Nico Williams y Lamine Yamal son como dos hermanos en la selección española de fútbol.
El primero cumplió 22 años este viernes; el segundo, cumple 17 este sábado.
Ambos provienen de familias de migrantes de África que han hecho suya la camiseta roja. Se acompañan y se cuidan fuera de las canchas.
Cuando están en el terreno de juego, como en esta Eurocopa 2024, dan muestra de que no solo son el futuro sino el presente de la selección española, que el domingo disputará la final del torneo europeo en Berlín ante Inglaterra.
Los dos atacantes brillaron en los octavos de final con una victoria por 4-1 ante Georgia y de nuevo en las semifinales, donde Lamine anotó un golazo para la victoria 2-1 sobre Francia convirtiéndose así en el jugador más joven en anotar en un campeonato europeo.
Su conexión en la cancha es clave para el éxito de España, que busca su cuarto título continental.
Fuera del campo son grandes amigos, y se les ve haciendo divertidas coreografías en TikTok.
Son inseparables, símbolos también de un país transformado en la últimas décadas por la migración.
“Son un orgullo para España, son el paradigma positivo de la nueva España”, le dice a BBC Mundo el profesor Moisés Ruiz, experto en Liderazgo y Comunicación de la Universidad Europea.
“Son dos jóvenes españoles con una historia familiar de esfuerzo y dificultad. Son hijos del agobio, dos modelos de humildad y talento”, indica Ruiz.
Pero ¿cuál es la historia de estos jugadores y cómo llegaron a convertirse en súperestrellas?
Una vida mejor
Nico y su hermano mayor, el también futbolista del Athletic de Bilbao Iñaki Williams, nacieron y se criaron en España.
Su historia habla de esperanza, migración, sufrimiento, mucho trabajo, determinación y solidaridad.
María, la madre de ambos, estaba embarazada de Iñaki cuando salió junto a su esposo, Félix, desde Ghana para buscar una vida mejor en Europa en 1994.
Acabaron recorriendo a pie la mayor parte del viaje, incluido un paso por el desierto del Sahara. Años después, el mismo Nico le contaría a un medio español que su madre hizo parte del recorrido “descalza”.
La pareja llegó al enclave español de Melilla, en el norte de África, y para ayudarles a conseguir asilo político, les recomendaron que dijeran que huían de un país en guerra y dijeron que venían de Liberia, un país entonces asolado por el conflicto.
“Durante muchos años, creía que venían de Liberia. En ese entonces, yo pertenecía a un grupo de atención de Cáritas para inmigrantes”, le cuenta a BBC Mundo Iñaki Mardones Aja.
El entonces sacerdote, ahora laico que trabaja en el servicio de atención religiosa católica del hospital Marqués de Valdeciila de Santander, cuenta que en esa época el gobierno repartió a un grupo de inmigrantes que estaban en Melilla por distintas partes de España.
«Los padres de Nico llegaron a Bilbao de mano de Cáritas de Bilbao. Como yo sabía inglés, me pidieron que estuviera en el grupo, así que los fui a recoger en la estación (de tren). En el informe colocaron que tenían un 5 en castellano y les empecé a hablar en castellano, pero pusieron una cara de extrañeza. Les hablé en inglés y se tranquilizaron».
“Un honor”
Mardones cuenta que los primeros días estuvieron en una pensión, pero después se les habilitó un apartamento.
En una ocasión, los fue a visitar para ver cómo se encontraban cuando María, embarazada, le dijo que tenía unas molestias.
Mardones no lo pensó dos veces: “Le digo: ¡Vamos al hospital!”. Así lo hicieron y, tras ser examinada, les informaron que “tenía poca dilatación”.
Acompañó a Félix a la cafetería y poco tiempo después les avisaron que había nacido el niño. Se llamó Iñaki.
“Que te digan si le pueden dar tu nombre a un crío que va a nacer siempre es un inmenso regalo, un gran honor, y que luego ese chaval llegue adonde ha llegado es tremendo”.
“La madre para distinguirnos nos decía: ‘Iñaki pequeño, Iñaki grande’. Y luego cuando estuve con ellos el año pasado les dije que ahora era al revés: ‘Iñaki grande es el jugador’”, cuenta entre risas.
A los padres se les consiguió un trabajo en una granja y cuando llegó el momento de escolarizar a Iñaki se fueron a la ciudad de Pamplona.
Allí nació el menor de los Williams, Nicholas Williams Arthuer, en 2002 con ocho años de diferencia de su hermano.
«Mis padres arriesgaron sus vidas para que nosotros, mi hermano y yo, tuviéramos un futuro mejor. Y lo consiguieron. Siempre agradeceré lo que mi padre y mi madre hicieron por nosotros: son luchadores, nos inculcaron el respeto, el trabajo duro, todos los días, que nadie te regala nada”, dice Nico.
«La verdad es que estoy muy orgulloso de poder tenerlos como padres, y trato de hacer todo lo posible para que ellos se sientan orgullosos de tenerme como hijo».
Hermandad a prueba de todo
Sin buenas opciones de trabajo para mantener a su familia, Félix Williams se mudó a Londres -a donde tenía originalmente pensado emigrar- para trabajar y enviar dinero a casa.
Limpió mesas en el área de comida de un centro comercial del barrio de Chelsea y trabajó como guardia de seguridad incluso en las entradas del estadio del Chelsea FC.
Estuvo fuera de casa 10 años -luego volvió a Bilbao- durante los cuales Iñaki se convirtió en un padre para Nico, mientras su madre tenía hasta tres trabajos a la vez para sacar adelante a su familia.
El hermano mayor recogía a Nico en el colegio y le daba algo de comer al salir de clase. También le decía cómo debía de comportarse si quería triunfar como deportista de élite.
«Para mí es un referente, lo es todo para mí», dice Nico sobre Iñaki. «Nos ha ayudado a mis padres y a mí a poder comer, a poder ir a clase, a poder vestirme”.
«Me corrige, me aconseja, siempre lo ha hecho en realidad, pero nos llevamos muy bien. Es mi hermano, pero también hace un poco de padre».
Ambos se hicieron futbolistas. El 28 de abril de 2021, los hermanos saltaron al campo como suplentes en el partido Athletic Bilbao vs. Real Valladolid (2-2) y se convirtieron en los primeros hermanos que jugaban juntos en el club desde 1986.
A diferencia de Nico, Iñaki no juega con España ya que decidió representar a la selección de Ghana como homenaje a sus raíces en aquel país de África Occidental.
«En una oportunidad fui con ellos para acompañar a Iñaki a un partido del Athletic de Bilbao, antes de que debutara con el primer equipo», cuenta Mardones.
«Nico vivía con mucha pasión todo lo que tenía que ver con el fútbol, pero además de eso era muy simpático, un gran chaval».
«Aparte de ser grandes estrellas son grandes personas, saben de dónde han venido».
Así lo recordó Nico en una entrevista con un medio español:
«Mi madre ha sufrido mucho. Andar por el desierto descalza, muchas cosas que no le desearía a nadie. Al final aquí nadie viene a [España] robar a nadie. Venimos a tener un pan, a tener un techo, a tener un mejor futuro para tus hijos y para ti (…) Nadie nace siendo racista, hay que educar bien a los chavales».
Lamine, el niño prodigio
Los padres de Lamine Yamal (sus dos nombres de pila) también emigraron de África.
Mounir Nasraoui nació en Marruecos, mientras que Sheila Ebana en Guinea Ecuatorial. Ambos se establecieron a las afueras de Barcelona.
“Cuando nació mi hijo, sabía que iba a ser una estrella”, dijo con orgullo Nasraoui a los reporteros antes de la final de la Eurocopa de este domingo.
La familia se mudó al barrio obrero de Rocafonda, con una gran población migrante, lo cual es un orgullo para el joven y sus padres: “Este barrio es el mejor del mundo y el mejor de España porque todos somos iguales y nos queremos todos”, dice el padre.
Siendo aún un bebé, Lamine tuvo un encuentro con una de las mayores figuras del fútbol mundial, Lionel Messi. El astro argentino tenía apenas 20 años y participó en una campaña de beneficencia de Unicef. Posó con un bebé, Lamine Yamal, en el estadio del FC Barcelona.
“Es una coincidencia en la vida. O una bendición de Lamine a Leo, la verdad que no lo sé», bromea el padre de Lamine.
Fue en Rocafonda, un barrio obrero alejado del turismo de Barcelona, donde inició la historia futbolística de la aún joven estrella. Comenzó jugando en una cancha de concreto.
“Es un caso especial. Siempre iba al polideportivo a jugar, con todos, con chavales de 7 o de 15, 17 y 18 años. Y sí, ha madurado antes que los demás y estoy orgulloso de todo el que ha aportado”, dice su padre.
Futuro brillante
Al ver su talento, fue llevado a probarse al Barcelona y fue aceptado en La Masía, la casa club del club azulgrana donde también se formó Messi como futbolista y donde tuvo un dormitorio, alimentación, educación y desarrollo futbolístico.
«Lo recuerdo como un niño que era muy consciente de su talento. En el deporte, la gente con talento tiende a ser muy egoísta, pero Yamal no», le dijo Iván Carrasco, quien lo entrenó en categorías inferiores, al columnista de BBC Sports Guillem Balagué.
«Vi a un niño generoso que no buscaba reconocimiento. Como entrenador a veces pensabas: ‘¿Qué puedo enseñarle, si hace cosas que ni yo me imagino desde el banquillo?’”, recoge Balagué en la columna sobre Lamine Yamal.
“Cuanto más cerca estás de Lamine, más te das cuenta de que la etiqueta de ‘decisivo’ se queda corta. Es un futbolista muy, muy especial».
Los récords cayeron uno tras otro. Se convirtió en el más joven en jugar en el Barcelona, con 15 años y 290 días.
Con 16 años y 57 días se convirtió en el jugador y goleador más joven de España. Y en esta Eurocopa fue el más joven en marcar (un golazo) en la historia del campeonato.
Y más allá de la fama, en sus celebraciones siempre está el recuerdo de su barrio, Rocafonda, marcando con los dedos de la mano el número 304, el código postal del lugar.
Lamine está orgulloso de sus raíces.
“La virtud no solo la lleva calzada en el pie izquierdo. Cada gol es un suspiro de libertad, de convivencia y de amor a la diosa fortuna. Socialmente representa el valor del compromiso; es un alegato contra el racismo y contra la xenofobia”, señala el profesor Moisés Ruiz.
Para Joan Vehils, director del diario deportivo barcelonés Sport, la historia de Lamine también va más allá del fútbol.
“Hay quienes siguen criticando la migración, siguen criticando que se les dé ayuda a estas personas», le dice Vehils a BBC Mundo.
«Yo creo que mucha gente se dará cuenta de que, en la medida de lo posible, que los países se ayuden unos a otros da este resultado: convertir a un chaval español, pero no de procedencia española, en alguien integrado perfectamente».
«En este caso muchos se tienen que callar la boca porque el fruto de su trabajo da una alegría a los españoles», opina Vehils.
Como hermanos
En esta generación de la selección española, Nico ha encontrado una nueva alma gemela en Lamine, con el que ejerce de hermano mayor como hace Iñaki con él.
“Es una gran imagen de España tener dos futbolistas jóvenes que ríen, que son felices y que transmiten valores, que hoy en día es casi tan importante como jugar bien”, dice Vehils.
Todo lo que hacen se ha vuelto un fenómeno. En redes sociales son virales sus bailes, que practican para celebrar goles con La Roja.
Su amistad se remonta a cuando se conocieron en una primera convocatoria de la selección en marzo, antes de los partidos amistosos de España contra Colombia y Brasil, cuando el seleccionador, Luis de la Fuente, le pidió a Nico que cuidara del joven Lamine Yamal.
Nico aceptó. Fue un movimiento astuto de De la Fuente, que comprendió perfectamente que no podía haber mejor mentor para el joven de sólo 16 años.
«Es un buen ejemplo para él», dijo un portavoz de la Federación Española de Fútbol. «Lamine copia todo lo que hace Nico. Nico se levanta, se prepara y va en busca de Lamine. Llama a la puerta de la habitación del jugador del Barça e insiste: ‘Vamos, no tenemos que llegar tarde'».
Para muchos es como ver a Nico interactuar con su hermano Iñaki. Aunque para él es algo más: «Ya le he dicho [a Yamal] que tiene que aprender de ‘su padre’, que soy yo», bromea Nico.
Para Mardones, “tanto la historia de Nico como la de Yamal son referentes para muchas personas que han tenido que buscar una vida nueva y han podido salir adelante. Para muchos, ellos son un referente deportivo y humano”.
El profesor Ruiz coincide.
«Solo queda decir gracias a sus familias por haber elegido mi país y gracias a España por haber dado la posibilidad de cambiar sus vidas».
* Con reportería de Carlos Serrano
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