Hace unos tres años, el chef Jiri Rönkä estaba planeando un viaje grande.
En su casa, en Finlandia, tomó un mapamundi y lo empezó a observar con detenimiento.
«Vi varios países, entre ellos Brasil y Venezuela, y descubrí que la capital era Caracas», le cuenta a BBC Mundo.
Eso le llamó la atención porque una de sus bandas de rock favoritas tiene un nombre similar.
«Caracas, es de heavy metal. En las cocinas de Finlandia escuchamos música rara», bromea.
Poco tiempo después, y sin decidir aún si viajaría a Sudamérica, agarró sus ahorros y emprendió su aventura.
«La idea era hacer un viaje para surfear por un año. Viajé por Europa y me fui a Bali, en Indonesia».
Allí, su vida daría un giro inesperado.
Un encuentro
En la nación asiática, se estaba hospedando en un hostal.
«Alguien me contó que había una muchacha venezolana que también se estaba quedando ahí y me dije: ‘Wow, Venezuela, qué exótico, no sé nada de Venezuela, nunca he conocido a nadie de ese país. ¿Cómo será?».
Se encontró con Elea, bailó con ella y se enamoró.
«Cuando vi ese mapa, jamás me hubiese imaginado que iba a tener una novia venezolana. ¿Quién lo iba a pensar?».
Debido a la pandemia, tuvieron que quedarse un año en Indonesia.
Pero una vez levantadas las restricciones de viaje, no se demoraron en hacer sus maletas.
«Yo nunca pensé en venir a Venezuela».
Y, tras un año de vivir ahí, expresa su fascinación: «Me encanta estar aquí».
«Lo mejor de Venezuela es su gente, es maravillosa. He conocido personas increíbles».
«Para mí, Venezuela es un paraíso a su manera. Tengo todo lo que amo: mi trabajo, la playa, surfear, la gente, buenos momentos».
Su tierra natal
Desde hace varios años, Finlandia, con sus 5 millones y medio de habitantes, ha sido declarado como el país más feliz del mundo: se ha ubicado de primero en un ranking que es patrocinado por las Naciones Unidas.
La clasificación, conocida como World Happiness Report, se basa en la evaluación que hacen los ciudadanos de cada país sobre su propia felicidad y en parámetros económicos y sociales de sus naciones.
En el último informe, que incluyó 146 países, Venezuela se ubicó en la posición 108.
Rönkä creció en una región, en el norte de Europa, que por décadas ha registrado altos niveles de riqueza per cápita y baja desigualdad, y posee un sólido Estado del bienestar.
«En Finlandia, hay un buen sistema y todo funciona, la gente es feliz, pero no lo muestra así». Y al decir «así» abre los brazos de par en par.
A los venezolanos los describe como «muy acogedores, abiertos, conversadores».
Y eso, explica, «es totalmente diferente a cómo es la gente en Finlandia».
«Yo creo que quizás por el clima no somos tan abiertos».
En invierno, en algunas regiones, las temperaturas pueden descender a -45 grados centígrados.
«El clima aquí es tan perfecto, es como el día de verano más perfecto en Finlandia».
«Allá, la primavera es mi época favorita del año. La nieve se empieza a derretir, todo empieza a crecer, la gente se siente más feliz, tras salir del invierno».
Por eso, para él, «Venezuela se siente como una primavera encantadora después de un largo y frío invierno. Es todo, su gente, el clima, sus playas».
«Culturalmente somos diferentes. Por ejemplo, la distancia entre extraños en la calle es de unos dos metros. Aquí no».
«Somos un país frío, no sólo en términos del clima sino de personalidad. Pero también tenemos una muy buena parte y es que somos realmente leales y puedes confiar en nosotros».
«Si te haces amigo de un finlandés, esa amistad va a durar toda la vida, esa persona hará lo que sea por ti».
De sus compatriotas también destaca su empatía y el amor por lo que hacen y por la vida.
La pasión por la cocina
Rönkä comenzó su carrera gastronómica hace 16 años.
«Tenía 21 años y no sabía qué hacer con mi vida».
Acababa de finalizar el servicio militar y se fue a Australia, donde «terminé trabajando en restaurantes, en cocinas y me di cuenta de que era el coolest trabajo que había tenido».
Vivió en ese país dos años, periodo en el que sus «habilidades culinarias mejoraron notablemente».
Además, «me enamoré de la experiencia en la cocina, de los amigos que hice, de lo mucho que aprendí».
Regresó a Finlandia y estudió cocina en la Escuela Culinaria de Helsinki y obtuvo la calificación head chef, jefe de cocina, en la Universidad Omnia, en la capital.
Trabajó en los restaurantes de esa ciudad por 11 años hasta que decidió emprender su viaje.
El platillo que más le gusta preparar es «pechuga de pato salvaje asada y ahumada con compota de frambuesas, pastel de cebolla caramelizada, salsa de vino blanco moreno y puré de coliflor».
Su primera receta, que creó hace 15 años en un restaurante en Finlandia, fue un postre que sigue haciendo: «creme brulée de limón con churro de plátano, espuma de hoja de lima, frutas marinadas en lemongrass y salsa de chili con chocolate».
Trabaja como freelancer y sus asistentes son venezolanos.
«Cocino en cenas privadas para grupos. Voy a las casas y preparo entre cuatro y siete platos. También participó en eventos en restaurantes».
Su objetivo no sólo es ofrecer platillos deliciosos sino una experiencia en la que los invitados se lleven un poco de la historia detrás de la comida que saborearon.
«El pan más saludable»
«Puedo hacer arepas, aunque mi novia las hace mucho mejor», dice con una sonrisa.
Quiere aprender la técnica que usaban los antepasados para prepararlas, hace unos cuantos cientos de años.
«Amo las arepas. Para empezar es el pan más saludable que hay, todas las personas en el mundo deberían comer arepas».
Rönkä se especializa en lo que llaman cocina nórdica moderna, que -explica- es una nueva manifestación de la cocina escandinava que se inició en 2004, en Dinamarca.
«Uso mucho pescado, comida de mar, vegetales, carnes e implemento técnicas de cocina antiguas para ahumar, marinar, curar, fermentar, conservar».
«Son sabores nuevos para los venezolanos, pero suaves como su comida».
«Si piensas en el pabellón, las arepas, las cachapas, no son sabores tan fuertes, especialmente si los comparas con la comida asiática o la mexicana».
«Como pasa en Venezuela, la cocina nórdica no usa ingredientes muy picantes».
Cuenta que trata de ofrecer en sus platos los sabores de su tierra «tanto como le sea posible».
Usa alimentos locales, así como también salmón de Chile, bayas y otros ingredientes que trajo de Finlandia.
Sin embargo, se está preparando para incursionar en una nueva etapa gastronómica: hacer un menú sólo con ingredientes venezolanos.
El día a día
Le gusta mucho ir a El Ávila, la imponente montaña y parque nacional que rodea Caracas, viajar y salir. Pero sabe que es importante ser precavido.
Y es que la inseguridad y los altos índices de criminalidad son una de las principales preocupaciones entre muchos venezolanos.
«La familia de mi novia es muy protectora y como muchas personas en Venezuela son conscientes de cómo se mueven, a dónde van y qué hacen».
«He aprendido a ser así», dice, y resalta cuán diferente es en Finlandia, que se caracteriza por ser un país seguro.
«La familia de mi novia no me deja ir a lugares que puedan representar un riesgo y me han enseñado por donde desplazarme. Me siento seguro».
También me cuenta que le parece que los fármacos son caros y que la medicina en general es muy costosa.
Dice que en la zona de Caracas donde vive los cortes de electricidad- que han afectado a varias zonas del país por años- no son tan frecuentes.
Para garantizar que tienen agua para toda la semana, en su casa se aseguran de llenar los tanques.
Y es que los problemas de suministro y el racionamiento de agua son una fuente de angustia para muchos venezolanos.
En marzo, un estudio de la organización no gubernamental Monitor Ciudad reveló que los caraqueños pasan alrededor de 100 horas a la semana sin agua en sus tuberías.
Se queda
Rönkä tiene varios objetivos en mente.
«Espero en el futuro poder trabajar en un restaurante como head cheff» e incluso sueña con abrir su propio establecimiento.
Y es que, dice, «Venezuela nunca deja de sorprenderme».
«Siempre hay cosas nuevas para experimentar. He estado un año y sigo encontrando cosas nuevas. Es un país que se mueve muy rápido».
«Me enamoré de Venezuela por su gente, por la forma en que socializan, es maravilloso».
«He viajado por muchos países y en ninguna parte pasa lo que sucede en (la playa) Los Caracas: la gente habla contigo de lo que sea, comparte lo que tiene con completos extraños».
«Por ejemplo, conocí a un muchacho que trabaja en una compañía que hace la comida para una aerolínea y me dijo: ‘¡Ah, tú eres chef! Donde trabajo estamos buscando a un chef ejecutivo, ¿te interesa?».
«Eso sólo pasa aquí. Es difícil describirlo, es algo muy especial lo que he encontrado aquí».
Le agradece a la vida que conoció «estas hermosas tierras».
Por eso, junto a su novia, decidió que se queda en Venezuela.
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