«¡Soy un monstruo negro! ¡Tengo un coeficiente intelectual bajo!»
En febrero de 2020, en las redes sociales en China apareció un denigrante video en el que se veía a un grupo de niños en situación de pobreza en distintos sitios de África repitiendo en mandarín los insultos racistas que les dictaba un camarógrafo anónimo.
El formato de la grabación es uno de los que se ha vuelto popular en los últimos años en China: videos de felicitaciones personalizadas, en los que personas en algún lugar de África, muchas de ellas negras y menores de edad, envían saludos en un idioma que ellas mismas muchas veces no entienden.
Todo esto mientras bailan y «se divierten» alrededor de una pizarra negra, en la que el mensaje de felicitación está escrito con tizas de distintos colores.
Los reporteros Runako Celina y Henry Mhango, del equipo de BBC Africa Eye, decidieron investigar el video con contenido racista de 2020 para intentar revelar la historia detrás de su grabación.
«Luego de que la controversia se desvaneció en las redes, yo no podía olvidarme de él. Como mujer negra viviendo en China, el video se había quedado grabado en mi cabeza. ¿Dónde fue grabado? ¿Por qué se hizo? ¿Quién es esa persona que tomó a un grupo de niños felices y emocionados y les hizo gritar algo tan denigrante?», se pregunta Runako.
Luego de meses de arduas investigaciones y videoanálisis forenses, nuestro equipo de BBC Africa Eye logró encontrar algunas respuestas.
El video
El «video del coeficiente intelectual», como se refieren a él Runako y Henry, es solo uno de una multitud de videos racistas que se encuentran en las redes sociales en China.
Pero para Runako, este video tuvo un impacto distinto. Uno de los factores que más polémica generó cuando se hizo público en 2020, fue el uso de un término que los niños repiten durante la grabación.
«La palabra que los niños están usando [en el video] es ‘heigui'», explica Runako, que se podría traducir como «monstruo negro» o «demonio negro».
«Pero en realidad» agrega, «es el equivalente chino de la palabra que comienza con N en inglés y que es uno de los peores insultos raciales», cuenta.
Como punto de partida de su búsqueda, Runako decidió contactar con expertos en videoanálisis forense para intentar buscar detalles que ayudaran a identificar el lugar de la grabación.
A través de elementos geográficos, topográficos y de señalización, los expertos lograron identificar que el video del coeficiente intelectual había sido grabado en una pequeña población rural de Malaui, en el sureste africano.
Investigación en el terreno
Entendiendo que necesitaría de alguien que conociera bien terreno, Runako decidió aliarse con Henry Mhango, un reportero investigativo local que ha trabajado con BBC Africa Eye destapando casos de abusos de los derechos humanos, corrupción y crímenes violentos en Malaui.
«Cuando [Runako] me mostró el video del coeficiente intelectual, quedé en shock: los niños que gritaban esas frases denigrantes eran de Malaui. Había ocurrido debajo de nuestras narices, escondido a simple vista», explica Henry.
Armado con nada más que unas coordenadas geográficas, Henry se dirigó al sitio donde la evidencia señalaba que había sido grabado el video.
«La población está situada en un área perfecta para hacer negocios de manera discreta. Está escondida en la zona rural y solo se conecta con las autopistas a través de carreteras profundas».
Fue ahí donde, por primera vez, Henry escuchó un nombre. O más bien, un apodo: «Susu», que significa «tío» en mandarín.
El periodista descubrió que Susu había llegado a vivir al área hacía algunos años y había grabado cientos de videos con la población local. Según contaron algunas personas del pueblo, lo habían recibido creyendo que venía a enseñarles a los pequeños a hablar mandarín.
Además, cuentan los reporteros, no es raro ver a personas de nacionalidad china en Malaui hoy en día: debido al creciente impulso de Pekín para expandir su influencia en África -a través de inversiones en infraestructura y la presencia de empresas y tecnología china- los pobladores locales se han empezado a acostumbrar a la presencia de extranjeros en el país.
Eso también hizo que algunos residentes creyeran que, a través de los videos, Susu iba a lograr conseguir traer ayuda económica de China para mejorar las condiciones de la empobrecida población.
El engaño
Los pobladores a los que entrevistó el equipo de BBC Africa Eye contaron que, a pesar de las horas que los niños pasaban con Susu, nunca aprendieron mandarín. Sabían decir algunas palabras, porque las aprendían mientras grababan los videos, pero nunca aprendieron qué significado tenía lo que estaban diciendo.
Lo que es aún peor, según contaron los pobladores locales, muchos de los niños que grababan videos con Susu habían dejado de ir a la escuela.
«En vez de convertirse en los líderes del mañana, van a crecer sin educación. Terminarán pidiendo dinero o robando», aseguró una madre a los periodistas de la BBC.
Pero aunque Runako y Henry sabían que se estaban acercando a Susu, aún no tenían una imagen clara de qué aspecto tenía el hombre en realidad.
«Selfies y blogs nos dieron una primera imagen de quien podría ser el dueño [de los videos], un veinteañero. Entre las publicaciones, encontramos una única foto de una tarjeta de identificación nacional y finalmente tuvimos un nombre: Lu Ke», explicó Runako.
«Pero, ¿es este hombre Susu, el mismo que he estado siguiendo en la web? Y más importante, ¿es él quien hizo el video del coeficiente intelectual?».
Xiao Gulah, la imagen de los videos
Bright es un pequeño de 6 años que vive en la pequeña población rural de Kamwendo, en el occidente de Malaui, cerca de la frontera con Namibia.
A sus 4 años, fue uno de los sujetos preferidos por Susu para sus videos.
Pero no solo era el sujeto preferido de Susu, sino que también lo era de la audiencia: Bright se volvió viral en las redes sociales en China, y llegó a ser una especie de «imagen no oficial» para este tipo de contenidos.
En estos ámbitos, a Bright lo conocen como Xiao Gulah.
En las páginas web que ofrecen estos videos, es común ver contenido acompañado de una foto en la que Bright aparece con los pulgares hacia arriba, como un gesto de aprobación.
Lo que Runako y Henry descubrieron detrás de la imagen dulce e inocente del pequeño en su rol de Xiao Gulah, fue una triste y vergonzosa historia de maltrato infantil.
«[Susu] nos pellizcaba cuando cometíamos un error y cuando hacíamos algo mal, nos golpeaba con un palo», les dijo el pequeño a nuestros periodistas, mientras su madre miraba con tristeza.
«Cuando yo trataba de llevármelo, el hombre volvía y se lo llevaba. Es muy doloroso para mi corazón. Nunca le vimos ningún beneficio», explicó la mujer.
Susu, el racista
Nuestros periodistas tenían cada vez más información sobre los videos, pero había un punto clave por aclarar: ¿había sido Susu quien había grabado el video del coeficiente intelectual?
Para poder averiguarlo, el equipo de BBC Africa Eye contactó a un periodista chino para que se hiciera pasar por un empresario que buscaba contratar los servicios de Lu Ke. Llevaría consigo una cámara escondida.
En una de varias conversaciones que sostuvieron, Susu empezó a hablar de su trabajo con las personas negras en África.
«No los trates como si fueran tus amigos», le dijo el hombre al periodista. «Nunca les tengas lástima, tienes que recordar eso. Nunca les tengas lástima. No importa su situación familiar, nunca les tengas lástima. Así es como debes tratar a la gente negra», se le escucha decir a Lu Ke en uno de los videos.
Con frases tan explícitas como las que quedaron registradas en video, los reporteros de BBC Africa Eye decidieron que había llegado la hora de buscar respuestas sobre el video del coeficiente intelectual.
Citaron nuevamente a Lu Ke para el mostrárselo y preguntarle si era de él.
«Sí, ese es mío», se ve al hombre responder con naturalidad.
Pero después de unos segundos, como si se hubiera acordado de algo, Susu se retractó: «No, espera, ese video no es mío. Lo hizo mi amigo […] te sugiero que no tengas ese video en tu teléfono. No dejes que la gente negra vea eso»
Según Runako, parecía que Susu hubiera dejado escapar un secreto, idea que se afianzó unos segundos después cuando el hombre mencionó la polémica que se había generado con la publicación original del video.
Haciéndose rico
Nuestro equipo descubrió que Susu estaba haciendo grandes cantidades de dinero en China con sus videos.
En una de las conversaciones grabadas a escondidas, se le ve ufanándose de grabar más de 380 videos en un solo día, algo que representaría ganancias de por lo menos US$11.000 en menos de 24 horas.
Cuando Runako le preguntó a la madre de Bright si había recibido algún tipo de ganancia por el trabajo de su hijo, la mujer dijo que no.
«Es tan doloroso para mí, porque mi hijo ha sufrido mucho. Lo hacía gritar hasta que le salieran las venas [del cuello] durante tres días seguidos y al cuarto, volvía enfermo. Al cuarto día, el hombre chino llegaba con un pedazo de pollo, lo compartía con él y se lo llevaba a trabajar otra vez».
Los familiares de otros niños que aparecieron en el video, también reaccionaron con dolor.
La abuela de uno de los chicos, casi en lágrimas, dijo que Susu había «hecho ganancias con la gente pobre».
La confrontación
Luego de meses de investigaciones, y cargados con evidencia en su contra, los periodistas finalmente decidieron confrontar al Lu Ke en su casa.
Runako, acompañada por Henry, y ante la mirada curiosa de los locales, se acercó con decisión.
«Todos los chicos locales te llaman Susu, ¿verdad?», preguntó Runako.
«Sí, sí»
«¿Cuál es la razón para hacer estos videos?»
«Quiero esparcir la cultura, la música y la danza de China. Incluso las palabras chinas, el lenguaje chino».
«Nuestras fuentes dicen que usted golpea a los chicos»
«No lo hice»
«Vimos el video en el que los hace decir ‘soy el diablo negro’. ¿Lo hizo?»
«Yo no hice ese video»
«Esto se considera explotación, ¿usted sabía eso?»
«Yo no los exploté»
La investigación de la BBC mereció un comentario de la ministra de seguridad interior de Malawi, Jean Muonaowauza Sendeza, quien aseguró que Susu había violado leyes de protección de menores, y tendría que responder ante las autoridades.
Según le dijo la ministra al periodista Henry Mhango: «Se ha violado el acta de protección y justicia infantil y usaremos esta acta para que este individuo enfrente la ley. No permitiremos que extranjeros insulten a nuestros hijos, a nuestros ciudadanos».
La policía del país africano también anunció el inicio de una investigación.
Una investigación agridulce
Cansados de una conversación infructuosa, en la que Susu negó todo lo que el equipo de BBC Africa Eye había logrado comprobar, Runako y Henry abandonaron la población con una sensación «agridulce».
«Pasé tanto tiempo revisando los videos de Susu, preocupándome por lo que pasaba detrás de escena. Ahora, sabía la verdad», dice Runako.
«Pero mientras me preparaba para dejar a Henry, este descubrimiento se sintió agridulce: dulce porque junto a Henry habíamos logrado descubrir uno de los peores ejemplos del racismo al que todas [las personas de raza negra] nos enfrentamos, tanto en el continente como en la diáspora.»
«Pero amargo, porque ambos sabíamos que esto era más grande que Susu: sí, habíamos irrumpido la actividad de un hombre. Pero esta industria sigue en crecimiento, con la explotación diaria de niños de verdad, como Bright, para entretener a personas en sitios muy, muy lejanos…»
Henry está de acuerdo.
«Cuando miro mi país, pienso en todas las personas que aún se enfrentan a la pobreza […] Susu se aprovechó de su buena fé. Vino a Malaui y traicionó a nuestros niños…»