Un tribunal en Turquía declaró este viernes que una de las estructuras más famosas de Estambul, el templo de Santa Sofía, y un bien declarado patrimonio cultural de la humanidad puede reconvertirse en una mezquita.
El templo Santa Sofía fue primero construido como catedral cristiana durante el Imperio Bizantino y completada en el año 537. Tras la conquista de los otomanos fue convertida en mezquita y luego, tras la caída de ese imperio, designada museo por el fundador del estado moderno de Turquía, Mustafá Kemal Ataturk.
Desde su apertura como museo en 1935, Santa Sofía se ha convertido en una de las atracciones turísticas más visitadas de Turquía, incluyendo las de líderes y personalidades mundiales.
Pero en una campaña realizada por grupos islamistas turcos, se propuso reconvertir el lugar en un templo de culto otra vez, una medida apoyada por el presidente de Turquía, Tayyip Recep Erdogan.
«Los mejores deseos», escribió el mandatario en Twitter al compartir un documento con su firma que ratifica el cambio.
Poco después, el primer llamado a la oración fue recitado desde Santa Sofía, el cual se transmitió en todos los canales de noticias de Turquía. Y los perfiles de redes sociales del sitio cultural fueron eliminados.
Hayırlı olsun. pic.twitter.com/MzP6nzn9Jc
— Recep Tayyip Erdoğan (@RTErdogan) July 10, 2020
La decisión cayó en manos del Tribunal Supremo de Turquía que acaba de anular la ley de 1934 aprobada por Ataturk de mantener el carácter secular de Santa Sofía.
La periodista del Servicio Turco de la BBC Irem Koker comentó que con la anulación de la ley «se prevé que el estatus de Santa Sofía cambie automáticamente sin que el gobierno tenga que tomar una nueva decisión».
El líder de la Iglesia ortodoxa oriental condenó la propuesta, al igual que Grecia, que cuenta con millones de feligreses ortodoxos.
«El nacionalismo mostrado por el presidente Erdogan… hace retroceder a su país seis siglos», dijo la ministra griega de Cultura, Lina Mendoni, en un comunicado.
El fallo judicial «confirma absolutamente que no hay justicia independiente» en Turquía, agregó.
Por su parte, la Iglesia ortodoxa rusa dijo que la decisión podría conducir a divisiones. Y la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) pidió a Turquía que se revierta el cambio.
Pero Turquía rechazó esas afirmaciones diciendo que «abrir Santa Sofía a la oración no impide que turistas locales o extranjeros visiten el sitio», dijo Ibrahim Kalin, portavoz de la presidencia turca, a la Agencia Anadolu.
Y el Consejo de Estado se pronunció así: «Se concluyó que el acta del asentamiento lo designaba como una mezquita y su uso fuera de este carácter no es legalmente posible».
«La decisión del gabinete en 1934 que puso fin a su uso como mezquita y la definió como un museo no cumplía con las leyes», añadió.
Legado simbólico
Tanto turcos como griegos se sienten herederos legítimos del legado de Santa Sofía. Para ambos, el monumento es un símbolo histórico, político y cultural.
Fue construida por el emperador Justiniano I, en lo que antes era Constantinopla, como catedral de la Iglesia ortodoxa oriental. Además de su espectacular belleza, cumplía una función esencial: era sede del patriarca ortodoxo y las ceremonias imperiales bizantinas -como coronaciones- se realizaban en su interior.
Ese estatus continuó durante 900 años, salvo un breve período en el siglo XIII en que fue una catedral católica bajo control de invasores europeos que saquearon y ocuparon Constantinopla durante la Cuarta Cruzada.
La suerte de Constantinopla cambió dramáticamente en 1453, cuando el Imperio Otomano bajo el sultán Mehmed II capturó la ciudad y la rebautizó como Estambul, poniendo fin al dominio bizantino. Para los griegos sigue siendo una fecha maldita que marca uno de los episodios más tristes de su historia.
Al entrar a Santa Sofía, Mehmed II insistió en que fuera renovada y convertida en mezquita. El primer viernes de oraciones se realizó pocos días después de que el lugar fuera saqueado por sus fuerzas.
Arquitectos otomanos retiraron o recubrieron con yeso los símbolos ortodoxos del interior y añadieron capiteles y minaretes a la estructura.
El poderoso Imperio Otomano llegó a su fin tras la Primera Guerra Mundial y su territorio fue dividido entre los aliados victoriosos. De sus escombros nació también el Estado moderno de Turquía, gracias a un fuerte movimiento nacionalista.
Su fundador y primer presidente secular, Mustafá Kemal Ataturk, ordenó que Santa Sofía se convirtiera en museo.
«Los historiadores dicen que la recién establecida República de Turquía buscaba incluir los legados de todas las civilizaciones que formaron el país, incluyendo la bizantina y la otomana, al tiempo que reafirmaba su carácter secular con esa decisión», le comentó a BBC Mundo Irem Koker.
Cabildeo islamista
Sin embargo, grupos islamistas y musulmanes devotos reavivaron el llamado para que el monumento fuese transformado otra vez en mezquita, argumentando que mantener su estatus de museo socava la soberanía de Turquía.
En 2015 una ONG conservadora llamada Asociación Juvenil Anatolia realizó oraciones matutinas frente a Santa Sofía y en 2018, el presidente Erdogan leyó versos del Corán dentro del museo.
Y en una campaña anterior a las elecciones locales de 2019, el mandatario dijo que había sido un «muy grave error» convertir Santa Sofía en un museo.
«Como líder islamista, esto está en línea con su ideología y además es una acción apoyada por su base electoral», expresó Irem Koker.
Ahora, con la luz verde que dio el tribunal a la reconversión, la tensión existente entre Grecia y Turquía aumentará.
La periodista del Servicio Turco de la BBC explica que las tensiones entre Turquía y Grecia están en un punto alto debido a las disputas por perforaciones de gas natural en el Mediterráneo, la crisis de refugiados y conflictos fronterizos.
«Si se da la reconversión, es muy probable que aumente la crisis diplomática entre dos aliados de la OTAN. Además, las relaciones de Ankara con EE.UU. y otros países de Occidente se deteriorarían».
Amenaza histórica y artística
Además de las repercusiones políticas y diplomáticas de la medida recién aprobada en Turquía, hay que tener en cuenta el estatus de Santa Sofía como patrimonio de la humanidad.
Muchos temen por la integridad histórica y artística de esta joya arquitectónica.
«Su estatus de museo permite que se desplieguen las obras bizantinas y las otomanas lado a lado. No es como si unas u otras hubieran sido borradas. Coexisten pacíficamente. Cambiar eso crearía algo completamente diferente», sostiene el profesor Dionysios Stathakopoulos, experto en el Imperio Bizantino de la Universidad de King’s College de Londres.
«Muchos monumentos que han sido reconvertidos en mezquitas después de ser museos del Estado moderno de Turquía, han visto sus obras de arte y sus estructuras severamente cambiadas y dañadas», afirma el catedrático.
El escritor más famoso de Turquía, Orhan Pamuk, le dijo a la BBC que la decisión barre con el «orgullo» que algunos turcos tenían de ser una nación musulmana secular.
«Hay millones de turcos seculares como yo que lloran por esto, pero sus voces no se escuchan».
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