Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido, que había sufrido una masiva destrucción debido a los bombardeos aéreos nazis —conocidos como el Blitz—, emprendió una gigante campaña de reconstrucción.
Para ello, recurrió a sus colonias, agrupadas en la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), ofreciendo empleo y una nueva vida en Reino Unido a quienes estuvieran dispuestos a sumarse a los esfuerzos de reconstrucción.
Entre 1950 y 1970 miles de ciudadanos de países del Caribe como Jamaica, Barbados, Guyana o Trinidad y Tobago —que permanecían entonces bajo dominio británico— respondieron al llamado y se mudaron a las islas británicas, muchos con sus familias.
A esa generación se la apodó Windrush, el nombre de uno de los primeros barcos que arribaron del Caribe con estos jóvenes migrantes.
La mayoría nunca regresó a sus países de origen.
La generación Windrush dejó una fuerte impronta en Reino Unido y, desde 1966, se celebra la cultura caribeña cada año en el famoso carnaval de Notting Hill, una de las festividades más populares de Londres.
Sin embargo, en los últimos años estos inmigrantes caribeños de posguerra han sido el centro de una serie de controversias.
En 2018, la ministra del Interior británica, Amber Rudd, debió dimitir luego de que se descubriera que algunos miembros de la generación Windrush habían sido declarados inmigrantes ilegales.
El escándalo se dio a conocer tras la filtración de documentos que mostraban que el gobierno conservador de Theresa May había establecido cuotas de deportaciones de inmigrantes, que incluían a personas de origen caribeño que habían llegado en la posguerra para ayudar con los esfuerzos de reconstrucción.
Ahora, una investigación de la BBC ha descubierto una nueva polémica relacionada con la generación Windrush.
Enfermos deportados
Documentos desclasificados revelaron que cientos de estos inmigrantes que padecían enfermedades crónicas o de salud mental fueron enviados de regreso al Caribe, algo que ha sido descrito por el gobierno británico actual como una «injusticia histórica».
Los documentos del Archivo Nacional descubiertos por Navtej Johal y Joanna Hall, de BBC News, muestran que al menos 411 personas fueron enviadas de regreso entre 1958 y principios de la de 1970, bajo un esquema que supuestamente era voluntario.
Dado que los departamentos gubernamentales de la época no parecen haber mantenido registros completos, se estima que el número podría ser mayor.
Algunos expertos creen que el esquema puede haber sido ilegal porque no todos los pacientes tenían la capacidad mental para aceptar irse.
Familiares de quienes se fueron están exigiendo que el gobierno abra una investigación pública sobre esta polémica política de repatriación.
Un portavoz del gobierno conservador de Rishi Sunak señaló: «Reconocemos la campaña de las familias que buscan abordar la injusticia histórica que enfrentan sus seres queridos, y seguimos absolutamente comprometidos con corregir las injusticias que enfrentan los miembros de la generación Windrush».
Familias “desgarradas”
Los periodistas Navtej Johal y Joanna Hall se pusieron en contacto con algunos de los hijos de personas repatriadas, quienes les revelaron cómo esta política “desgarró” a sus familias.
El padre de June Armatrading, Joseph, llegó a Reino Unido en 1954 y vivió en Nottingham con su esposa y sus cinco hijas.
Venía de St Kitts, una colonia británica que todavía se administraba directamente desde Londres, y por ello era titular de un pasaporte británico.
En la década de 1960 comenzó a luchar con su salud mental y le diagnosticaron psicosis paranoide. En 1966 fue devuelto a St Kitts. Nunca volvió a ver a su familia.
June, quien ahora tiene 65 años, dijo que su madre les dijo a ella y a sus hermanas que su padre las había «abandonado».
Creció siempre creyendo que su padre no las amaba, lo que le provocó una «gran angustia».
Sin embargo, entre los documentos que vio la BBC había una carta escrita por Joseph en la que pedía regresar a Reino Unido para poder reunirse con su familia. Poco se sabe sobre lo que le sucedió después.
En otros documentos previamente confidenciales, funcionarios del gobierno admitieron que el procedimiento de repatriación de Armatrading «no había sido correcto» y que le habían despojado por error de su pasaporte.
Cuando los periodistas de BBC News le mostraron a June las cartas, se sorprendió.
«Estoy molesta. Es terrible, realmente terrible… ¿cómo se atreven?», dijo. «Era un hombre vulnerable. Se supone que debes cuidar a tu gente vulnerable y no lo hicieron. Simplemente lo dejaron, lo abandonaron«.
Marcia Fenton fue puesta en un orfanato cuando era pequeña.
Su madre, Sylvia Calvert, había sido enviada de regreso a Jamaica a fines de la década de 1960, y su padre no podía arreglárselas solo.
Madre e hija solo se reencontraron muchos años después en Jamaica. Sylvia ya había sido dada de alta, pero aún no se encontraba bien. Murió en 2007.
Marcia todavía quiere saber qué le pasó a su madre cuando regresó a Jamaica. Todo lo que sabe es que pasó algún tiempo en el Hospital Bellevue, en la capital de la isla, Kingston.
«El que la enviaran de regreso a Jamaica me privó de tener una madre«, le dijo Marcia a la BBC.
Quiere que se investigue cómo y por qué personas como su madre fueron devueltas. «Nadie debería haber sido repatriado si tenía una enfermedad mental», dijo. «El gobierno británico debería disculparse«.
Según la política que llevaba a cabo la Junta Nacional de Asistencia —precursora del actual Departamento de Trabajo y Pensiones—, que estaba a cargo del proceso, solo eran repatriadas aquellas personas que habían «expresado su deseo de regresar».
Pero el profesor Kris Gledhill, quien anteriormente se desempeñó como juez de un tribunal en casos de salud mental, dijo que era cuestionable que la práctica de repatriar a pacientes con enfermedades mentales fuera legal.
«Lo que estás haciendo es confiar en una ‘elección voluntaria’ que, si evaluaras adecuadamente la capacidad de la persona para tomar esa decisión, dirías que no tiene capacidad«.
Los documentos desclasificados también sugieren que la repatriación solo debía llevarse a cabo si «beneficiaba» a los pacientes y si había «arreglos adecuados» para cuando regresaran.
Sin embargo, una investigación académica sobre el estado de la atención de salud mental en el Caribe en esa época señala que se carecía de «personal y recursos capacitados».
Los documentos de la época muestran que a los funcionarios del gobierno británico les preocupaba no dar la impresión de que estaban «intentando deshacerse activamente… de los ciudadanos de la Mancomunidad que no servían de nada a Gran Bretaña», pero esto no parece haber convencido a los funcionarios de Jamaica.
En 1963, la Oficina del Alto Comisionado escribió al gobierno británico quejándose de que los hospitales de Reino Unido solicitaban repatriaciones «en gran parte por la presión sobre las camas u otros servicios hospitalarios».
«Inmigración de color»
Como «ciudadanos de Reino Unido y Colonias» (CUKC), la generación Windrush disfrutaba del mismo estatus legal que cualquier persona nacida en Reino Unido. Sin embargo, el profesor James Hampshire de la Universidad de Sussex dijo que, desde la primera llegada de personas de la Mancomunidad del Caribe, tanto los gobiernos laboristas como los conservadores deseaban restringir su número.
«La intención y el efecto de la legislación que se aprobó en ese período [décadas de 1960 y 1970] fue restringir algunos tipos de migración y no otros. Estaba dirigida principalmente a lo que en ese momento se denominó ‘inmigración de color», señaló.
Por su parte, la abogada de inmigración Jacqueline McKenzie, del bufete de abogados Leigh Day, quien representó a cientos de víctimas del escándalo Windrush de 2018, dijo que «se han destruido vidas”.
“El Estado ahora debe brindarles a los descendientes de estas personas respuestas y algún tipo de reparación», consideró.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional