Para un presidente como Donald Trump, que reivindica el lema «nunca te rindas», la marcha atrás en su política de separar familias inmigrantes detenidas en la frontera de Estados Unidos supone una concesión especial.
Arrinconado políticamente por la indignación generalizada que causó el apartamiento forzoso de miles de padres e hijos, Trump firmó este miércoles una orden ejecutiva para acabar con ese proceder que hasta un día antes calificaba como inevitable.
«Se trata de mantener a las familias juntas mientras nos aseguramos de tener una frontera fuerte», sostuvo el mandatario al anunciar la decisión en la Casa Blanca.
Trump procuró limitar el alcance de su reculada, advirtiendo que mantiene la »tolerancia cero» que implica procesar penalmente a inmigrantes adultos que cruzan sin papeles la frontera con México, en su mayoría latinoamericanos.
Pero en lugar de separarlos de sus hijos mientras se procesan sus juicios —como hizo en las últimas semanas alejando unos 2.300 de sus padres—, el gobierno buscará mantener a las familias juntas indefinidamente.
El cambio ocurre ante un creciente clamor por imágenes y audios de niños llorando durante arrestos fronterizos o en centros de detención, con cuestionamientos políticos o morales desde el exterior y nacinoales, incluso de aliados de Trump.
La foto de esta niña hondureña se convirtió en un símbolo de los menores inmigrantes en Estados Unidos (Foto de John Moore/Getty Images)
«Esto tiene la apariencia de un giro dramático, pero el gobierno de Trump se encontraba en su situación más difícil políticamente», dice Mark Peterson, profesor de ciencia política y derecho en la Universidad de California en Los Angeles, a BBC Mundo.
Pero nada indica que el presidente haya logrado desactivar por completo esta crisis: de hecho, ni siquiera estipuló que las familias ya separadas puedan volver a unirse de inmediato.
«El tema equivocado»
Desde el inicio mismo de su mandato, Trump marcó como una prioridad el combate a la inmigración indocumentada, con una retórica agresiva que le ha valido acusaciones de xenofobia y racismo.
Pero recién en las últimas semanas su gobierno impulsó a rajatabla la «tolerancia cero» que generó la separación de familias inmigrantes en la frontera.
El objetivo de esta política es detener un aumento en los cruces fronterizos que ha enfurecido a Trump, quien hasta esta semana justificaba la política de separación de familias.
«No quiero que quiten a los niños de los padres. Y cuando procesas a los padres por venir ilegalmente, algo que debe hacerse, tienes que sacar a los niños», dijo el mandatario el martes.
Pero esta política generó un rechazo importante de opositores, activistas y miembros del Partido Republicano de Trump, así como de todas las ex primeras damas vivas en EE UU y grupos religiosos, incluyendo algunos que componen la base electoral del presidente.
Trump acusaba falsamente a la oposición demócrata de ser responsable por las separaciones familiares, por negarse a aprobar las leyes migratorias que él reclama.
Sin embargo, su orden ejecutiva de este martes demuestra que él mismo puede definir cómo trata a los inmigrantes sin papeles.
Trump es acusado por la oposición de haber utilizado a los niños inmigrantes para presionar al Congreso.
Y los analistas creen que, con esta crisis, el presidente perdió capital político y credibilidad para liderar el debate migratorio, aún entre congresistas republicanos que enfrentan una difícil elección de mitad de período en noviembre.
«Esto es el tema equivocado para ellos, lo último que quieren defender. No van a buscar el liderazgo (de Trump) o su dirección en política migratoria ahora», anticipa Peterson.
«Creando incendios»
Simultáneamente, la medida adoptada por Trump este miércoles dejó varias dudas abiertas.
Para empezar, funcionarios del gobierno han descartado que la orden ejecutiva permita un pronto reencuentro de las familias que ya fueron separadas, y su futuro dependería de los procesos legales abiertos a los adultos.
Con motivo del Día Internacional del Refugiado, activistas se manifestaron frente a la Torre Trump de Nueva York (Foto: Getty Images)
Por otro lado, el gobierno está impedido legalmente de mantener a menores en centros de detención familiares por más de 20 días.
Trump quiere mantener a las familias detenidas juntas por tiempo indeterminado, pero si eso significa más de 20 días requeriría entonces de una autorización judicial.
¿Qué pasaría con los menores si esa autorización es rechazada? ¿Serían separados de sus padres de todos modos?
La orden ejecutiva de Trump dice que mantendrá a las familias inmigrantes unidas conforme a los «recursos disponibles». El gobierno prevé buscar o crear instalaciones para eso.
Pero, ¿qué pasará con las familias mientras tanto?
La Casa Blanca evitó despejar estas dudas de inmediato y la inquietud ganó a activistas como Clarissa Martínez, vicepresidenta adjunta de UnidosUs (antiguo Consejo Nacional de la Raza, la mayor organización defensora de los latinos en EE UU).
«La preocupación es que ahora pasen de encarcelar a niños y sus padres por separado a encarcelarlos (juntos) indefinidamente. Aquí sigue siendo la misma pregunta: ¿qué objetivo hay?, ¿tener un sistema migratorio ordenado o encarcelar a los inmigrantes?», dice Martínez a BBC Mundo.
Y prevé demandas legales en varios frentes contra el gobierno.
«Están creando incendios y quieren que les den un premio cuando los tratan de apagar a medias, o cuando se mueven de ese incendio a comenzar otro», sostiene. «Eso es lo que estamos viendo aquí».
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