En condiciones normales, el juez de distrito de EE.UU. Gary J Brown habría enviado al detenido a la cárcel federal local para cumplir su condena por fraude fiscal.
Pero una cosa se lo impidió: «Las peligrosas y salvajes condiciones que existen desde hace tiempo en el Centro Metropolitano de Detención de Brooklyn».
La célebre cárcel, conocida como MDC, vuelve a estar en el punto de mira debido a su último detenido famoso: el rapero Sean «Diddy» Combs, quien fuera recluido allí después de que los fiscales federales lo acusaran de tráfico sexual, asociación ilícita y transporte para participar en actos de prostitución.
Los acusados de alto perfil a veces reciben protección especial cuando son encarcelados y se ha informado de que el magnate de la música se encuentra en una sección del MDC de Brooklyn para detenidos con esa condición.
Según los medios locales, Combs comparte allí una habitación tipo dormitorio con el empresario de criptomonedas Sam Bankman-Fried, que en su día dirigió la firma FTX valorada en miles de millones, pero que en marzo fue condenado por múltiples delitos de fraude.
Y como es la única cárcel federal de la ciudad de Nueva York, donde se procesan muchos casos de alto perfil, la pareja es sólo la última de una extensa lista de nombres notables que han pasado por las puertas de la instalación.
Esa lista incluye al rapero R Kelly y a Ghislaine Maxwell, socia del multimillonario condenado por tráfico sexual Jeffrey Epstein.
Epstein se suicidó precisamente en una celda del Correccional Metropolitano de Manhattan, hermano del MDC, donde estaba a la espera de juicio, en agosto de 2019.
Pero para muchos de los 1.200 reclusos actuales del MDC de Brooklyn, la historia es diferente.
En una sentencia dictada el pasado agosto, el juez Brown citó múltiples casos de compañeros juristas que dudaron a la hora de enviar a acusados y condenados a esa cárcel debido a las precarias condiciones en las que opera.
«Las acusaciones de supervisión inadecuada, agresiones desenfrenadas y falta de suficiente atención médica están respaldadas por un creciente número de pruebas, con ciertos casos que son irrefutables», afirmó.
«Reinan el caos y la violencia descontrolada», añadió el juez Brown.
Su sentencia incluía el caso de un acusado que fue apuñalado varias veces, pero que no recibió atención médica, sino que permaneció encerrado en su celda durante 25 días.
El juez también mencionó la escasez de personal y el empeoramiento de las condiciones tras la pandemia de covid, que obligó a cerrar la cárcel.
El juez escribió que anularía la condena del hombre sentenciado por fraude fiscal en caso de que la Oficina de Prisiones decidiera enviarlo al MDC.
Una historia turbulenta
MDC Brooklyn se inauguró en la década de 1990 y sus problemas no son actuales. Se remontan a años atrás.
En 2019, un incendio eléctrico en pleno invierno provocó un apagón que sumió al centro en la oscuridad y en unas condiciones gélidas.
En junio de 2020, un recluso, de nombre Jamel Floyd, murió tras ser rociado con gas pimienta por funcionarios de prisiones. Su familia demandó al gobierno federal por su muerte.
Una revisión del Departamento de Justicia concluyó que no había «pruebas suficientes» de que las autoridades penitenciarias «cometieran una falta administrativa», pero reconoció que el uso de gas pimienta infringía la política.
El juez Brown no es el único que ha criticado duramente el centro.
En enero, el juez Jesse Furman, del Tribunal Federal de Distrito de Manhattan, se negó a enviar allí a un hombre que se había declarado culpable en un caso de drogas debido a sus peligrosas condiciones.
Tras permitir que el hombre, Gustavo Chávez, esperara la sentencia en libertad supervisada, el juez Furman le concedió eludir el MDC y presentarse en la prisión donde cumpliría su condena.
En julio, Edwin Cordero, de 36 años, murió tras resultar herido en una pelea mientras cumplía condena en el MDC.
«Las condiciones decrépitas están alimentadas por esta especie de terrible confluencia de circunstancias», declaró a la BBC Andrew Dalack, abogado tanto de Cordero como de Chávez.
«Hacinamiento, falta de personal y poca voluntad política para arreglar el precario estado del penal».
Como abogado de oficio en Brooklyn, Dalack ha representado a numerosos clientes que han sido enviados al MDC. «Es un lugar que da mucho miedo», afirma.
Tras la muerte de Cordero, el congresista estadounidense Dan Goldman, que representa al distrito en el que se encuentra el centro de Brooklyn, pidió una mayor supervisión federal para hacer frente a «la falta crónica de personal, el aislamiento perpetuo y la violencia generalizada».
La Oficina Federal de Prisiones, que gestiona el centro, declaró en un comunicado lo siguiente: «Nos tomamos muy en serio nuestro deber de proteger a las personas confiadas a nuestra custodia, así como de mantener la seguridad de los empleados penitenciarios y de la comunidad».
Un portavoz de la oficina señaló la creación de un equipo de acción urgente, que está tratando de abordar los problemas en el MDC, y un esfuerzo en curso para contratar más personal y hacer frente a un retraso en las solicitudes de mantenimiento.
Un informe de febrero de 2024 elaborado por la oficina de Defensores Federales, donde trabaja Dalack, atribuyó los problemas de hacinamiento al cierre de su problemático centro hermano en Manhattan, que el gobierno cerró en 2021, dos años después de la muerte de Jeffrey Epstein en una de sus celdas.
También afirmaron que la presencia de drogas y otros tipos de contrabando contribuye a la peligrosa atmósfera del centro.
El centro federal alberga a personas que ya han sido condenadas por algún delito, pero una parte sustancial de su población penitenciaria está a la espera de juicio en los tribunales federales de la ciudad y aún no ha sido declarada inocente o culpable.
Las malas condiciones del lugar pesaban sobre los clientes del abogado Dalack, que ya se enfrentaban a la perspectiva de un encarcelamiento más permanente.
«No debería darse el caso de que, mientras tu vida y tu libertad están en juego, tengas que ser despojado de tu humanidad«, dijo.
«MDC Brooklyn tiene una forma de doblegar a la gente, y de hacerla sentir menos que humana».