que reunirse para hacer declaraciones retóricas sin impacto».
«Además, ni Venezuela ni Cuba están en disposición de apoyar a un gobierno [de Honduras] que depende tanto de EE.UU. El 20% del PIB del país viene de remesas de los hondureños que viven en EE.UU.», agrega para restar importancia a la relación con estos países.
La relación con EE UU y China
Está por ver también si con el regreso de la izquierda habrá cambios en la relación entre Honduras y EE.UU., unidos históricamente por estrechos vínculos comerciales y económicos, así como sus preocupaciones por el narcotráfico y la migración masiva hacia el norte desde el país centroamericano.
Después de que este martes el PN reconociera públicamente su derrota y la victoria de Castro, el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, felicitó al pueblo hondureño y a la presidenta electa. «Esperamos trabajar juntos para fortalecer las instituciones democráticas, promover el crecimiento económico inclusivo y luchar contra la corrupción», tuiteó.
Pineda Alvarado pronostica una relación de apoyo «en la medida que el gobierno cumpla las consignas de EE.UU. Y nuestra dependencia económica de EE.UU. es tan grande que nadie se va a pelear con ellos por proteger una teoría política».
En cuanto a los intereses de Washington, no duda de que su principal prioridad es frenar la migración hacia su país. «Ellos no quieren perder el control de Honduras y seguir perdiendo influencia en su ‘patio trasero’ [Centroamérica] en un momento que ya tiene mala relación con El Salvador, Nicaragua y están distantes con Guatemala».
Mientras gobernó el Partido Nacional desde 2010, ambos países presumieron de una relación cordial. Al menos, hasta que el presidente Hernández fue señalado por narcotráfico en juicios celebrados en EE.UU. (algo que siempre ha negado) y pasó a convertirse en algo así como un «aliado incómodo».
«Esa sombra de Hernández, un personaje con mucho rechazo en el país, hizo tremendo daño al oficialista Asfura, aunque intentó desvincularse de la imagen del presidente. Y EE.UU., por todo lo ocurrido, no estaba esta vez con el candidato del PN», opina.
Torres, de Libre, confirma que Castro ya tuvo diversos encuentros con el gobierno de EE.UU. y se plantean tener «una relación de amigos basada en el respeto».
«Este país ha sido controlado por EE.UU. por más de 100 años y tuvimos una relación complicada. Ellos tuvieron un papel de sostenimiento de parte del golpe de Estado y los gobiernos posteriores, fue aliado directo de esa gente que tanto daño hizo a Honduras. Pero ya estamos en otra etapa y estamos disponibles a trabajar con todos», asegura.
«Por demasiado tiempo, Honduras ha sido tratada como colonia de EE.UU. Y eso no lo vamos a permitir. Pero sí queremos relaciones con ellos, porque hemos visto que este gobierno de Biden tiene una actitud distinta, de respetar la voluntad popular hondureña. Nuestra relación con EE.UU. está en su mejor momento», agrega.
El secretario de Asuntos Internacionales del partido asegura que no está entre los planes de Libre cortar relaciones con aliados extranjeros de los últimos gobiernos de Honduras. Tampoco con Israel, sobre lo que asegura que el PN aceptó mover la embajada hondureña a Jerusalén «para quedar bien con el gobierno de Trump».
También afirma que quieren mantener su histórica relación con Taiwán, algo que parece complicado dada la intención de Castro de establecer relaciones con China continental.
«Lo que hay que ver es si los chinos quieren lo mismo. Su presencia en Centroamérica ya está afianzada en Costa Rica y El Salvador. Honduras no les interesa», apunta Pineda Alvarado.
Cambios sociales
Otra figura que recuerda a la situación previa al golpe de Estado es la propuesta de Libre de convocar una Asamblea Constituyente. Entonces, Zelaya quiso consultar a la población sobre una reforma a la Constitución, que prohíbe la reelección del presidente, lo que fue interpretado por muchos como un deseo de perpetuarse en el poder.
Pero Torres cree que la situación hoy ha cambiado. «Cuando se planteó la Constituyente en 2008, se asumió erróneamente como si un sector la quisiera imponer a todo el país. Hubo resistencia y algunos sectores apoyaron el golpe por miedo, aunque ahora se arrepienten. Pero hoy sería distinta porque tienes en gobierno al sector empresarial, industrial, clase media, profesionales… con diferentes ideas», le dice a BBC Mundo.
Asegura que la conformación de esta figura solo sería «por consenso, y no por imposición» Aclara que el tema de la reelección presidencial «no es un tema ahora para el partido», pero dice que si llegara el momento se consultaría con el pueblo y no se trataría de lograr a través de la Corte Suprema, que fue la que le abrió la puerta a Hernández a presentarse por segunda vez consecutiva.
Más cambios que podrían esperarse del regreso de la izquierda frente a su gobierno hace más de una década es la llegada de nuevas políticas más progresistas y acordes a los tiempos actuales.
En su programa, Libre plantea por ejemplo tres causales para despenalizar el aborto en un país con una de las políticas más restrictivas del mundo para la interrupción voluntaria del embarazo y con parte de la sociedad altamante conservadora.
Un claro ejemplo se vio cuando el programa de gobierno de Libre contempló incluir en los centros de enseñanza «educación sexual inclusiva para personas LGTBIQ+». Tras la polémica creada en redes sociales, la propuesta fue eliminada alegando que fue «un error».
Por eso, Pineda Alvarado no cree que vaya a haber avances en materia social. «Esas medidas no se van a llevar a la práctica porque la Iglesia tiene aún mucho poder en estos países, y porque parte de la sociedad que respalda esas reformas necesarias aún es tímida y pequeña».
«Los problemas de Honduras son muy grandes y son tantos que el nuevo gobierno no invertirá su tiempo en temas como aborto o matrimonio igualitario. Eso se dará, pero no en este gobierno», concluye.