Hace tan solo 7 años, la petrolera estadounidense ExxonMobil era la reina del mercado, la compañía más grande de Estados Unidos.
Su capitalización era superior a la de Apple, pese a su enorme éxito ya, o incluso a la de compañías tan asentadas y presentes en la vida de los estadounidenses como Walmart o Microsoft.
La historia de ExxonMobil es la de un verdadero mastodonte empresarial, que comenzó cuando John D. Rockefeller y sus socios formaron la Standard Oil Company en 1870.
Durante años registró beneficios récord, empleaba casi a 100.000 personas y extraía petróleo en docenas de países.
Su época dorada duró décadas y como tal, cotizó durante casi un siglo en el índice más top de todos los mercados: el Dow Jones Industrial Average. El más selectivo.
Solo participan en él las 30 compañías industriales más importantes y representativas de la primera economía del mundo.
Pero en 2013 las cosas empezaron a cambiar y hoy ExxonMobil encarna como nadie el auge y caída de la industria del petróleo en los últimos años.
Sus acciones ha retrocedido desde los US$103 de julio de 2014 a tan solo US$34 este mismo mes.
La multinacional ha perdido aproximadamente un 67% de su valor en bolsa. Una sangría para sus inversores.
Ni siquiera en la Gran Crisis Financiera de 2008 su cotización llegó tan abajo.
Tanto es así que a principios de septiembre fue expulsada del Dow Jones, un evento que dice mucho sobre el ocaso que vive está empresa.
Exxon había pertenecido a este exclusivo club durante casi un siglo.
Y recientemente, por primera vez en más de tres décadas, la petrolera registró pérdidas trimestrales.
Hay que remontarse a 1988 para encontrar números rojos en el beneficio de la compañía.
Varios factores
Los analistas citan varios factores, no solo el más obvio como puede ser la caída del precio del petróleo, para justificar este descalabro.
Es cierto, dicen, que la tecnología del «shale gas» procedente del «fraking» ha permitido inundar el mercado con petróleo barato durante años.
Pero recientemente la sobredemanda ha vivido un nuevo capítulo con la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita, dos de los principales productores del mundo, justo cuando parecía que la cotización volvía a recuperarse.
Entre 2018 y 2019 el barril de petróleo volvió al entorno de los US$65-70.
Y entonces llegó la pandemia de covid-19 provocando un colapso histórico en los precios.
Solo el crudo que consumen las aerolíneas supone el 10% de la demanda mundial.
Diversas estimaciones afirman que el consumo global está al 80% de los niveles normales.
«A corto plazo, estas compañías se han enfrentado a un doble golpe provocado por la menor demanda y por la caída de los precios. Además, las condiciones del mercado han reducido los márgenes de beneficio de la refinación, la petroquímica y los combustibles», afirma Marlen Shokhitbayev, analista de Scope Ratings.
«La demanda tardará años en recuperarse por completo», afirma Mona Mahajan, estratega de inversión de renta variable americana de la firma Allianz Global Investors.
Pero además de la demanda y el covid, a largo plazo el cambio climático está jugando un papel muy importante en la industria a la que pertenece Exxon.
El sector de la energía lleva años buscando estrategias para dar más peso en el negocio a las energías renovables de forma que puedan recortarse el volumen de emisiones de dióxido de carbono producido por la quema de combustibles fósiles.
Y si durante año la energía solar y eólica acaparaban la discusión, en la última década ha empezado a hablarse de otras tecnologías en auge como el uso de hidrógeno, la captura de carbono o los biocombustibles.
Transición en Europa vs Estados Unidos
«Estamos en medio de una transición energética que supone pasar de combustibles fósiles a energías renovables», explicó a BBC Mundo Mark Lacey, el responsable de materias primas de Schroders.
«La cuestión es que en Europa las compañías como Royal Duch Shell, BP, Total, Eni y Repsol han invertido parte de sus recursos en expandirse hacia una producción de energía que relegue a segundo plano esos combustibles fósiles», dice.
Sin embargo, las dos grandes petroleras de Estados Unidos, ExxonMobil y Chevron, han continuado el mismo camino que hace unos años.
«Han sido extremadamente lentas en dar pasos hacia esta transición energética y han continuado con el negocio tradicional de extracción de petróleo y gas. Están muy retrasadas con respecto a sus homologas europeas», dice el analista.
Esto se debe probablemente a que la presión en Europa para cambiar el modelo de negocio y desarrollar las energías renovables ha sido mayor que en Estados Unidos.
«Y esto es lo que ha llevado a los inversores a cambiar su visión a futuro sobre la compañía y a deshacerse de sus posiciones en la cotización», añade Lacey.
El mercado está premiando a las compañías petroleras que están gestionando de forma más eficaz la transición.
Y en ese grupo no está ExxonMobile.
Era digital
Pero si miramos atrás, no solo el futuro nos trae una pista de lo que le pasa a Exxon.
El pasado también arroja luz sobre su pérdida de protagonismo en la economía estadounidense.
La década de 2010 trajo cambios en las industrias.
Los avances, las mejoras y la adaptación a los cambios provocaron que algunas compañías desaparecieran y otras hayan despegado definitivamente.
Sin ir muy lejos, la compañía canadiense BlackBerry es un ejemplo de esto.
Durante años el fabricante de celulares fue pionero en diseño y ventas. Pero, la llegada de las pantallas táctiles y del iPhone al mercado fueron robándole protagonismo.
Blackberry no supo adaptarse a las nuevas necesidades de sus clientes y sus acciones cayeron un 80% en 2011.
Tanto es así que en 2016 dejó de fabricar los teléfonos inteligentes.
Cómo ha cambiado la economía estadounidense
A Exxon la ha sustituido en el Dow Jones la empresa Salesforce una compañía de software en la nube, lo que revela el cambio de ciclo que vive Estados Unidos.
Las petroleras han ido perdiendo peso en la economía para dejar paso a otros negocios más innovadores.
«La eliminación de Exxon del Dow Jones es un momento histórico para el sector petrolero y un reflejo de la preferencia de los inversores hacia las nuevas tecnologías renovables», afirma Tal Lomnitzer, del equipo de Global Natural Resources de Janus Henderson.
Exxon parece ser una compañía que se ha adaptado poco a los cambios en un sector que necesita transformar su modelo de negocio.
«En el S&P 500 el sector del petróleo y el gas tenían un peso del 12% en 2012 pero hoy en día suponen menos del 3% del índice de las 500 mayores empresas de Estados Unidos», recuerda Lacey.
Todos consumimos energía, pero en el futuro será una energía de una procedencia distinta.
El reto para Exxon y para el sector será el de dejar de ser compañías de gas y petróleo para pasar a ser compañías de energía.