La renta -de US$1.700 mensuales- le serviría para pagar la hipoteca de su nueva casa ubicada en Menlo Park, Cerca de Palo Alto, California.
En esa época ella trabajaba en Intel y le parecía que el proyecto de los estudiantes tenía todo el potencial para convertirse en una gran innovación. Así que al poco tiempo decidió unirse al equipo -pese a tener cuatro meses de embarazo- siendo la primera mujer que ingresó a la empresa y la empleada número 16.
Su apuesta rindió frutos y la llevó a convertirse en la gurú de marketing del gigante tecnológico y, más tarde, en la directora ejecutiva de YouTube, la plataforma de videos que Google compró en 2006 por recomendación de la propia Wojcicki.
En su último ranking sobre las mujeres más poderosas del mundo, la revista Forbes la ubicó en el sexto lugar después de Angela Merkel, Theresa May, Melinda Gates, Sheryl Sandberg y Mary Barra.
Con cinco hijos y una fortuna estimada en más de US$400 millones, Wojcicki terminó convirtiéndose en un referente global de la publicidad en internet y el desarrollo de nuevos negocios.
La gurú de la publicidad
Su padre, un estadounidense de origen polaco, fue profesor de física en la Universidad de Stanford y su madre, descendiente de judíos rusos, educadora. Vivió rodeada del ambiente académico y se tituló en artes y ciencias en la Universidad de Harvard.
Con maestrías en ciencia y en administración de negocios, vio que internet era una tierra de oportunidades y no tardó mucho en aprender a codificar.
Por eso no es casual que le arrendara el garaje a los creadores de Google y que la empresa se transformara en parte de su familia.
«Tenía mis reservas respecto a trabajar con dos estudiantes», ha dicho Wojcicki.
Su esposo trabajó en la firma y su hermana Anne, bióloga y fundadora de la empresa de investigación genética «23andme», se casó con Sergey Brin, uno de los cofundadores del gigante tecnológico, aunque luego se divorciaron.
En Google empezó como directora de marketing y en la medida que la empresa fue expandiéndose, se hizo cargo de toda la publicidad y las relaciones comerciales de la compañía.
Entre otras cosas, Wojcicki lideró el desarrollo de AdSense, el servicio para que las empresas hagan publicidad por internet y de otros productos como Adwords y Google Analytics.
Todo aquello lo hizo mientras en paralelo criaba a sus hijos. Por eso es conocida su histórica regla de no contestar llamadas ni correos electrónicos entre las seis de la tarde y las nueve de la noche.
«No tengo problema en hablar sobre mis cinco hijos porque creo que muchas mujeres se avergüenzan y prefieren omitirlo porque les preocupa que tenga un efecto negativo en sus carreras», dice.
«Eso es muy injusto». Siguiendo esa línea, en YouTube ha instaurado prácticas como flexibilidad horaria y baja maternal remunerada de 18 semanas, políticas bastante inusuales en Estados Unidos.
Un gran negocio
Cuando YouTube tenía apenas un año de existencia, Wojcicki convenció a Page y Brin para que compraran la nueva plataforma de videos.
La adquirieron por US$1.650 millones en 2006 y hoy su valor está estimado en un rango que va desde los US$75.000 millones a los US$90.000 millones.
Aunque hasta ahora Google no ha querido desclasificar la radiografía financiera de YouTube, analistas de la consultora Morgan Stanley proyectan que sus ingresos anuales podrían llegar a US$22.000 millones en 2019.
Con unos 1.500 millones de usuarios al mes, el servicio ha seguido diversificándose y captando nuevos clientes.
En 2010 los usuarios subían 24 horas de material cada minuto. Hoy son cerca de 450 horas por minuto.
El negocio se ha vuelto imparable, como también la creciente ola de críticas por la negativa influencia que puede tener parte de su material en los sectores más jóvenes de la población.
La sombra de los escándalos
Aunque muchos celebran la falta de censura y el libre acceso a los videos que se reproducen en la plataforma, otros cuestionan profundamente las implicancias éticas de divulgar contenidos relacionados con pornografía infantil, asesinatos o apología al terrorismo.
En el último año el negocio de Wojcicki se ha visto envuelto en una serie de escándalos por la publicación de contenido cuestionable. Uno de los casos emblemáticos fue el del famoso youtuber estadounidense Logan Paul, quien publicó un video donde se burlaba de un cadáver que colgaba de un árbol en un bosque de Japón.
Las críticas vinieron de la comunidad de usuarios y de los propios anunciantes que no estaban dispuestos a ver asociadas sus marcas con contenidos ofensivos.
La respuesta de la empresa fue dejar al youtuber sin publicidad y revisar algunos proyectos comerciales futuros, pero mantuvo abierto su canal.
El selecto grupo de las poderosas
Como suele ocurrir con las mujeres poderosas en el mundo tecnológico, Wojcicki ha hecho campañas para promover la inserción de más niñas en el mundo digital.
«Codificar es como saber escribir», dice, insistiendo en la necesidad de disminuir la brecha de género que hay en el sector.
Una brecha que se repite a nivel de los más altos cargos de las jerarquías corporativas. Tanto es así, que las directoras ejecutivas de las grandes empresas apenas constituyen un 3%.
Y Wojcicki es parte de ese selecto grupo, como también de la llamada «aristocracia de Silicon Valley», que ha visto emerger a poderosos grupos de empresarios tecnológicos que no solo han construido imperios comerciales de miles de millones de dólares, sino que además, han demostrado una gigantesca influencia social y política por el poder de internet en la sociedad de la información.
Por eso cuando Wojcicki habla, la escuchan.
En Davos, en California, en Wall Street. Y aunque ha tenido fracasos en algunas estrategias comerciales, al cabo de 20 años, sus aciertos le han hecho ganarse un espacio de respeto dentro de los círculos más competitivos del mundo empresarial.
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