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La violaron a los 19 años y ahora dirige un «servicio de abortos»

por Avatar EL NACIONAL WEB

Abigail (no es su verdadero nombre) tiene 23 años y es madre de un niño de 4 años.

También es la fundadora de un grupo secreto en WhatsApp que ha ayudado a cientos de mujeres en Brasil a poner fin a sus embarazos no deseados.

Brasil es uno de los países con las leyes de aborto más estrictas del mundo, lo cual hace muy difícil que las mujeres puedan abortar aún en casos de violación, en los que las leyes sí permiten en aborto.

Por medio del grupo de WhatsApp, las mujeres pueden comprar ilegalmente las mismas píldoras de aborto que se usan legalmente en los hospitales.

Anigail y otras tres jóvenes -ninguna de las cuales tiene entrenamiento médico- les ayudan durante todo el proceso, a menudo con un intercambio de mensajes de texto y audios minuto a minuto cuando experimentan los dolores y la agonía del aborto.

El grupo sabe que está violando la ley y está arriesgando su libertad. Pero sin esta ayuda, dicen, las jóvenes pueden ponerse en un riesgo mucho mayor si recurren a las clínicas de aborto ilegales.

Según el ministerio de Salud, al menos cuatro mujeres mueren cada día en Brasil debido a complicaciones después de abortos inseguros.

Se calcula que el número de abortos clandestinos es de medio millón al año, y la mitad de éstos provocan emergencias hospitalarias.

Lugar seguro

Yo me uní al grupo de WhatsApp encubierta, pretendiendo estar embarazada y buscando un aborto.

Durante los siguientes cinco meses, seguí la conversación antes de contactar a las fundadoras del grupo e identificarme como periodista de BBC Brasil.

Actualmente hay más de 80 mujeres en el grupo, y unas 20 se unen a éste cada mes. Otras dejan el grupo en cuenta terminan sus abortos.

En raras ocasiones, alguna de ellas decide tener al bebé. Muchas usuarias son menores de edad. El grupo se ha convertido en un lugar seguro donde las mujeres pueden encontrar ayuda y apoyo.

Una de las administradoras calcula que en tres años han ayudado a unas 300 mujeres a tener abortos.

«Algunas veces pienso en dejar de hacerlo, pero cuando veo que una mujer tiene la oportunidad que yo no tuve, me siento mejor», le dijo Abigail a la BBC. «Me siento vindicada».

«Me gusta ver que las mujeres pueden seguir adelante (con sus vidas)».

Violada y descartada

Abigail me contó que cuando tenía 19 años un policía la secuestró y la violó.

Traumatizada, pasó dos semanas en confinada en la cama en casa de una amiga hasta que se sintió suficientemente fuerte para tratar de reportar el crimen a la policía.

Pero en una estación de policía que se especializa en crímenes contra las mujeres, los investigadores la convencieron de que no lo reportara.

«Me pidieron que me marchara. Cuando fui a la estación de policía de las mujeres, estaba herida y aún así tuve que pasar por todo tipo de humillación», cuenta.

«Cuando le dije a la jefa de policía el nombre del hombre que me violó, ella me dijo que no había nada que pudiera hacer por mi».

Tres meses después, Abigail descubrió que estaba embarazada.

«Después de que me violaron, caí en una depresión. Me quise suicidar varias veces. Pero entonces pensé, bueno, al menos estoy viva. Perseguiré mis sueños y todo estará bien».

«Entonces descubrí que estaba embarazada, y fue como si vida terminara».

Sin alternativa

Abigail quería poner fin a su embarazo y buscó ayuda en un hospital. Las leyes brasileñas permiten el aborto en casos de violación, de anencefalia fetal o de riesgo a la vida de la madre.

No se requiere que la mujer reporte el crimen a la policía, pero muchos hospitales requieren un informe de la policía antes de acordar llevar a cabo el procedimiento.

«Me pidieron un informe de la policía y yo no tenía uno», dice Abigail.

Agrega que en ese momento tenía poco conocimiento de sus derechos.

«Yo era vulnerable. No tenía fuerzas para desafiar lo que me estaban diciendo».

Su hijo nació y ahora tiene 4 años. Abigail afirma que sigue siendo discriminada por ser «una madre soltera».

«La mayoría de la gente no sabe (sobre la violación) así que piensan que yo no conozco al padre de mi hijo».

«Amo a mi hijo. Pero yo no deseaba un embarazo. Ser madre es algo que yo no quería. Esto cambió mi vida por completo».

«Sentía que tenía toda mi vida por delante y eso me lo robaron».

«Injusto»

El grupo, dice, es una forma de ayudar a las mujeres que no tienen otra alternativa para someterse a un aborto seguro en un hospital debido a las estrictas leyes de aborto de Brasil.

Asegura que desea evitar que las mujeres busquen clínicas ilegales, a menudo inescrupulosas, o que lleven a cabo la terminación totalmente solas.

«No creo que sea justo que las mujeres se vean forzadas a hacer esto, cualquiera que sea la razón por la que no quieren al bebé».

Si ella o alguna de sus amigas son descubiertas, pueden enfrentar hasta cuatro años de cárcel por inducir un aborto con el consentimiento de la mujer.

Puede haber otros delitos vinculados a vender las píldoras ilegalmente o a formar una organización criminal.

«Quizás un día ellos (la policía) vendrán por mi», afirma.

«Espero que eso tome mucho tiempo. Espero que nunca ocurra. Desafortunadamente si ocurre, probablemente yo no podré enfrentar muy bien la prisión».