Efectivos de la policía de Nicaragua se presentaron el domingo en casa de Humberto Ortega Saavedra, hermano del presidente de Nicaragua y exjefe del ejército de ese país.
Según reportó el diario La Prensa, los agentes de la Policía Nacional que acudieron le advirtieron que a partir de ese momento tendría que reportar todo movimiento que hiciera.
Este martes, la policía informó en un comunicado que el general en retiro de 77 años quedaba al cuidado de una «Unidad de Atención Médica Especializada» instalada en su domicilio, lo que medios en el exilio nicaragüense creen que es un eufemismo que encubre una medida de arresto domiciliario.
BBC Mundo solicitó información al gobierno de Nicaragua, pero no obtuvo respuesta.
La noticia llegó pocos días después de que Ortega Saavedra diera una entrevista al portal Infobae en la que lanzó inusuales críticas al gobierno que encabezan su hermano y su cuñada, la vicepresidenta Rosario Murillo.
En ella calificaba como «dictatorial» al régimen actual y cuestionaba los planes atribuidos a la pareja presidencial de designar como sucesor a Laureano Ortega Murillo, el hijo de ambos.
«Cuando hay un poder de tipo autoritario, dictatorial como el actual, que depende muchísimo de la figura de un líder que ejerce la Presidencia, ante la ausencia de este, es muy difícil que haya una continuidad del grupo de poder inmediato», dijo.
Cuando le preguntaron si una eventual falta de Ortega podría dar lugar a una «sucesión dinástica», respondió que los dirigentes sandinistas actuales «están ahí, no por una mística, sino por estar ahí como funcionarios, muchos queriendo hacer bien, pero más que todo, teniendo beneficios de esa participación gubernamental y política.
«Si falta Daniel Ortega, para mí, Humberto Ortega, no hay posibilidad de que nadie de ese grupo de poder pueda ejercer la influencia frente a un proceso».
Nicaragua, un país de apenas 7 millones de habitantes, se ha convertido en foco de atención mundial.
El gobierno de Daniel Ortega deportó el año pasado a Estados Unidos a 222 opositores que mantenía en prisión.
Al considerarlos «traidores a la patria», las autoridades nicaragüenses despojaron de su nacionalidad a estos disidentes y más tarde a otros 96, y anunciaron la confiscación de sus bienes.
A eso se suma la represión de las protestas de 2018, lo que ha llevado a organismos internacionales a condenar como autoritario al gobierno de Ortega.
Ortega está en su quinto mandato de 5 años como presidente —y cuarto consecutivo— tras ganar las elecciones de 2021, cuestionadas por la mayoría de la comunidad internacional y antes de la cual fueron detenidos muchos de los opositores que quisieron enfrentar a Ortega.
Un histórico de la revolución sandinista
Humberto Ortega fue junto a su hermano Daniel uno de los líderes de la insurrección del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que derrocó el gobierno autoritario de la familia Somoza y acabó haciéndose con el poder en Nicaragua en 1979.
Los sandinistas estaban divididos en diferentes facciones, y Humberto y su hermano pertenecían a la que propugnaba forjar alianzas entre los rebeldes izquierdistas del FSLN y los sectores de la élite tradicional nicaragüense descontentos con el régimen de los Somoza.
«Su opción fue la que terminó imponiéndose y eso les dio a Daniel y a Humberto una posición preponderante entre los comandantes sandinistas», le explica a BBC Mundo el analista y activista opositor nicaragüense Félix Maradiaga.
Ya con un gobierno sandinista, Humberto alcanzó el cargo de ministro de Defensa, que ejerció durante la primera presidencia de su hermano Daniel, entre 1985 y 1990.
Como ministro, dirigió la creación del ejército oficial sandinista y la resistencia frente a la contrainsurgencia apoyada por Estados Unidos.
Humberto conservó sorprendemente el cargo tras la derrota electoral de Daniel Ortega y la llegada a la presidencia de Violeta Chamorro en 1990.
Aconsejada por el ministro de mayor peso en su gobierno, Antonio Lacayo, Chamorro decidió mantenerlo en un ministerio que debía pilotar todo el proceso de desarme y la transición de un ejército sandinista a uno despolitizado y nacional.
«Lacayo pensó que mantener a Humberto Ortega como responsable del ejército aseguraría un pacto de transición y la paz en Nicaragua en un momento muy tenso, ya que, tras años de guerra, había que disminuir el tamaño del ejército y erradicar a la contra», cuenta Maradiaga.
«Para unos fue un movimiento brillante, un gesto muy generoso de Violeta Chamorro para evitar una nueva guerra civil; para otros, un desacierto que permitió que el movimiento político sandinista mantuviera su influencia dentro del ejército».
En 1995 dejó definitivamente sus responsabilidades políticas y militares y comenzó una nueva vida como escritor y como empresario.
Un «intelectual», no un opositor
Humberto Ortega empezó entonces a cultivar un perfil intelectual, alimentado por la publicación de libros como «La epopeya de la insurrección».
En ellos aboga por la consecución de acuerdos nacionales que permitan superar la división tradicional entre derecha e izquierda.
Sus intentos de presentarse como una voz de la conciencia nacional se vieron ensombrecidos por informaciones que sembraban dudas sobre el origen de su fortuna.
Aunque nunca antes lo había criticado tan abiertamente como en su reciente entrevista con Infobae, se había venido distanciando de su hermano Daniel, muy cuestionado dentro y fuera de Nicaragua por quienes denuncian un creciente autoritarismo de su gobierno.
En 2021 reclamó la liberación de los dirigentes y activistas opositores encarcelados meses antes de las elecciones celebradas en Nicaragua en noviembre de ese año.
La sucesión
«No conocemos exactamente las razones, pero podemos especular que los comentarios de Humberto obedecen a una lucha de poder dentro de la familia Ortega Murillo», supone Maradiaga
El estado de salud del presidente Ortega, de 78 años, y su eventual sucesión en el poder son uno de los temas que dominan la agenda en Nicaragua desde hace varios años.
El mandatario estuvo varias semanas sin aparecer en público en 2020, lo que alimentó las especulaciones.
Su vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo, es vista como la figura más poderosa de su gobierno y quien llevaría las riendas si su marido llega a faltar.
«Humberto formó su propio grupo entre los sandinistas históricos y Rosario Murillo los ha venido desplazando al colocar a dirigentes más jóvenes en los puestos claves, hasta el punto de que algunos de los más veteranos han terminado pasando a la oposición», indica Maradiaga.
«Puede que haya querido intentar ponerle difícil una transición a Rosario Murillo al recordar que los sandinistas históricos de su grupo no la apoyarán».
De ser así, sería un mensaje también para Laureano Ortega Murillo, el hijo de la pareja presidencial al que en los últimos años diversos observadores de la realidad nicaragüense han identificado como potencial sucesor en el poder.
Aunque durante años se dedicó a su faceta de cantante de ópera, Ortega Murillo ha ganado peso dentro del gobierno desde que en 2012 fue nombrado asesor presidencial para Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional de la Presidencia de la República y quedó al frente de ProNicaragua, una agencia que se encarga de atraer inversión extranjera al país.
Después ha asumido otras responsabilidades oficiales y se le ha visto en encuentros de alto perfil con dignatarios rusos y chinos, lo que se ha interpretado como indicio de su cada vez mayor peso político.
Mientras, su tío Humberto permanece en casa bajo cuidado médico, según informó la Policía.
«Se ha instalado una unidad de atención médica especializada para cuidar las dolencias que han aquejado y aquejan al general Ortega», dijo la policía.