Todo iba saliendo tal y como siempre lo había soñado, pero el libreto del día más glorioso de la carrera de la japonesa Naomi Osaka cambió radicalmente con el arrebato de furia que tuvo Serena Williams durante la final del Abierto de Estados Unidos.
Millones de personas, entre ellas las 24.000 personas presentes en el estadio Arthur Ashe, vieron a quien es considerada la mejor tenista de la historia llamar «ladrón y mentiroso» al árbitro portugués Carlos Ramos.
Ese momento fue una prueba de fuego para la joven tenista japonesa de 20 años, quien pese al ambiente enrarecido y con el público en su contra mantuvo la calma para completar un extraordinario triunfo sobre su ídolo de la infancia.
Pero en lugar de dar muestras de júbilo por lo que había conseguido, Osaka se vio forzada a escuchar un coro de abucheos mientras recibía el trofeo del primer Grand Slam de su carrera, y trataba de esconder las lágrimas.
«Siento que haya tenido que terminar así», lamentó la tenista japonesa.
El triunfo de Osaka acaparó las portadas en la prensa japonesa
«Siempre había sido mi sueño jugar contra Serena Williams en una final del Abierto de Estados Unidos y estoy muy contenta de haberlo podido hacer».
Williams pidió calma al público e instó a sus aficionados que le «dieran crédito» a lo que acaba de hacer Osaka.
Fue lo menos que ella podía hacer después de que su comportamiento le había quitado brillo a la consagración de la nueva sensación del tenis.
Perfeccionista y tímida
Osaka, quien es fruto del «romance prohibido» entre un padre haitiano y una madre japonesa, compite representando el país en el que nació pese a haber vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos.
Este año irrumpió en el circuito femenino con el primer título de su carrera en Indian Wells, preámbulo de lo que ocurrió este fin de semana.
Esos triunfos le han servido para exponer un problema que ha tenido que enfrentar a raíz de sus orígenes, el de los prejuicios y estereotipos.
Japón es un país que tiene problemas con la diversidad, como lo reflejó un informe comisionado en 2016 por el Ministerio de Justicia, en el que se detalla que un tercio de los residentes extranjeros en el país afirman haber experimentado comentarios despectivos y 40% habla de discriminación.
La relación entre Leonard y Tamaki (en el centro), los padres de Naomi, fue calificada como una «vergüenza» por el padre de ella
Esa situación la sufrió Ariana Miyamoto, la modelo que se convirtió en Miss Japón en 2015 y fue víctima de racismo por una parte de la población en su país.
Ellos criticaban que ella «no tenía una cara verdaderamente japonesa».
Pero el trato a Osaka ha sido algo diferente, pese a ser negra y japonesa como Miyamoto.
La tenista ha sido acogida por la sociedad japonesa, con aficionados apoyándola en sus partidos en el circuito y acuerdos de patrocinio con compañías de su país.
Las autoridades deportivas se frotan las manos al contar con una seria candidata a las medallas de cara a las Olimpiadas de Tokio en 2020.
Su triunfo en Estados Unidos tuvo una gran repercusión en Japón, más allá que algunos todavía encuentran difícil hablar de ella como una «jugadora japonesa».
La aficionada vence a su ídolo: Osaka también le ganó a Serena Williams en el Abierto de Miami este año
«Yo no me siento necesariamente como estadounidense y puedo entender y hablar japonés cuando quiero», explicó Osaka en una entrevista con el periódico New York Times el mes pasado.
Aunque no lo hace en público debido a su timidez, asegura que «crecí rodeada de la cultura japonesa y haitiana».
«Vergüenza»
Sin embargo, esa mezcla no fue aceptada en un principio por la familia de su madre, Tamaki, quien compartió una serie de imágenes en sus redes sociales el pasado 12 de junio conmemorando el día en el que la Corte Suprema de Estados Unidos abolió en 1967 la ley que prohibía el matrimonio interracial en 16 estados del país.
Una de ellas fue una foto con su marido, Leonard, con una frase recordando como su relación con un hombre negro fue considerada como una «vergüenza» por su familia.
De origen similar al de Osaka, Ariana Miyamoto creció en Japón y ha sufrido durante su vida de muchos prejuicios, incluso después de convertirse en Miss Japón en 2015
Esa fue la razón por la que Tamaki y Leonard se mudaron del pueblo costero donde vivía su familia a Osaka, donde nació Naomi.
Durante más de una década no hubo contacto con sus familiares y cuando finalmente la conoció su abuelo, con ella 11 años de edad, tampoco vio con buenos ojos su dedicación al tenis, un «pasatiempo», según dijo.
Pero su percepción ha ido cambiando con el paso del tiempo y ahora ofrece entrevistas para resaltar las «raíces japonesas» de su nieta.
Origen que tras convertirse en la primera tenista de su país en ganar un título de Gran Slam es ahora motivo de orgullo en ese país.
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