«No podemos darles a los nazis la opción de una Alemania sin judíos», dice Mario Marcus.
Durante más de 50 años, Marcus ha asistido habitualmente a la sinagoga Fraenkelufer en Berlín.
En 1938, el lugar fue incendiado durante una noche de terrible violencia contra la población judía conocida como Kristallnacht (La noche de los cristales rotos) y volvió a sufrir daños durante la Segunda Guerra Mundial.
Ahora hay planes para devolverle su antigua gloria.
Los abuelos de Marcus, que se congregaban en esa misma sinagoga en los años 30, murieron en el Holocausto. Sus padres sobrevivieron en el extranjero y luego regresaron a Alemania a principios de los años 50.
Para él, vivir en Alemania es la mejor manera de repudiar la ideología nazi.
Identidad oculta
Después del Holocausto, la diáspora judía quiso cercenar para siempre los vínculos con Alemania. Cuando viajaba al exterior, Mario muchas veces ocultaba su identidad alemana.
«Algunas veces decía que era de Bélgica o de Suiza para evitar discusiones».
Sin embargo, Marcus, presidente de Masorti Germany, la filial europea de un movimiento judío conservador, considera que la percepción ha cambiado mucho en los últimos diez años.
La gente no se perturba cuando les cuenta que es de Alemania, dice.
«Ahora solo hay tres respuestas: ‘Iré allá’, ‘ya estuve’ o ‘mis hijos están allá’. En Israel ha cambiado por completo».
Regreso a casa
En Alemania, las actitudes también están cambiando y la población judía estáprosperando.
Más de 33.000 israelíes recibieron la ciudadanía alemana desde el año 2000, según el Parlamento alemán. Y a estos se sumaron ahora otros judíos de Reino Unido que están solicitando pasaportes alemanes debido al Brexit.
Algunos regresan para desandar las memorias nostálgicas de sus ancestros. Otros lo hacen por motivos más prácticos, como el matrimonio u oportunidades de trabajo en la cuarta economía mundial.
El Congreso Mundial Judío estima que la población judía en Alemania se situó en 100.000 en 2017. Otros colocan la cifra cerca de 150.000. El crecimiento se debe principalmente a la entrada de hijos y nietos de sobrevivientes del Holocausto.
Matrimonio
Sarah Moser conoció a su esposo en la Universidad de California (EE.UU.). Él es católico y alemán. Casarse con una persona no judía es algunas veces vista con desaprobación.
A través de conversaciones con su esposo, Tim, Sarah empezó a darse cuenta cuánto tenían en común.
«A pesar de que siempre me sentí primero judía, me di cuenta de que lo que más teníamos en común era nuestra identidad alemana, lo que me resultó curioso, porque no era algo con lo que me hubiera sentido identificada ni algo con lo que quería que me identificaran. Era algo desconocido y sinceramente aterrador».
Muy a su pesar, Sarah se mudó a Alemania.
Hoy en día, viven en Berlín con su hija de 9 años. Conversan abiertamente de sus historias divergentes. El abuelo de Tim hacía películas para Goebbels, el ministro de Propaganda de Hitler, en los años 30. Los abuelos de Sarah se vieron forzados a huir durante esa época, cuando el acoso antisemita se volvió cada vez más prevalente.
Para ambos es importante que su hija se críe con una consciencia de los diferentes antecedentes y fes de su familia.
Sobreviviente
Aunque las generaciones posteriores pueden ver de manera diferente el pasado y presente de Alemania, para sobrevivientes como Margot Friedlander, de 97 años, la opción de regresar a Alemania es un proceso particularmente delicado.
«Siempre digo que compartieron su cama y comida con nosotros. Esto es algo que nunca olvidaré. Es algo que también me ayudó a regresar a Alemania porque conozco alemanes que fueron buenas personas».
Sus padres y hermano menor fueron asesinados por los nazis, pero ella sobrevivió escondida hasta 1944.
Tributo
Justo un año antes del fin de la guerra, Margot fue detenida por la Gestapo -la policía secreta de la Alemana nazi- y enviada al campo de concentración de Theresienstadt, en la antigua Checoslovaquia.
«No soy religiosa pero me siento muy judía. Nunca renunciaría a ello. Nací judía y así es como quiero morir. Rezo una oración todas las noches. Creo que nunca lo hice en el campo de concentración».
Después de la guerra, Friedlander empezó una nueva vida en Estados Unidos.
Su autobiografía -«Trata de hacer tu propia vida»- basada en las últimas palabras que su madre le dijo, fue su motivación para sobrevivir.
Margot nunca pensó que regresaría, pero ahora encuentra consuelo en contar su historia a niños escolares y mantener vivas los recuerdos de aquellos que perecieron.
«Como yo me salvé y sobreviví, debo hacerlo. Especialmente regresando a Alemania y haciendo lo que hago me reconfirma que por lo menos estoy hablando por los que ya no pueden hablar».
A pesar de que los nazis empezaron a perseguir a los judíos en 1933, el asesinato masivo conocido como el Holocausto tomó lugar durante la Segunda Guerra Mundial.
El principal centro de investigación sobre el Holocausto de Israel, Yad Vashem, afirma que seis millones de judíos fueron asesinados en sólo cuatro años y medio. En otras palabras, casi siete de cada 10 judíos en Europa fueron ejecutados por su identidad étnica y religiosa.
Para comienzos de la década de 1940, los nazis estaban comprometidos con los campos de exterminio como parte de lo que llamaron «la solución final».
Hacia el final de 1941, el primero de seis campos de exterminio -Chelmno- se había establecido en Polonia, seguido de Auschwitz-Birkenau (el más grande), Belzec, Mahdanek, Sobibor y Treblinka.
Los nombres de esos campos y su oscura historia continúan siendo un poderosamente triste legado del pasado de Alemania.
Las víctimas
El Holocausto es el mayor asesinato en masa de la historia.
La ideología nazi planteaba a los judíos como los máximos enemigos de la «raza aria» y fueron señalados para ser completamente exterminados, aunque muchos otros grupos también lo fueron.
Se estima que hasta 15 millones de civiles fueron ejecutados por el régimen nazi. Las víctimas incluían:
El pueblo judío
Población gitana
Eslavos, particularmente en la Unión Soviética, Polonia y Yugoslavia.
Personas con discapacidades
Homosexuales
Personas de raza negra
Testigos de Jehová
Opositores políticos
El pelo de las víctimas se usó para rellenar colchones; los dientes de oro fueron derretidos y el metal precioso consignado en una cuenta de la SS, la principal organización paramilitar nazi.
Odio
Friedlander regresó a Alemania en 2010. En apenas nueve años mucho ha cambiado. El partido de extrema derecha Alternativa para Alemania está ganando adeptos. Pero ella no siente miedo.
«Hay gente que odia a los judíos. ¿Cambiará algún día? No lo sé. Si así ha sido durante miles de años, ¿tomará otros mil?».
Los judíos han sido perseguidos durante la historia. En general, fueron tolerados en la Europa cristiana, aunque severamente restringidos en términos de dónde podían vivir y qué tipos de trabajos podían desempeñar.
Pero la historia de la persecución de judíos en Europa no empieza con los nazis.
La Masacre de Judíos de Renania sucedió durante la Primera Cruzada, más de 800 años antes del ascenso de los nazis. Muchos judíos fueron ejecutados u obligados a convertirse al cristianismo, y muchos se suicidaron para evitar ser bautizados.
Arno Mayer, un historiador estadounidense nacido en Luxemburgo que se especializa en la Europa moderna, lo explica así en su estudio «La solución final»: «El ataque contra los judíos (en 1096) estableció un precedente desastroso, dejando un veneno mortal en la psiquis e imaginación europeas».
Ataques
El pasado agosto, grupos de extrema derecha se congregaron en la ciudad de Chemnitz, unos 260 km al sur de Berlín, instigados por los rumores del arresto de dos inmigrantes acusados de homicidio. Las pandillas extremistas hicieron saludos nazis y se volcaron contra un restaurante de propietarios judíos.
«Estaba parado más o menos a un metro de la puerta del restaurante y el grupo arrojaba todo tipo de objetos. Una piedra me pegó en el hombro», cuenta Uwe Dziuballa.
«No puedo comprender realmente lo que escuché, pero las palabras que me calaron fueron: ‘cerdo judío’ y ‘vete de Alemania'».
Generaciones de la familia de Uwe han vivido en Alemania durante siglos.
Su familia regresó a la otrora ciudad de Karl-Marx Stadt, en Alemania Oriental, después del Holocausto. Uwe Dziuballa y su hermano abrieron un restaurante judío aquí hace 19 años.
Según cifras oficiales, el año pasado se cometieron 1.799 crímenes de odio contra judíos en Alemania, un incremento de más de 10%, comparado con 2017. Estos incluyeron 62 casos de violencia contra judíos, frente a 37 en 2017.
Es una tendencia que se ha visto por toda Europa, al tiempo que hay un aumento del nacionalismo popular.
Dziuballa es un optimista, pero está claro que el reciente ataque lo ha sacudido y ahora lo piensa dos veces antes de salir a la calle con su kipá.
Asesinato
En la primera semana de junio, el presidente del Consejo Regional de la ciudad de Kassel, en el centro de Alemania, fue asesinado en su jardín.
Walter Lübcke había recibido amenazas de muerte, posiblemente vinculadas a sus puntos de vista en defensa de los inmigrantes.
El asesino confeso es un declarado neo nazi con amplios antecedentes de violencia contra inmigrantes.
En años recientes, los ataques de la extrema derecha han sido mayoritariamente contra inmigrantes, pero judíos como Uwe Dziuballa también han sido víctimas.
Encubriendo la historia
Para tranquilizar a la comunidad judía, el gobierno alemán asignó al diplomático doctor Felix Klein como su primer enviado para monitorear y combatir el antisemitismo.
Klein está preocupado por el ascenso de la extrema derecha. Dice que más del 90% de los ataques antisemitas todavía vienen de la extrema derecha y sólo 5% de aquellos con orígenes musulmanes.
«Estoy muy preocupado con el hecho que tengamos un número creciente de políticos que declaran que deberíamos dejar de avergonzarnos por lo que Alemania hizo en el pasado y que deberíamos enorgullecernos de los logros de los soldados alemanes en el pasado. Este tipo de discusión era impensable hace diez años».
Klein está preocupado por el ascenso de la extrema derecha. Dice que más del 90% de los ataques antisemitas todavía vienen de la extrema derecha y sólo 5% de aquellos con orígenes musulmanes.
«Estoy muy preocupado con el hecho que tengamos un número creciente de políticos que declaran que deberíamos dejar de avergonzarnos por lo que Alemania hizo en el pasado y que deberíamos enorgullecernos de los logros de los soldados alemanes en el pasado. Este tipo de discusión era impensable hace diez años».
Reconciliación
El creciente número de ataques contra la comunidad judía es preocupante, sin embargo, los judíos están regresando al país que en un entonces persiguió a sus familiares.
Josh Weiner estudia para ser rabino en la Universidad Zacharias Frankel en Berlín. Su abuelos huyeron de la Alemania nazi en la década de 1930.
«No puedes considerar a toda Alemania como completamente mala, porque nadie nace culpable. Tengo amigos alemanes. Son personas de las cuales aprendo».
Los padres de la académica Donna Swarthout huyeron de Alemania de niños. Ella reclamó la ciudadanía alemana en 2010 y se mudó a Berlín con sus tres hijos y esposo.
«Creo que había algo en mi alma, o algo que encendió una llama en mi niñez que me dio esta conexión al idioma, al sonido, la cultura y la comida. Creo que me siento más judía aquí porque, de alguna manera, encontré este vínculo a la cultura judeo-alemana», dice Swarthout.
«La reconciliación no significa perdón, significa encontrar una manera de poder llevar una relación con los descendientes de los perpetradores y eso es lo que estamos haciendo».
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