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Teletrabajo y covid-19: «Vigilo a mis empleados con un programa que toma fotos de sus pantallas»

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Shibu Philip dice que sabe lo que es «perder un poco de tiempo en el trabajo».

Es el fundador de Transcend, una pequeña empresa con sede en Londres que compra productos de belleza al por mayor y los revende online.

Durante el último año y medio, ha utilizado el software Hubstaff para realizar un seguimiento pormenorizado de las horas de trabajo de sus trabajadores, para saber qué teclean, cuáles son los movimientos de su ratón y los sitios web que visitan.

Con siete empleados en la India, dice que el software le garantiza que tienen «cierto nivel de responsabilidad» y ayuda a cubrir la diferencia horaria.

«Yo mismo me conozco. La gente puede tomarse un descanso extra de 10 minutos aquí o allá. Es bueno tener una forma automática de monitorear lo que [mis empleados] están haciendo», dice Shibu.

«Al mirar las capturas de pantalla y el tiempo que todos dedican a determinadas tareas, sé si siguen los procedimientos o no».

«Y, si lo están haciendo mejor de lo que esperaba, también estudio el material recopilado y les pido que compartan ese conocimiento con el resto del equipo para que todos podamos mejorar», dice.

Los empleados son plenamente conscientes de que el software está activo.

Además, pueden eliminar el tiempo dedicado a visitar sitios web que podrían haber sido registrados por accidente durante su descanso, por ejemplo, agrega Shibu.

Si eres de los que ha tenido que colocar la laptop sobre una pila de libros de cocina durante la pandemia o te ha tocado quejarte de la velocidad del internet de tu casa, no estás solo / Foto GETTY IMAGES

¿Vagos en casa?

Dado que muchas personas alrededor del mundo trabajan ahora desde casa debido a la pandemia, la demanda de software que monitorea la actividad de los empleados ha registrado un repunte.

Hubstaff, con sede en Estados Unidos, dice que su número de clientes en Reino Unido se ha multiplicado por cuatro desde febrero.

Otra empresa llamada Sneek ofrece tecnología que toma fotos de los trabajadores a través de la cámara del laptop y las comparte para que las vean el resto de sus colegas.

Aunque se describe a sí misma como una plataforma de comunicación, su programa permite tomar una foto cada minuto.

Su cofundador, Del Currie, le dijo a la BBC que sus usuarios habían aumentado cinco veces durante el confinamiento, sumando casi 20.000 clientes en total.

Un estudio reciente realizado por académicos de la Universidad de Cardiff y la Universidad de Southampton, ambos en Reino Unido, descubrió que un temor común entre los jefes es que los trabajadores que no están a la vista «holgazanearán», aunque los periodos de cuarentena tampoco parecen haber afectado mucho a la producción.

La encuesta también sugirió que un tercio de los que trabajan desde casa sentían que su productividad también había disminuido.

Pero ¿es la tecnología la respuesta para identificar a aquellos que podrían estar holgazaneando o para ayudar a aquellos que luchan por adaptarse a trabajar desde la mesa de la cocina a tiempo completo?

El fotógrafo Josh dice que tuvo problemas tanto con la logística como con la motivación

Josh, un fotógrafo de 26 años que vive en Londres, admite que lo que más le costó de trabajar desde casa fue la caída de su productividad.

Establecer un estudio improvisado en la cocina de su piso compartido de tres habitaciones fue un desafío logístico, pero también de motivación.

«Algunos días lo lograba, pero otros me sentaba y me quedaba mirando mis sandalias un buen rato, pensando: ‘No puedo hacer esto’. Es muy fácil hacer la colada o prepararte una taza de té. En casa encuentras formas de distraerte con bastante facilidad».

Está agradecido de que su jefe no utilice ningún software de seguimiento con él.

«En aquellos días en los que era un poco más difícil estar motivado, me habría sentido mal si hubiera sabido que alguien estaba controlando mi productividad», dice.

Josh sospecha desde hace mucho tiempo que tiene un trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH), lo que puede dificultar la concentración y la gestión del tiempo. Su médico está de acuerdo, aunque todavía está en lista de espera para una prueba.

Ha vuelto a la oficina recientemente y valora mucho tener más interacción cara a cara.

«Allí me encuentro una rutina, una estructura que realmente me ancla y me ayuda a superarlo todo».

Desde que se impusieron las restricciones para evitar la propagación del covid-19, las compañías han tenido que diseñar soluciones de emergencia para que sus empleados puedan trabajar desde casa / Foto GETTY IMAGES

Con cautela y políticas escritas

Aunque algunos jefes que usan software de seguimiento argumentan que es una herramienta válida para mantener la productividad, una investigación del Instituto de Colegiados en Personal y Desarrollo (CIPD), una asociación de profesionales del sector de recursos humanos con sede en Londres, sugiere que la vigilancia en un entorno laboral puede dañar la confianza.

«Monitorear el comportamiento de los empleados puede ser una forma justificable de reducir la mala conducta y potencialmente ayudar a gestionar el tiempo», dice Jonny Gifford, asesor de investigación de comportamiento organizacional en el CIPD.

«Sin embargo, los empleadores deben tener políticas claras para que los trabajadores sepan cómo pueden ser monitoreados y, lo que es más importante, el sistema debe ser proporcionado».

Los empleadores obtendrán «resultados mucho mejores» si apoyan a sus trabajadores, añade, «en lugar de centrarse en medidas de entrada potencialmente irrelevantes, como el número de pulsaciones en el teclado».

Jonathan Rennie, socio del bufete de abogados británico TLT, también insta a las empresas que estén considerando la posibilidad de introducir dicho software con cautela.

«Los empleadores tienen la obligación legal implícita de mantener la confianza de sus trabajadores y deben ser conscientes de cómo podrían reaccionar ante la implementación masiva de software de monitoreo», dice.

Sugiere que cualquier empresa que utilice software de monitoreo debería tener políticas escritas que expliquen cómo y por qué se está utilizando.

También debería haber una guía clara para los administradores y salvaguardas para prevenir el uso indebido o el «monitoreo excesivo», dice.

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