En la vida algunas veces ocurren cosas malas: te quedas atrapado en el tráfico y vas llegando con retraso al trabajo, pierdes tu cartera o le haces una abolladura a la puerta de tu auto.
Mucha gente reaccionaría antes estas situaciones con un estallido emocional, gritando obscenidades y destinando toda su energía a encontrar una forma de salir de esa situación. Pero en Japón, podría ser más probable que se responda con una frase muy extendida con un significado diferente: shou ga nai.
Esta frase, o una variante más formal de la misma, shikata ga nai, es usada con frecuencia en situaciones comunes que en general son negativas pero que no te dejan más alternativas que tener que superarlas. Una traducción libre al castellano sería algo como «no hay nada que hacer».
Rochelle Kopp, una consultora que ayuda a compañías japonesas y no japonesas a comunicarse mejor, se ha topado con esta frase numerosas veces.
Le ha ocurrido, por ejemplo, cuando ha estado trabajando con compañías japonesas y estas deciden trasladar de puesto a alguien con quien ha estado trabajando, con frecuencia en un momento poco conveniente, comenta.
¿Cuál es la respuesta? Shou ga nai.
«Me doy cuenta de que la probabilidad de que alguna vez logre cambiar esa situación es la misma que tengo de evitar que la tierra siga girando», explica.
En esas situaciones, ella siente que «desde mi perspectiva cultural estadounidense, sonaba como que las personas se estaban rindiendo, cuando yo pensaba que debían dar la pelea».
Pero esta frase no es un concepto cultural exclusivo de Japón. Más bien, expresa un sentimiento universal, de acuerdo con Miyako Inoue, profesor asociado de Antropología de la Universidad de Stanford.
«En la vida cotidiana en Estados Unidos, por ejemplo, escucho a la gente expresando el mismo sentimiento… ‘lo hecho, hecho está’, ‘déjalo así y sigue adelante'», señala.
Esta frase -y el sentimiento detrás de ella- genera algunas preguntas interesantes. ¿Hay algo útil en el significado de frases como shou ga nai? ¿Hay algún elemento liberador en aceptar las situaciones frustrantes, en lugar de intentar combatirlas constantemente?
¿Un concepto universal?
Existen frases similares a shou ga nai en distintas culturas alrededor del mundo. En inglés, por ejemplo, se dice «esto es lo que es» (it is what it is). «Así es la vida» (C´est la vie) es algo similar en francés. En islandés, þetta reddast tiene un sentido similar.
Cada uno tiene matices y contextos propios dentro de cada cultura. Pero algo que tienen en parte en común es el sentimiento de resignación, saber cuándo aceptar el destino en lugar de luchar contra él.
Algunos estudios muestran que aceptar las cosas malas que ocurren puede ayudar a reducir la ansiedad.
Por ejemplo, un estudio de 2017, realizado por la Universidad de Toronto y la Universidad de California Berkeley, «halló que la gente que habitualmente acepta sus emociones negativas experimenta menos emociones negativas, lo que contribuye a mejorar su salud psicológica».
Aceptar una mala situación es una forma de «reencuadre cognitivo» que puede resultar benéfico, afirma Iris Mauss, una profesora asociada de Psicología que participó en el estudio de Berkeley.
«Si eres bueno al pensar en esos eventos (estresantes cotidianos) de una manera que minimiza su impacto emocional promedio, puedes estar mejor en términos de tu bienestar», señala.
«Te sientes más en paz, y colocas tus recursos y esfuerzos en intentar cambiar situaciones que realmente pueden ser cambiadas».
Combatir la frustración
Puede merecer la pena dar un paso atrás ante las situaciones frustrantes y preguntarte: ¿por qué me estoy estresando realmente?, ¿puedo cambiarlo? Si no puedo, ¿por qué merece la pena que me estrese? Y ¿podría esta ser una estrategia efectiva para manejar la frustración?
Los expertos aseguran que esto depende de cada situación.
Si se trata de una situación única con pocas consecuencias, entonces es una buena estrategia. Pero, «cuando es un problema sistémico -como tener un jefe muy malo que te grita y te desmerita, o una pareja abusadora- hay situaciones en las cuales puedes necesitar hallar una forma de eliminar el problema estructural», dice Stephanie Preston, profesora de Psicología de la Universidad de Michigan.
Indica que el sentimiento en estas frases fatalistas podría ser similar al fenómeno conocido como derrota social, que ha sido investigado con frecuencia en experimentos con ratones. Un ratón pequeño puesto en una jaula con ratones más grandes y agresivos asume una actitud de indefensión casi aprendida.
Luego de una confrontación territorial y quizá violenta con ratones más grandes, el ratón más pequeño muestra comportamientos similares a la depresión, resignándose al orden social que parece imperar en la jaula.
La buena noticia es que en muchos casos las personas pueden ejecutar acciones para salir de situaciones sistemáticamente malas: renunciar a un empleo tóxico o abandonar a una pareja tóxica.
Aún así, todo depende del contexto. Algunas situaciones sistémicas podrían llamar a la resistencia y al cambio -Preston indica que así es como pueden iniciarse las grandes revoluciones sociales-, pero ¿qué ocurre con las cuestiones más cotidianas, como un atasco de tráfico? En ocasiones, simplemente es mejor encogerse de hombros y decir algo como «shou ga nai».
«La gente usa esos mecanismos porque eso es más fácil que aferrarse y seguir esforzándose en situaciones estresantes», afirma Sachi Inoue, un psicoanalista que tiene un consultorio privado en Berkeley y que dirige una consulta externa en San Francisco.
«Una sensación de resignación también lleva a una comprensión más profunda sobre ti mismo y a conocer tus límites: una capacidad únicamente humana y que es muy importante para mantener la sensación de bienestar».
La experta explica que esa es la razón por la cual una frase como «shou ga nai» puede ser usada tanto de formas positivas como negativas.
Escribiendo para GaijinPot, una web popular entre los expatriados en Japón, la profesora de lengua japonesa Yumi Nakata habla sobre la «belleza y la carga» de la frase.
Ella recuerda como veía a su padre asalariado regresar a casa luego de una larga jornada de trabajo y, entonces, decir la frase. Pero, a medida que ella se ha hecho mayor su perspectiva cambió.
«Aunque hay muchas cosas que no podemos controlar, estamos en control de nuestras respuestas», escribe. «Yo solía rechazar completamente la actitud del ‘shikata ga nai’, pero ahora la acepto y la uso simplemente para controlar mi respuesta natural ante la injusticia o la incomodidad de la vida misma», apunta.
Algo que merece la pena recordar la próxima vez que estés en una lenta y frustrante cola.