40 millones antes que los primeros dinosaurios aparecieran en la Tierra, un feroz depredador rondaba los pantanos prehistóricos.
Medía hasta dos metros y su enorme cráneo de más de medio metro incluía una boca con largos colmillos entrelazados que actuaba como una copa de succión para devorar a sus presas.
Se trata de Gaiasia jennyae, cuyo fósil fue recientemente descubierto en Namibia y descrito por los científicos en un artículo en la revista especializada Nature como una salamandra gigante con una cabeza plana en forma de retrete.
«Esta criatura acertadamente podría llamarse ‘salamandra infernal’”, comentó el periodista científico Paul Smaglik, en un texto en la revista Discover a propósito del hallazgo.
El fósil recibió el nombre por la formación Gai-as en Namibia, donde fue descubierto, y en honor a Jenny Clack, la paleontóloga que se especializó en la evolución de los primero tetrápodos, los vertebrados cuadrúpedos que evolucionaron de los peces con aletas lobuladas y que fueron los ancestros de anfibios, reptiles y mamíferos.
- Revelan la cara de una mujer neandertal que vivió hace 75.000 años
- Una serpiente pitón se come a una mujer de 36 años en Indonesia
- El hallazgo de Argolandia, el continente desaparecido hace 155 millones de años
- Copa América 2024: mira aquí cómo quedan los cuartos de final, resultados y las tablas de posiciones del torneo
- Por qué se ha reducido el tamaño de nuestro cerebro en comparación con el de los neandertales
“Encontramos este enorme espécimen que yacía como un gigante solidificado en un saliente rocoso. Fue realmente impactante”, relató Claudia A. Marsicano de la Universidad de Buenos Aires, colíder del equipo investigativo. “Con sólo verlo supe que se trataba de algo completamente diferente. Estamos todos muy emocionados”, expresó la paleontóloga.
El equipo halló varios especímenes, incluyendo uno con un muy buen preservado cráneo articulado con la columna vertebral.
“Después de examinar el cráneo, la estructura frontal me llamó la atención. Era la única parte visible en ese momento y mostraba unos grandes colmillos entrelazados muy inusuales, que creaban una mordida extraña para los tetrápodos primarios”.
Jason Pardo, investigador de postdoctorado del Museo Field de Chicago y coautor del artículo, explicó que la forma de la cabeza y de la mandíbula le permitían abrir la boca y aspirar sus presas. “Contamos con material realmente fantástico, incluyendo un cráneo completo que podemos usar para compararlo con otros animales de esta época y entender cómo fue este animal y qué lo hace único”.
Marsicano añadió que el “nuevo, excepcionalmente grande, tetrápodo acuático aporta información crítica sobre los tetrápodos que habitaron las altas latitudes de Gondwana”, en referencia a las regiones polares de la masa terrestre prehistórica.
Arcaico ancestro
Aunque hoy en día Namibia se encuentra apenas al norte de Sudáfrica, hace 300 millones de años estaba mucho más al sur, cerca del paralelo 60, casi a la altura del punto más septentrional de la Antártida actual. Y en ese momento, la Tierra se acercaba al final de una era glacial.
Las tierras pantanosas cercanas al ecuador se estaban secando y se estaban volviendo más boscosas, pero más cerca de los polos, los pantanos permanecían, posiblemente junto a parches de hielo y glaciares.
En las partes más cálidas y secas del mundo, los animales evolucionaron hacia nuevas formas. Los primeros vertebrados de cuatro patas, llamados tetrápodos, se ramificaron y se dividieron en linajes que un día se convertirían en mamíferos, reptiles y anfibios. Pero al margen, en lugares como lo que hoy es Namibia, permanecieron formas más antiguas.
«Es realmente sorprendente que Gaiasia sea tan arcaica”, comentó Pardo. “Estaba emparentada con organismos que se extinguieron probablemente 40 millones de años antes». Y para ser un vestigio extraño de una época aún más antigua, a Gaiasia parecía que le iba bastante bien, posiblemente como el principal depredador de su ecosistema.
«El hecho de que hayamos encontrado a Gaiasia en el extremo sur nos dice que había un ecosistema floreciente que podía sustentar a estos grandes depredadores. Cuanto más busquemos, más respuestas podremos encontrar sobre estos importantes grupos animales que nos interesan, como los ancestros de los mamíferos y los reptiles modernos», concluyó Pardo.