Donald Trump construyó su carrera política en Estados Unidos proyectando un aura de ganador nato.
«Sigo quejándome hasta que gano», dijo luego de anunciar su precandidatura presidencial por el Partido Republicano en 2015.
«Vamos a ganar tanto que te vas a hartar de ganar», prometió en 2016, el año de su gran triunfo electoral que lo llevó a la Casa Blanca contra muchos pronósticos.
Y, pese a haber perdido su reelección en 2020, Trump procuró mantener una imagen de invencible ante sus seguidores: se niega hasta hoy a aceptar ese resultado e insiste de forma falsa que él ganó.
Pero las elecciones de mitad de período celebradas el martes en EE UU para decidir el control del Congreso y varios gobernadores estatales han arrojado nuevas dudas, quizás definitivas, sobre la capacidad triunfadora de Trump.
Si bien ninguna papeleta incluía su nombre, Trump respaldó a diferentes candidatos y se colocó a sí mismo como protagonista de los comicios, al sugerir que anunciaría su nueva postulación presidencial para 2024 una semana después de lo que anticipaba como una gran ola de victorias republicanas.
Sin embargo, ahora que esa «marea roja» brilla por su ausencia y aún es incierto qué partido controlará el Congreso, algunos expertos creen que a Trump pudo haberle salido el tiro por la culata.
«Esto debilita su posición e influencia dentro del Partido Republicano», le dice a BBC Mundo Alan Abramowitz, un politólogo de la Universidad Emory que ha escrito libros sobre elecciones en EE UU.
Hay un par de razones para ello.
«Un punto de pivote»
Por un lado, mientras varios republicanos respaldados por Trump triunfaron, otros sufrieron duras derrotas.
Entre los primeros destaca J.D Vance, el escritor superventas otrora crítico de Trump que fue electo senador por Ohio tras el apoyo que recibió del expresidente en un estado donde ganó con amplitud en las últimas dos elecciones.
Entre los perdedores está Mehmet Oz, un médico televisivo respaldado por Trump y derrotado en su carrera al Senado por el demócrata John Fetterman, quien logró arrebatar un valioso asiento republicano en la Cámara Alta por Pensilvania pese a haber sufrido un derrame cerebral en la campaña.
En ese mismo estado, el demócrata Josh Shapiro derrotó a Doug Mastriano, un negacionista de los resultados electorales de 2020 que también fue apoyado por el expresidente.
En cambio, al menos 95 negacionistas republicanos fueron electos el martes para cargos de representantes, senadores o gobernadores, mientras 28 fueron derrotados, según un análisis de la BBC.
Los republicanos parecían encaminados en la tarde de este miércoles a lograr al menos los 218 escaños que necesitan para recuperar la mayoría de la Cámara de Representantes.
Pero el hecho de que eso aún esté pendiente de confirmación, o que el control del Senado siga incierto en medio de la mayor subida inflacionaria de EE UU en décadas y con la baja popularidad del presidente Joe Biden, desató una búsqueda de responsables en filas republicanas.
Y algunos críticos de Trump apuntan directamente a él.
El representante republicano Adam Kinzinger tuiteó este miércoles que el Partido Republicano «debería expulsar a la familia Trump de su futuro léxico».
«Este es realmente un punto de pivote para el Partido Republicano», dijo Geoff Duncan, vicegobernador republicano de Georgia, en la cadena CNN este miércoles.
«Es un momento en el que Donald Trump está sin duda en el espejo retrovisor y es tiempo de avanzar con el partido«.
Duncan recordó las reservas expresadas antes de las elecciones por el líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, sobre la «calidad» de los candidatos respaldados por Trump.
Es precisamente en Georgia donde podría definirse la mayoría del Senado en una segunda vuelta en diciembre entre el senador demócrata Raphael Warnock y el republicano Herschel Walker, un exjugador de fútbol americano apoyado por Trump.
Walker hizo su campaña con temas de la agenda conservadora social como la oposición al aborto, pero en las últimas semanas salió a la luz que presuntamente pagó para que una exnovia suya abortara.
Abramowitz señala que el hecho de que candidatos respaldados por Trump en estados clave perdieran o tuvieran peores resultados de los esperados «plantea preguntas sobre el efecto que su participación está teniendo en el partido».
«Me echan la culpa»
El propio Trump reconoció este miércoles en su plataforma Truth Social que «en cierto modo las elecciones de ayer fueron algo decepcionantes».
Pero añadió que desde su punto de vista «fue una victoria muy grande: 219 TRIUNFOS y 16 Pérdidas en las generales».
«¿Quién lo ha hecho mejor que esto?», preguntó.
Es habitual que en las elecciones de mitad de mandato en EE UU sea castigado el partido del presidente.
Pero los demócratas mostraron más fortaleza de la que muchos preveían, movilizados por temas como el derecho al aborto, y es posible que mantengan el control del Senado con el voto de desempate de la vicepresidenta Kamala Harris.
Trump pronosticó el martes por la noche que los republicanos ganarían el Congreso, pero adelantó que lo culparían personalmente si pasaba algo diferente.
«Lo que suele ocurrir es que cuando les va bien no me dan ningún crédito, y si les va mal me echan la culpa de todo», le dijo a la cadena conservadora NewsNation.
Otro motivo por el cual los comicios pudieron ser un revés para Trump es que el gobernador de Florida, Ron DeSantis, se consolidó como estrella conservadora en ascenso al ser reelecto por amplio margen.
De hecho, este republicano de 44 años que algunos denominan «Trump 2.0» es considerado uno de los grandes vencedores del martes, lo que refuerza su imagen como potencial presidenciable republicano en 2024.
«DeFUTURO», tituló en su portada de este miércoles el periódico conservador The New York Post, un juego de palabras con el apellido de DeSantis, quien aparece en una foto celebrando con su familia.
A Trump parece gustarle poco la idea de que este gobernador compita por la candidatura republicana a la Casa Blanca.
«Si se presenta, podría lastimarse mucho», declaró el expresidente a la cadena Fox News el martes. Y advirtió que podría revelar «cosas sobre él que no serán muy halagadoras».
En diálogo con la BBC, el encuestador y estratega republicano Patrick Ruffini describe a Trump como un «animal herido» al compararlo con el momento electoral que tuvo DeSantis.
Siendo presidente Trump, los republicanos perdieron el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de mitad de mandato de 2018.
Si recuperan ahora esa mayoría como parece probable, quizás terminen la investigación sobre la invasión violenta de los seguidores de Trump al Capitolio en enero de 2021.
Desde que dejó el poder, el expresidente ha sido sometido a otras investigaciones por distintos motivos, desde su manejo de documentos clasificados hasta prácticas empresariales.
Trump quizás señale esos casos como esfuerzos para detener su posible carrera hacia la Casa Blanca. Y es probable que sus seguidores vuelvan a creerle.
El expresidente ya ha demostrado en otras ocasiones que es un político difícil de vencer en las urnas. Con una base de seguidores movilizada como la suya, volvería a serlo para 2024.
Pero desde que se lanzó a la política, muchos vieron su relación con los republicanos como algo transaccional: el partido lo apoyó pese a todas sus controversias y él aportó los votos ganadores para impulsar la agenda conservadora.
Tal vez esto haya comenzado a cambiar desde el martes.