El hongo Sporothrix brasiliensis era prácticamente un desconocido hasta mediados de la década de 1990.
Pero desde entonces se ha convertido en un problema de salud pública en América Latina, ya que causa graves lesiones cutáneas en gatos y humanos.
Los primeros casos de infección por este patógeno se detectaron en Río de Janeiro, donde los investigadores descubrieron la transmisión de gatos callejeros a personas.
Las infecciones se extendieron deprisa a otros estados brasileños.
Un hospital público de Sao Paulo vio cómo se multiplicaban los casos en un período de 15 años, según un estudio publicado en septiembre en la revista de la Sociedad Brasileña de Dermatología.
«Solíamos ver uno o dos casos al año», afirmó el Dr. John Verrinder Veasey, uno de los autores, al portal de noticias médicas Medscape.
«Ahora los encontramos dos o tres veces por semana», agregó.
En diciembre, la dermatóloga brasileña Rossana Sette publicó imágenes de lesiones en la piel provocadas por una infección de Sporothrix.
El paciente indicó que había gatos en su lugar de trabajo.
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También se ha hallado que el Sporothrix brasiliensis circula en Argentina, Paraguay, Bolivia, Colombia y Panamá.
Pero ¿a qué se debe esta propagación?
Detrás de esta epidemia poco conocida encontramos un ejemplo de cómo un desequilibrio en el medio ambiente puede acarrear consecuencias inesperadas.
De inofensivo a amenaza
Los hongos del género Sporothrix se conocen desde 1898. Aparecen principalmente en el suelo y en algunas plantas.
Al igual que otros hongos, son fundamentales para la descomposición de la materia orgánica en la naturaleza.
Una veterinaria publicó una foto de un gato infectado.
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De forma inusual estos microorganismos pueden causar enfermedades en humanos, conocidas genéricamente como esporotricosis.
El Sporothrix brasiliensis se infiltra en las capas superficiales de la piel, colonizando el tejido subcutáneo y provocando heridas.
El hongo también puede invadir el sistema linfático y afectar a los ojos, la nariz e incluso los pulmones.
Como mencionamos antes, se trata de casos raros.
Sin embargo, su mayor frecuencia comenzó a llamar la atención a fines de la década de 1990 en algunas partes de Río de Janeiro.
Contacto con gatos
Entre 1998 y 2001, investigadores de la Fundación Oswaldo Cruz (FioCruz) diagnosticaron 178 casos de esporotricosis.
«De los 178 pacientes, 156 habían tenido algún contacto con gatos infectados en casa o en el trabajo y 97 recibieron mordeduras o arañazos de estos animales», redactaron los investigadores.
Desde entonces, los números han crecido exponencialmente.
«Según las últimas estadísticas, se detectaron más de 12.000 casos en seres humanos», observó el Dr. Flavio Telles, de la Sociedad Brasileña de Enfermedades Infecciosas.
«Y eso sin contar los innumerables registros en gatos y perros», agregó.
Con el tiempo, los investigadores han empezado a comprender mejor el ciclo de infección entre las personas y los animales que viven cerca de los hogares.
«Por alguna razón, el hongo se ha adaptado a los gatos. En ellos el patógeno provoca una enfermedad diseminada, que causa heridas en la cara y las patas», describe Telles, que también es profesor de la Universidad Federal de Paraná.
«Esto se debe a que las disputas físicas en la búsqueda de territorios, comida y apareamiento son parte de la biología felina, en la que un animal muerde y araña al otro», explica.
Expertos entrevistados por la BBC creen que no debemos señalar a los gatos como culpables de la propagación de la esporotricosis.
Son víctimas al igual que los perros y las personas; y la falta de políticas públicas de control del hongo permite que este se propague.
Desequilibrios ambientales
El microbiólogo Marcio Rodrigues, de FioCruz, reconoce que el surgimiento del Sporothrix brasiliensis aún es objeto de estudios y especulaciones.
«Hay una asociación directa entre el aumento de casos y la ocupación de tierras, la deforestación y la construcción de viviendas», alegó.
Argumentó que hay «una desorganización de los ecosistemas que antes estaban en equilibrio, y esto expone a los animales y a los seres humanos a nuevos patógenos».
Tras infectar el hongo a los gatos callejeros, el salto a los humanos fue relativamente fácil, ya que estos felinos abundan en muchos barrios brasileños.
Los niños juegan con ellos a menudo y los adultos agradecen tener cerca a los animales como una forma de controlar las plagas de ratas.
El contexto de desequilibrio ambiental combinado con la proximidad a los animales favoreció el contacto con el hongo, que comenzó a infectar a las personas.
Aunque estas observaciones ayudan a explicar cómo surgió el brote de Sporothrix brasiliensis, no permiten comprender cómo se propagó el problema más allá de Brasil.
Argentina
En Argentina, por ejemplo, los casos de esporotricosis felina se cuadruplicaron en menos de una década desde 2011.
«Los gatos pueden cruzar las fronteras de los estados o incluso de los países», dice Flavio Telles.
«Además, las personas que se mudan de barrio o de ciudad pueden transportarlos», añadió.
Ratas
Otra posible hipótesis sobre la propagación de Sporothrix brasiliensis en varios países de las Américas tiene que ver con las ratas.
Algunos estudios indican que estos roedores también pueden portar el hongo.
Y estos animales pueden desplazarse fácilmente de un lugar a otro como «viajeros clandestinos» en cargamentos de alimentos por tierra o mar.
En la nueva ubicación, los gatos que viven allí cazan a las ratas.
Estos felinos se infectan y comienzan un nuevo ciclo de esporotricosis.
¿Qué podemos hacer?
En comparación con otros hongos del mismo género, el Sporothrix brasiliensis es más virulento (es decir, se propaga más fácilmente) y puede causar infecciones más graves.
El tratamiento tampoco es sencillo: los antimicóticos disponibles pueden ser ineficientes al principio.
Y la terapia con medicinas suele durar, en promedio, 187 días, según un estudio reciente de la Universidad Federal de Rio Grande (FURG).
La clave es hacer el diagnóstico correcto e iniciar el tratamiento lo antes posible.
Esto también evita la formación de resistencia a los medicamentos en las personas, un problema frecuente en los últimos años con otras especies de hongos.
El impacto medioambiental
Para Marcio Rodrigues, casos como el del Sporothrix brasiliensis revelan las impredecibles consecuencias de los desequilibrios en el medio ambiente causados por la acción humana.
«La esporotricosis no era un problema hace 15 años», asevera el microbiólogo.
«La alteración de los ecosistemas genera posibles exposiciones a patógenos que antes no ocurrían, y esto genera crisis de salud pública», sentencia.
Para Telles, este problema pone de manifiesto la importancia de ver la salud de los humanos, los animales y el propio planeta como una sola cosa.
«Estamos hablando de un tema complejo que depende de un enfoque global», explica.
«Necesitaremos médicos, veterinarios, epidemiólogos, microbiólogos, sanitarios, ambientalistas y muchos otros profesionales para enfrentar esta crisis y otras similares».
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