Era un momento clave tras dos semanas de dudas y especulaciones.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, reiteró este jueves su intención de mantenerse como candidato del Partido Demócrata para las elecciones de noviembre.
Lo hizo durante la rueda de prensa que ofreció en la clausura de la cumbre de la OTAN en Washington, su primera presentación en solitario ante los periodistas en 8 meses.
«Soy la persona más calificada», afirmó el mandatario ante un puñado de periodistas que le insistieron sobre las dudas que tienen sus colegas demócratas y la pertinencia de que abandone la candidatura.
En respuesta, Biden aseguró que no está en la carrera presidencial por su legado, sino para completar el trabajo que comenzó.
Durante su intervención, el presidente fue enfático al afirmar que está neurológicamente sano y que enfrenta pruebas todos los días en el trabajo.
Incluso, acotó que se ha sometido a tres intensos exámenes neurológicos como presidente y que los ha superado.
«No me opongo, si los médicos me dicen que debo hacerme otro», aseguró.
Sin embargo, Biden llamó por error «vicepresidente Trump» a Kamala Harris, tan sólo una hora después de presentar al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, como «presidente Putin».
Si bien el lapsus de Putin lo corrigió de inmediato y lo atribuyó a que está concentrado en derrotar al presidente ruso, el error al nombrar a la vicepresidenta no lo subsanó y, posteriormente, generó una respuesta burlona por parte de Donald Trump desde su red social Truth Social.
«¡Buen trabajo, Joe!», afirmó el expresidente.
Kamala está capacitada
Durante la rueda de prensa, una periodista le comentó a Biden sobre la existencia de sondeos que sugieren que la vicepresidenta, Kamala Harris, podría vencer a Trump si el presidente se aparta.
«¿Cómo de precisas cree alguien que son las encuestas hoy en día?», reaccionó el mandatario desestimando la pregunta.
Sin embargo, defendió las capacidades de la vicepresidenta. Aseguró que está capacitada para liderar y que por esa razón la eligió como compañera de fórmula.
«(Harris) tiene capacidad para manejar casi cualquier asunto en el tablero», afirmó.
Recordó que fue fiscal y senadora antes de unirse a su campaña. «Es una persona de primera categoría».
«No la habría elegido si no pensara que está cualificada para ser presidenta», añadió.
«Mi agenda sigue repleta»
Los periodistas le insistieron al presidente Biden sobre las percepciones negativas que existen sobre su salud mental y le preguntaron si es cierto que está reduciendo sus jornadas de trabajo.
Su respuesta fue enfática: «mi agenda sigue repleta».
No obstante, reconoció que no estaría mal bajar el ritmo.
«En lugar de empezar cada día a las 7 y terminar a medianoche, sería inteligente por mi parte ir un poco más despacio», sostuvo Biden.
El presidente no pasó por alto hablar sobre su cuestionada actuación en el debate con Donald Trump, el cual calificó como un «error estúpido».
Sin olvidar en el contexto en el que se hallaba, Biden hizo una firme defensa de la OTAN, reiteró su apoyo a Ucrania y en general demostró su comodidad al tratar los temas de política internacional.
Dos dolorosos tropiezos que serán recordados en una presentación por lo demás sólida
Análisis de Anthony Zurcher, corresponsal de la BBC en Norteamérica.
Joe Biden subió al escenario de su rueda de prensa del jueves por la noche con todo en juego: su presidencia, sus esperanzas de reelección, su vida política.
Si eso era lo que estaba en juego, apenas lo reconoció.
Descartó las preocupaciones sobre su campaña que fueron planteadas una y otra vez durante una hora completa por una sala llena de reporteros, y prometió que no está luchando por su legado, sino para terminar el trabajo que comenzó cuando asumió el cargo en 2021.
«Si reduzco la velocidad y no puedo hacer el trabajo, es una señal de que no debería hacerlo», dijo. «Pero no hay indicios de eso todavía».
Dependiendo de la perspectiva, era una señal de determinación tenaz o de un hombre que se niega a reconocer cuán grave se ha vuelto su situación.
Minutos después de que terminara la conferencia de prensa, varios miembros demócratas más del Congreso pidieron públicamente a Biden que renuncie, uniéndose al menos a una docena de legisladores más del propio partido del presidente que lo han hecho.
La pregunta para la campaña de Joe Biden es si ahora se abrirán las compuertas o si la marea se mantendrá.
La situación no mejorará con los dos errores (al referirse a Zelensky y después a Harris) que serán recordados por cualquiera que esté atento.
Esos momentos -los únicos tropiezos importantes en una presentación por lo demás sólida, si no vigorosa- seguramente incitarán a los nerviosos demócratas a preguntarse si habrá más meteduras de pata si el presidente sigue adelante con su campaña.
Pero al menos por ahora, Biden parece un guerrero feliz e insistió en que seguirá adelante.
Se rio y sonrió mientras lo acribillaban a preguntas, y dijo que puede seguir el ritmo de Vladimir Putin, de Rusia, y Xi Jinping, de China, pese a que la ronquera y la tos que se manifestaron durante su debate hace dos semanas todavía parecen persistir.
Nuevamente insistió en que no necesita pruebas cognitivas y les dijo a los periodistas que aunque viera «dos médicos o siete», sus críticos no estarían satisfechos.
La campaña electoral, señaló, apenas ha comenzado y reiteró que confía en poder vencer a Donald Trump en las elecciones de noviembre.
Los delegados demócratas que tienen la misión de nominarlo oficialmente como candidato del partido en la convención del próximo mes son libres de cambiar de opinión como quieran, indicó, antes de susurrar burlonamente: «Eso no va a suceder».
Dijo que consideraría hacerse a un lado si su personal le da datos de que no puede ganar, pero apuntó que las encuestas aún muestran que la carrera está empatada.
En ese sentido, está en terreno firme.
Una encuesta de Ipsos publicada el jueves, por ejemplo, situaba a Biden sólo un punto por detrás de su oponente, muy dentro del margen de error.
Si hay algo que ha quedado claro desde principios de año es que el apoyo a los dos candidatos se mantiene notablemente estable a pesar del drama sin precedentes que rodea a ambos.
Sin embargo, las encuestas por sí solas no calmarán el pánico que se ha apoderado de muchos funcionarios demócratas, y las nubes de tormenta que persisten en torno a la campaña de Biden no se disiparán tan fácilmente.
Biden dejó claro que será una tarea difícil arrebatarle la nominación.
El hombre de 81 años que en ocasiones se agarraba al atril con ambas manos e insistía en que es la «persona mejor calificada» para gobernar el país no va a salir tranquilamente de escena.