Lawrence de Arabia. Este nombre es hoy el sinónimo por excelencia del aventurero que lo deja todo para irse a la guerra.
Sin embargo, en 1924; dos años antes de que el británico Thomas Edward Lawrence (1888-1935) publicara su autobiografía “Los siete pilares de la sabiduría”, en la que relató su experiencia en Medio Oriente durante la I Guerra Mundial y con el que se hizo famoso, otro trotamundos originario de Venezuela hizo algo similar.
Se trató de Rafael Ramón Inchauspe Méndez, también conocido como Rafael de Nogales Méndez, quien peleó con el hoy desparecido Imperio Otomano. Y que en su libro “Cuatro años bajo la Media Luna” no sólo narró sus vivencias en el frente de batalla, sino que expuso -con o sin intención, eso sigue siendo tema de debate- el llamado genocidio armenio.
Las revelaciones de Nogales lo convirtieron en una celebridad internacional en la década de los años 20 similar a Lawrence.
No obstante, con el paso del tiempo su estrella se fue apagando y hoy es un gran desconocido, incluso en su país natal.
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Sediento de aventura
Nogales nació en San Cristóbal, capital del andino estado Táchira, fronterizo con Colombia, el 14 de octubre de 1877 en el seno de una familia acomodada y de abolengo.
Su padre, Felipe Inchauspe (de Nogales en castellano) era bisnieto del coronel Pedro Luis Inchauspe, quien terminó sumándose a la causa independentista; y su madre, Josefa Méndez Brito, descendía del conquistador español Diego de Méndez.
Su progenitor negociaba café con empresas alemanes, lo cual explica por qué a muy corta edad lo enviaron a estudiar a Alemania, Bélgica y España donde recibió una cuidadosa educación, que incluyó formación castrense. Esa instrucción terminaría marcando su vida, aseguró su biógrafa, la historiadora venezolana Mirela Quero de Trinca a BBC Mundo.
En los cuatro libros que escribió en su vida, Nogales aseguró haber participado en múltiples conflictos bélicos entre ellos la guerra que en 1898 libraron España y Estados Unidos por Cuba o la ruso japonesa de 1904 y algunas operaciones de inteligencia en el México prerrevolucionario.
En Venezuela las posibilidades de desarrollar una carrera en el gobierno o en la milicia se le cerraron por las críticas que lanzó al dictador de turno: Cipriano Castro.
“¡Aleluya!, me dije para mis adentros. Aquí estaba la oportunidad de mi vida. Por fin la tan esperada guerra mundial estaba en marcha. Mi divisa ha sido siempre: Cuando veas una guerra buena, alístate para combatir en ella”. Esta fue la reacción de Nogales al conocer, en agosto de 1914, sobre el estallido de la I Guerra Mundial, según escribió en “Memorias de un soldado de fortuna”, su segunda autobiografía.
En cuestión de semanas el hombre estaba en Europa ofreciendo sus servicios, pero no al ejército alemán, pese haberse educado allí, sino al belga y al francés “en aras de la raza latina”, aseveró.
Pero, ¿por qué un venezolano decidió participar en un conflicto en el que su país natal no estaba involucrado? Venezuela se declaró neutral desde el inicio de los combates.
“Este joven expatriado y con formación militar ¿qué otra ocupación podía conseguir? Por eso cuando estalla la I Guerra Mundial ve la oportunidad de ingresar en un ejército formal, de hacer carrera y de obtener un rango”, respondió a BBC Mundo Quero de Trinca, quien ha estudiado al personaje desde sus tiempos en la Oficina de Investigaciones y Políticas del Congreso de Venezuela.
Dispuesto a todo o casi todo
Las ofertas de Nogales fueron rechazadas por casi todos los ejércitos de la Triple Entente (Francia y Reino Unido), debido a su origen.
“Era un extranjero y solamente los nacionales de esos países podían formar parte de sus ejércitos. Asimismo, él, que no era nadie, ponía como condición ser aceptado como soldado sin tener que renunciar a su nacionalidad venezolana ni mucho menos tener que hacerse ciudadano del país por el que iba a luchar”, agregó la historiadora.
Sin embargo, las negativas no desanimaron al aventurero, quien tocó las puertas de la Triple Alianza (Alemania, Austria y el Imperio Otomano), el bando contrario al que originalmente se había querido sumar; y allí fue aceptado.
“Esto da una idea de la mentalidad voluble de este hombre, que no veía más allá de la aventura y de la emoción. Se fue a la guerra sin pensar con quién voy a luchar, por qué voy a luchar y cuáles fueron las causas de esa guerra. Era audaz, pero hasta cierto punto inconsciente”, afirmó la biógrafa.
Otra prueba del arrojo de Nogales fue que se sumó a las fallidas revoluciones que en 1908 y 1913 intentaron derrocar a los dictadores venezolanos Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, en la primera de las cuales resultó gravemente herido.
“Creo que era muy inconsciente, porque a quién se le ocurre invadir a Venezuela desde Colombia con 40 hombres”, afirmó Quero de Trinca.
Antes de enrolarse en el ejército otomano también fue vaquero en Arizona y cazador de ballenas en Alaska.
Un testigo indeseado
En enero de 1915 Nogales ya vestía el uniforme de la Media Luna y estaba batallando contra los rusos en el III ejército otomano en Erzurum (Anatolia), la «Siberia turca».
“Aquí estaba yo, guerrillero venezolano, convertido en un giaur (infiel en turco), un sucio perro cristiano, apretando el cerco de acero, a la cabeza de 12 mil soldados turcos”, escribió el oficial ahora conocido por sus colegas musulmanes como Nogales Bey.
En los siguientes tres años el andino dirigió en el cruento sitio a la ciudad turca de Van y libró batallas en lo que ahora son los territorios palestinos e Irak.
En sus autobiografías, Nogales narró combates y tradiciones orientales, pero también las atrocidades de las fuerzas otomanas contra minorías étnicas como los cristianos armenios y kurdos.
“El 20 de abril de 1915 tropezamos allende El-Aghiat con los cadáveres mutilados de numerosos armenios, extendidos a lo largo del camino”, escribió.
“A derecha e izquierda del camino revoloteaban vociferantes bandadas de negros cuervos disputándose con los canes los cadáveres putrefactos de los armenios botados por doquier”, agregó en otro pasaje.
Asimismo, aseguró que durante el conflicto se produjo una limpieza étnica “con una violencia tal, que de los dos millones y medio de armenios que solían existir en Turquía antes de 1914, creo que ya no queda ni medio millón”.
Pese a que llegó a temer por su vida, pues “había presenciado escenas de las que ningún cristiano debía ser testigo”, Nogales descartó que las atrocidades formaran parte de un plan de los gobernantes otomanos.
Y, por el contrario, achacó estos sucesos a dos razones: La actuación de grupos extremistas dentro del gobierno imperial y a las constantes revueltas de los armenios que, a su juicio, eran instigadas por Moscú.
Los matices de Nogales no han sido aceptados por los expertos turcos, quienes consideran que su relato está plagado de exageraciones e imprecisiones.
“Muchos de los alegatos de Nogales sobre las injusticias cometidas contra el pueblo armenio carecen de fundamento y el más mínimo razonamiento revela que fueron trozos añadidos con cierto propósito especial”, aseguró el profesor de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Ankara, Mehmet Necati Kutlu
¿Cuál sería el propósito del autor al realizar semajantes aseveraciones? “Garantizar su seguridad personal en Europa después de la guerra”, agregó el estudioso en un artículo publicado por en una revista de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam).
Pese a los numerosos registros y testimonios Turquía, hasta el día de hoy, niega que hayan perpetrado un genocidio contra la comunidad armenia en 1915 ni previamente.
Un lavado de imagen
Quero de Trinca, por su parte, aseguró que Nogales quedó muy impresionado con lo que vio en el frente de batalla.
“Él era cristiano, se crió en Europa y presenciar las atrocidades cometidas en la guerra por bando y bando lo impresionaron mucho”, explicó.
Sin embargo, coincidió con Kutlu en que el aventurero buscó justificarse a través de sus escritos.
“Los libros los escribió con el propósito de explicar su presencia en aquella guerra y en aquel bando (…) Era imperioso que explicara por qué participó en esa guerra, porque al terminar la guerra se le cerraron muchas puertas en Occidente”, afirmó.
El entonces presidente de EE.UU., Woodrow Wilson, calificó a Nogales como el “verdugo de Armenia” y le negó temporalmente el ingreso a su país.
Sin embargo, la intermediación de unos soldados británicos, a quienes rescató de una muerte segura durante el conflicto, le ayudó para desplazarse por Europa.
Aunque responsabilizaba a los armenios de su suerte, por “pretender avasallar a los turcos”, Nogales, en sus libros, asegura que cuestionó las acciones contra esta minoría, pero dejó en claro que no tenía mucho margen de maniobra.
“Tratar de salvar a un prisionero en esos días hubiera sido cosa tan difícil casi como tratar de arrebatar su presa a un tigre hambriento”, escribió.
También admitió que dejó de poner reparos para protegerse a sí mismo.
“Decidí cerrar mi boca como una ostra en todas las cuestiones relativas a las matanzas de Armenia, hasta que pudiese escribir sobre ellas algún día, desde un lugar donde estuviese a salvo”, admitió.
Los temores parecen infundados, pues al darse de baja sus superiores otomanos le otorgaron la condecoración de Medchedieh, una de las distinciones militares más importantes.
Cayendo en el olvido
Ante la fama que le dieron sus primeros dos libros, Nogales se dedicó a la escritura y ejerció como corresponsal. Así viajó a Nicaragua, donde conoció al líder nacionalista César Augusto Sandino. Sus vivencias las plasmó en “El saqueo de Nicaragua”, donde condenó la política estadounidense en Centroamérica.
A la muerte del general Gómez, en 1935, Nogales volvió a Venezuela, casi sin dinero. El entonces presidente, el general Eleazar López Contreras, le encomendó la dirección de una aduana del occidente del país y luego lo envió en una misión a Panamá, donde falleció en 1937.
Pero ni siquiera la muerte fue sencilla para este personaje. Tras ser repatriados, sus restos permanecieron varios días en la aduana del puerto de La Guaira, a 30 kilómetros al norte de Caracas.
Nadie reclamó el cuerpo, porque Nogales ya no tenía ningún pariente en el país. Dos de sus tres hermanas que lo sobrevivieron se habían casado con alemanes y emigrado años antes.
Con el paso del tiempo su nombre se fue olvidando y hoy ni los militares venezolanos lo conocen, pese a su participación en numerosos conflictos internacionales o a que murió evaluando los modelos que inspiraron a la actual Guardia Nacional (uno de los componentes de la actual Fuerza Armada de Venezuela).
“En la FAN ha habido muy poca difusión de la vida y obra de Nogales”, admitió a BBC Mundo el coronel (r) Antonio Guevara.
El oficial, quien fue profesor tanto en la Academia Militar como en las escuelas del ejército venezolano, atribuyó esta situación al hecho de que la carrera del aventurero en el país fue episódica.
“Incorporar a Nogales a un proceso académico es complicado, porque en las instituciones militares se estudian aquellos uniformados que tuvieron una carrera y él en el país no la tuvo», explicó.
Asimismo, agregó que otro elemento esencial para estudiar a ciertos personajes es su obra escrita.
«Nogales, aunque dejó obra escrita, hay aspectos de su vida todavía oscuros. Hay quienes lo acusan de participar en el llamado genocidio armenio, mientras que otros consideran que lo denunció. Para mí hay aspectos de su carrera que lo asemejan a lo que hoy conocemos como un mercenario”, remató el oficial.
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