Un ángel recién emergido del cielo bate sus alas en una serie de piruetas antes de aterrizar con una explosión azul, en un espectáculo más propio del Cirque du Soleil que de un desfile de ropa interior.
De la cegadora luz emerge la modelo brasileña Adriana Lima, con un sujetador metálico tipo push-up y medias de látex rosa hasta la ingle, seguida de su compatriota Gisele Bündchen, la modelo mejor pagada del momento, quien luce un triquini amarillo chillón.
Sentados en primera línea están los músicos Sean Combs —más conocido como Puff Daddy o P. Diddy— y Pharrell Williams, el actor Chris North, Mr. Big en Sex and the City, o el magnate inmobiliario Donald Trump y su aún novia Melania Knauss.
Es 2003 y nadie entre el variopinto público ha querido perderse el noveno show anual de Victoria’s Secret, la firma de lencería más célebre de todos los tiempos.
Tras una aplaudida actuación de Sting y Mary J. Blige, la última del séquito de maniquís de piernas kilométricas y tangas minúsculos en aparecer en escena es la alemana Heidi Klum.
Encargada de cerrar el espectáculo de 40 minutos, recorre la pasarela enfundada en un conjunto cuajado de diamantes y encaje valorado en US$11 millones y unas alas blancas de cuatro metros y medio de alto.
Así lucía la empresa es sus buenos tiempos, cuando rompía año tras año récords de ganancias y marcaba tendencia de lo que era sexy y lo que no, como fenómeno cultural ineludible en el que se había convertido.
Sin embargo, no todo era brillo, y su estatus en el olimpo del retail no duró.
De la oscuridad tras la marca y su estrepitosa caída, más espectacular si cabe que su ascenso, trata Victoria’s Secret: Angels and Demons («Victoria’s Secret: Ángeles y demonios»).
La serie documental de tres capítulos aborda episodios relacionados con el acoso y la misoginia e involucra incluso al financiero Jeffrey Epstein, quien se suicidó en 2019 antes de ser juzgado por tráfico de menores y conspiración. Y lo hace con entrevistas a exejecutivos, otros empleados clave de la empresa y algunas modelos, y con videos internos inéditos.
Su director, Matt Tyrnauer, un exeditor de la revista Vanity Fair metido a documentalista, supo que había encontrado tema para su nuevo trabajo cuando en 2019 se enteró que varias modelos estaban rebelándose contra la firma en las redes sociales.
«Estaban mordiendo la mano que les daba de comer», le dijo el director al diario británico The Guardian. «Me gusta contar historias sobre mundos y sistemas cerrados y pensé que ahí había algo».
La serie tiene efectivamente mucha tela que cortar, pero te contamos cuatro de las revelaciones más impactantes que hace al desmantelar el universo Victoria’s Secret.
1. Una relación de décadas de su CEO con Jeffrey Epstein
Poca gente habrá que no haya escuchado hablar de Victoria’s Secret, pero serán menos aquellos a los que les suene el nombre del que fuera su director general, Leslie Wexner.
Nacido en Ohio en 1937, es el multimillonario fundador de L Brands Inc., empresa matriz de marcas como The Limited, Bath & Body Works y Abercrombie & Fitch (que también estuvo en el ojo del huracán y tiene su propio documental).
Su joya de la corona, Victoria’s Secret, se la compró por US$1 millón a su fundador Roy Raymond en 1982 y al cabo de una década la había convertido en un negocio multimillonario.
«Fue el tipo que descubrió cómo hacer que los estadounidenses comprasen, comprasen, comprasen y comprasen«, dice de él Teri Agins, autora del libro The End of Fashion (El fin de la moda, 1999).
Pero a pesar de sus méritos que ya en 1986 lo llevaron a ser el sexto hombre más rico de EE UU, Wexner mantuvo durante años un perfil bajo más allá de los círculos empresariales, hasta que el arresto del financiero Jeffrey Epstein por cargos de tráfico sexual en 2019 lo puso en el radar del público general.
Epstein y Wexner se conocieron a mediados de los 80, cuando los presentó un amigo común, el ejecutivo de seguros Robert Meister. Y según quienes los frecuentaban en aquella época, rápidamente se volvieron aliados.
«La gente dice que es como si tuviéramos un mismo cerebro«, le dijo el propio Epstein a Vanity Fair en 2003 sobre su relación con Wexner. «Cada uno controlaba un lado».
Preguntados por cómo un exprofesor de matemáticas convertido en asesor de inversiones consiguió que Wexner se volviera su mayor cliente, varias voces de la docuserie apuntan a su «personalidad fascinante» y su «capacidad de convencer a cualquiera de cualquier cosa».
Aunque Cindy Fedus-Fields, ex directora general de Victoria’s Secret Direct, una de las ramas del conglomerado, señala que se trataba de una relación en la que ganaban los dos: «Wexner tenía el dinero que Epstein quería, y Epstein el glamur y refinamiento que Wexner buscaba» para poder moverse entre la alta sociedad neoyorquina.
Sea como fuere, el empresario le otorgó al consultor poderes notariales en 1991, dándole «un control ilimitado sobre todos sus activos», de acuerdo a la reportera de The Washington Post, Sarah Ellison.
Epstein podía firmar cheques, comprar y vender propiedades y pedir préstamos en nombre de Wexner.
Tuvo tales potestades hasta 2007, cuando Wexner rompió relaciones profesionales con él, después de que salieran a la luz las primeras acusaciones en su contra en Florida.
2. Epstein haciéndose pasar por reclutador de modelos
Epstein nunca trabajó oficialmente para la firma de lencería de su cliente. Así se lo aclaró en 2019 un portavoz de Victoria’s Secret a The New York Times.
Sin embargo, eso no pareció un obstáculo para que el financiero se presentara como un encargado de reclutar modelos para la misma.
En una parte del documental Fedus-Fields recuerda cómo una ejecutiva de la firma le informó de ello en 1993 y cómo ella misma se lo reportó a Wexner. Este, asegura, le contestó que «le pararía los pies».
De acuerdo a una declaración escrita incluida en la serie documental, el abogado del empresario afirma que este «se enfrentó a Epstein» a raíz de las acusaciones ese mismo año, pero que este negó haberse hecho pasar por cazatalentos para la empresa.
Sin embargo, en 1997 la modelo Alicia Arden, quien había posado para la revista Playboy y actuado en la serie Baywatch («Los vigilantes de la playa»), denunció ante la policía que Epstein la había invitado a un hotel de Santa Mónica, California, con la excusa de que buscaban modelos para Victoria’s Secret.
De acuerdo con lo descrito por Arden, quien tenía entonces 27 años, Epstein la agarró por el trasero, trató de desnudarla y le dijo que quería «maltratarla».
El financiero lo negó en repetidas ocasiones y Wexner siguió apoyándolo públicamente.
En 2003, en una entrevista con Vanity Fair, el empresario se refirió a Epstein como alguien «muy inteligente, que combina un excelente juicio con unos estándares inusualmente altos», además de describirlo como «el más leal de los amigos».
A día de hoy sigue negando «haber tenido conocimiento alguno de la conducta sexual inapropiada de Epstein mientras trabajaba para él», le informó su abogado a los productores de documental.
Aun así, exempleados de la firma y periodistas que han investigado el tema aseguran que este comportamiento achacado a Epstein se enmarca en las acusaciones que más adelante saldrían a la luz: de que entre 2002 y 2005 pagó a menores de hasta 14 años a cambio de sexo y que las utilizó después para reclutar a otras niñas para lo mismo.
La abogada especializada en trata Conchita Sarnoff asegura que Epstein pudo «traer a niñas de todo el mundo a EE UU bajo la apariencia de que las estaba contratando para modelar» gracias a su posición como el asesor financiero de Wexner.
Epstein se suicidó el 10 de agosto de 2019 en la celda en la que estaba preso en Nueva York mientras esperaba ser enjuiciado por acusaciones de tráfico sexual y conspiración. Tenía 66 años, se había declarado no culpable y se enfrentaba a hasta 45 años en la cárcel en caso de ser condenado.
Quien sí fue sentenciada fue su expareja y socia Ghislaine Maxwell, a quien en diciembre de 2021 el juez encontró culpable, entre otros delitos, de tráfico sexual para que Epstein abusara de menores.
Wexner nunca figuró como coconspirador en las acusaciones ni fue implicado de ningún modo en el caso.
Y en una carta enviada a sus trabajadores en 2019 tras el arresto de Epstein, les aseguró que «nunca estuvo al tanto de actividad ilícita alguna del acusado». «Nunca hubiera imaginado que un empleado mío pudiera causar tal dolor a tanta gente», añadió.
Ese mismo año el empresario reveló que también fue víctima de Epstein, a quien acusó de robarle US$46 millones, aunque nunca presentó cargos contra él por ello.
3. La «cultura del acoso y la misoginia» dentro de Victoria’s Secret
Las acusaciones de conducta inapropiada contra Epstein no fueron las únicas que salpicaron a Wexner en sus tiempos al frente del gigante de la lencería.
Por aquella época, una serie de empleados y modelos empezaron a hablar de la «cultura del acoso y la misoginia» al interior de Victoria’s Secret.
En el documental varias exejecutivas acusan a Ed Razek, quien fuera el máximo responsable operativo de la firma, creador del desfile de los «ángeles» y sus shows televisados, de tratar de besar a las modelos y de pedirles que se sentaran en su regazo.
Él ha rechazado dichos señalamientos y se ha negado dar declaraciones para la serie, «para no dignificar unas acusaciones tan locas con una respuesta», tal como recoge la revista Times.
Sin embargo, en una entrevista ofrecida en 2019 a Vogue puso en cierta forma al descubierto la cultura señalada en el documental, dejándose a sí mismo en evidencia.
«Si me estás preguntando si hemos pensado en incluir a una modelo transgénero en el desfile o a una de tallas grandes, lo hemos hecho», dijo Razek. «¿Por qué no incluimos a alguien con la talla 50? ¿O con la 60? ¿No deberíamos tener a transexuales en nuestro espectáculo? No, no deberíamos. ¿Y por qué no? Porque el show es una fantasía».
La reacción de rechazo por parte de colectivos LGBTI y miembros de la industria de la moda fue tal, que Victoria’s Secret emitió un comunicado de disculpa y Razek se vio obligado a dejar el cargo.
4. La incapacidad de la marca para adaptarse al mundo post-MeToo
«Debíamos seguir la cerrada visión de estos hombres sobre cómo debe ser una mujer, una bomba sexual, (alguien con una imagen) inalcanzable», dice Sharleen Ernest en la docuserie, refiriéndose a Razek pero también a Wexner.
De acuerdo a la exejecutiva de Victoria’s Secret, sus directivos nunca aceptaron sugerencias para expandir la marca hacia el mercado de la ropa interior para embarazadas y lactantes, o para incluir en su catálogo prendas reductoras.
En aquel tiempo, modelos del más alto nivel que habían sido ángeles durante varias temporadas comenzaron a publicar en las redes sociales mensajes en los que se podía leer críticas a Victoria’s Secret entre líneas.
Como cuando Bella Hadid, después de participar en el show de Savage x Fenty, la marca de Rihanna, cuyo casting incluía mujeres con distintas edades y fisionomías, dijo que nunca se había sentido tan cómoda en ropa interior.
En 2020 Wexner dejó el cargo de CEO, vendiendo también su participación mayoritaria en la compañía.
Un año después Victoria Secret’s se despidió del desfile de los ángeles que desde 1995 había generado tanta expectación y anunció un rediseño total de su imagen de marca.
En un intento de volverse más inclusiva, creó el Colectivo VS, conformado por mujeres como la futbolista Megan Rapinoe, la esquiadora Eileen Guy y la modelo de tallas grandes Paloma Elsesser.
Los entrevistados para el documental coinciden en que fue un cambio positivo, pero tardío.
«Que se presenten ellos mismos como una marca renacida es también una parte interesante de la historia», le dijo sobre ello el director Tyrnauer a CNN.
«Pero lo más fascinante de todo es cuán tarde llegaron a ello, tras haber sido tan brillantes para navegar el espíritu de cada época y explotar las principales tendencias culturales para generar millones de dólares durante tantos años».
Victoria’s Secret sigue siendo una marca lucrativa—el año pasado reportó unas ganancias de US$6.700 millones, un 25% más que el año anterior— pero lucha por algo que ya parece imposible: recuperar la relevancia de otra época.
Mientras, con US$5.800 millones Wexner sigue siendo el hombre más rico de Ohio, pero su legado quedó profundamente dañado, quizá de forma irrevocable, por los escándalos y su estrecha relación con Epstein.