La muerte del presidente iraní, Ebrahim Raisi, en un accidente de helicóptero, allana el camino para la celebración de nuevas elecciones presidenciales en el país.
No se espera, sin embargo, que la desaparición del clérigo de línea dura, que ocupaba el cargo desde 2021, afecte a la dirección política de Irán ni sacuda a la República Islámica de forma significativa, ya que el poder recae en última instancia en el líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei..
Pero sí pondrá a prueba un sistema en el que la línea más dura de la ya de por sí conservadora dirigencia iraní domina, actualmente, todas las ramas del poder, tanto electas como no electas.
La constitución iraní establece de forma clara qué hacer en caso de que el presidente sea incapaz de desempeñar sus funciones debido a una enfermedad, muerte o juicio político y destitución por parte del parlamento.
Tras la muerte de Raisi, el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, ha nombrado al hasta ahora primer vicepresidente Mohammad Mokhber para dirigir los asuntos del país.
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En el accidente falleció asimismo el ministro de Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, que también deberá ser reemplazado.
Mokhber organizará, junto con los jefes del parlamento y del poder judicial, nuevas elecciones presidenciales, que deberán celebrarse en un plazo de 50 días.
Los últimos comicios fueron polémicos, ya que se prohibió postularse a todos los los rivales serios del presidente, despejando el camino para que Raisi asumiera el cargo.
No obstante, la participación fue escasa, ya que la que una mayoría boicoteó la cita al considerar que se trataba de unas elecciones amañadas.
Tampoco se espera que la muerte de Raisi provoque cambios en la política regional.
“Hezbolá, principal aliado de Irán en Líbano, ha expresado sus condolencias, pero su senda de apoyo a Irán no se verá interrumpida», analiza Lina Sinjab, corresponsal de la BBC en Medio Oriente.
Tanto Raisi como su sucesor interino, Mokhtar, proceden de la línea dura y son considerados cercanos a Jamenei, quien dicta la política exterior del país, por lo que es poco probable que se produzca un giro de timón.
Quién ostenta el poder en Irán
La figura más poderosa de Irán es el ayatolá Alí Jamenei, líder supremo del país desde 1989.
Jamenei, que tiene 85 años y cuya salud ha sido foco de gran interés, es el jefe del Estado y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Tiene autoridad sobre la Policía Nacional y la Policía de la Moral.
El ayatolá también controla el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), encargado de la seguridad interna del país, y de su ala de voluntarios, la Fuerza de Resistencia Basij. Los Basij han reprimido repetidamente la disidencia en Irán.
El presidente, en cambio, es el máximo responsable electo y el segundo en rango tras el líder supremo. Es responsable de la gestión diaria del gobierno y tiene una gran influencia en la política interior y los asuntos exteriores.
Sin embargo, sus poderes están relativamente limitados, especialmente en materia de seguridad.
Aunque el ministerio del Interior, bajo control del presidente, formalmente dirige el cuerpo de policía nacional, su comandante es nombrado por el líder supremo y responde directamente ante él. Lo mismo ocurre con el comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria y del Basij.
Los poderes del mandatario también pueden ser controlados por el Parlamento, órgano encargado de dictar las leyes. A su vez, el Consejo de Guardianes -en el que se encuentran estrechos aliados del líder supremo- tiene la potestad de aprobar las nuevas leyes y de vetarlas.
Qué puede ocurrir ahora
Tras el fallecimiento de Ebrahim Raisi, la maquinaria para sustituirlo se ha puesto en marcha.
«El sistema hará un gran espectáculo de su muerte y seguirá los procedimientos constitucionales para mostrar funcionalidad, mientras busca un nuevo recluta que pueda mantener la unidad conservadora y la lealtad a Jamenei», explicó a la BBC Sanam Vakil, directora del programa de Medio Oriente y Norte de África de Chatham House.
Raisi fue acusado durante su época de fiscal de desempeñar un papel decisivo en la ejecución masiva de presos políticos en los años 1980, algo que él negó. Sus opositores ahora esperan que el término de su gobierno acelere el fin de este régimen.
Para los conservadores gobernantes de Irán, el funeral de Estado será una ocasión cargada de emociones; también será una oportunidad para empezar a enviar sus señales de continuidad, analiza la corresponsal jefe de la BBC, Lyse Doucet.
Además de la presidencia, Raisi también ocupaba un puesto en la conocida como Asamblea de Expertos, el organismo que tiene la facultad de elegir al nuevo líder supremo el día que llegue esa transición, que será mucho más trascendental para el país.
«Raisi era un sucesor potencial porque, al igual que el propio Jamenei cuando se convirtió en líder supremo, era relativamente joven, muy leal, un ideólogo comprometido con el sistema cuyo nombre era reconocido», valora Vakil sobre este opaco proceso de selección, en el que se cree que hay varios nombres en liza, entre ellos el del hijo del líder supremo, Mojtaba Jamenei.
El propio líder supremo, antes incluso de que se conformara de forma oficial la muerte de Raisi, intentó calmar los ánimos con una publicación en X (antiguo Twitter) en la que insistió en que “el pueblo iraní no debería preocuparse, no se producirá una interrupción en los asuntos del país”.
El desafío político más inmediato será la celebración de elecciones presidenciales anticipadas, mientras que Mohammad Mokhber ocupa de forma interina el puesto.
Este llamamiento a las urnas tendrá lugar pocos meses después de que las elecciones parlamentarias que se celebraron en marzo, en las que se batió un nuevo récord de baja participación en una país que en su día se enorgullecía del entusiasmo que los iraníes demostraban en los comicios, argumenta Lyse Doucet.
Tanto en las elecciones de marzo como las de 2021 que llevaron a Raisi a la presidencia estuvieron, no obstante, marcadas por la exclusión sistemática por parte del organismo de supervisión de rivales moderados y partidarios de aplicar reformas en el país.
“Las elecciones presidenciales anticipadas podrían brindar a Jamenei y a las altas esferas del Estado la oportunidad de revertir esa trayectoria y dar a los votantes un camino de regreso al proceso político”, sostiene Mohammad Ali Shabani, editor del sitio web de noticias Amwaj.media, que habló con la BBC.
«Pero, lamentablemente, hasta ahora no hemos visto indicios de que el Estado esté preparado y dispuesto a dar ese paso», agrega.
Para estos próximos comicios no parece haber un sucesor obvio, ni siquiera dentro de las filas de Raisi.
«Hay diferentes bandos dentro de este grupo conservador, incluidos individuos que son más duros y otros considerados más pragmáticos», analiza para la BBC Hamidreza Azizi, miembro visitante del SWP, un grupo de expertos con sede en Berlín.
Esto intensificará, según el investigador, la actual competencia por ocupar posiciones dentro del nuevo parlamento y a nivel local.
Pero lo más probable es que las próximas elecciones presidenciales sean poco emocionantes, argumenta Parham Ghobadi, reportero sénior del servicio persa de la BBC.
Dado que Irán necesita un nuevo presidente en 50 días, “es probable que se repita el mismo escenario de 2021, donde un solo hombre de línea dura, leal al líder supremo, estará calificado para postularse y ganar en unas elecciones aburridas”, sospecha Ghobadi.
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