«Nuestro país debe condenar con una sola voz el racismo, la intolerancia y el supremacismo blanco».
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respondió el lunes con un discurso al tiroteo que el pasado sábado dejó al menos 22 muertos y más de 20 heridos en El Paso, Texas.
Habló de las enfermedades mentales, de la violencia que emana de los videojuegos e incluso sobre la responsabilidad de los medios en la polarización que divide al país.
Pero dos palabras tuvieron un eco especial, sobre todo por haber sido pronunciadas por Trump en el marco de un evento de extrema violencia: supremacismo blanco.
«Terrorismo doméstico»
Pese a ser un fenómeno que se repite una y otra vez en Estados Unidos para el que no parece haber una solución cercana, cada tiroteo colectivo tiene unas características particulares.
En El Paso, donde un joven de 21 años mató al menos a 22 personas y dejó múltiples heridos en un Walmart, las fuerzas de seguridad no han dudado en hablar de un caso de «terrorismo doméstico».
La policía cree que el sospechoso, el joven de raza blanca Patrick Crusius, manejó cientos de kilómetros a través del estado de Texas hasta llegar a la ciudad fronteriza de El Paso, de mayoría latina, donde perpetró el ataque.
A Crusius se le atribuye la autoría de un documento difundido en internet unos minutos antes del tiroteo en el que decía que el ataque era «una respuesta a la invasión latina de Texas».
En un comunicado, el Buró Federal de Investigaciones estadounidense (FBI, por sus siglas en inglés) dijo que el ataque «pone de manifiesto la continua amenaza que suponen los extremistas domésticos violentos».
El mes pasado, el FBI admitió que este tipo de violencia está en aumento en Estados Unidos y que la mayor parte está motivada por alguna forma de ideología supremacista blanca.
Organizaciones como el Centro Legal para la Pobreza Sureña (SPLC, por sus siglas en inglés) o la Liga Antidifamación alertan sobre el auge de estos grupos.
«En 2018, todas las personas detenidas por terrorismo doméstico en Estados Unidos estaban conectadas a ideologías de extrema derecha. Es un problema creciente», le dice a BBC Mundo Heidi Beirich, directora de proyectos del SPLC.
«Está claro que inmigrantes latinos fueron un objetivo directo en el tiroteo de El Paso, pero la inmigración suele estar presente en todos estos ataques.
«Esta idea de que los inmigrantes son invasores que deben ser contraatacados de forma violenta es una premisa básica del supremacismo blanco en general y en Estados Unidos en particular», agrega.
Del otro lado están quienes creen que la cuestión del supremacismo la están exagerando políticos del Partido Demócrata y sus simpatizantes para ganar votos.
El presentador del canal conservador Fox News Tucker Carlson dijo este martes que el supremacismo blanco «no es un problema real en Estados Unidos».
Y añadió: «Es un engaño, como lo de Rusia. Es una teoría de la conspiración utilizada para dividir al país y controlar al poder».
El debate en torno al supremacismo blanco está así de plena actualidad en Estados Unidos, pero su origen se remonta a hace más de 150 años.
Relación con la esclavitud
Es difícil determinar la fecha exacta en la que surgió el supremacismo blanco en Estados Unidos, pero su nacimiento se asocia con la caída de los estados de la Confederación y la creación del Ku Klux Klan en 1865.
Entre los siglos XVI y XIX, las colonias europeas que dominaban el continente americano organizaron el comercio de esclavos que, en el caso de lo que hoy conocemos como Estados Unidos, fueron vitales para impulsar la economía.
En 1865 la derrota de los estados de la Confederación en la guerra de Secesión y el Decreto de Reconstrucción, que liberaba a esclavos y les otorgaba ciertos derechos políticos a los ciudadanos afroestadounidenses, acabó con el negocio del que se habían beneficiado los sureños.
Este panorama no fue bien recibido por los estados de la antigua Confederación.
Una noche de diciembre de 1865, seis jóvenes veteranos confederados se reunieron en Pulaski, Tennessee, para crear un club social secreto.
Así nació el Ku Klux Klan (KKK), cuyo nombre procede de la palabra griega kuklos, de la que derivan círculo y ciclo.
Cubiertos con sábanas y capuchas blancas, aquellos seis jóvenes fueron sumando miembros al grupo, que pronto se convirtió en una gran organización que se dedicó a extender el terror entre los negros.
Hasta nuestros días
El KKK sigue existiendo en la actualidad, aunque se ha ido adaptando a los sucesos históricos.
En una primera etapa, tras su fundación en 1865, el objetivo del KKK era aterrorizar a la población negra para impedir que participara en las elecciones.
Dos años después, el grupo acordó en Nashville, Tennessee, que el credo del KKK sería la supremacía blanca, una filosofía que se basa en la idea de que la raza blanca es genéticamente superior a las demás y que se deben crear sociedades puramente blancas.
El descontrol en el seno del grupo llevó a su desaparición en 1869, para reemerger décadas después en un contexto de crisis económica tras la Primera Guerra Mundial.
William Simmons reavivó el grupo en 1915 y amplió su lista de enemigos a todas las personas que no fueran blancas o que, aun siendo blancas, tuvieran comportamientos «inmorales».
El grupo logró así tener una mayor aceptación social, ya que no apelaba solo a personas racistas, sino también a cristianos preocupados por la acelerada modernización del país.
En los años 30, una serie de escándalos que involucró a miembros del Klan y una multa de unos US$700.000 al grupo por evasión de impuestos aceleraron su caída.
A partir de los años 50, en plena irrupción del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, se dio otro renacer del KKK, que se extendió ya hasta nuestros días.
En esta última etapa el grupo se hizo más violento y dio pie a que se acuñara el término «terrorismo blanco».
Eslogan de las 14 palabras
El objetivo inicial del KKK era luchar para mantener el dominio blanco, pero el grupo tuvo que evolucionar a medida que la realidad política y social fueron cambiando.
El Klan decidió enfocarse en el combate a lo que definió como «genocidio blanco» y adoptó el eslogan de las 14 palabras, que dice así: «Debemos asegurar la existencia de nuestra gente y un futuro para los niños blancos».
El KKK no tiene el monopolio de las ideas supremacistas. En la actualidad, se pueden diferenciar distintos grupos dentro del movimiento de extrema derecha en Estados Unidos:
- supremacistas blancos, que creen que la raza blanca es biológica y culturalmente superior al resto
- nacionalistas blancos, que apoyan la idea de crear sociedades exclusivamente blancas
- neonazis y admiradores de Hitler que sienten un rechazo especial hacia los judíos, las personas no blancas, la comunidad LGTBI y las personas con discapacidades
- facciones que siguen los valores clásicos del KKK
- el movimiento alt right (derecha alternativa), creado en 2008 por Richard Spencer.
Esta última corriente ha ganado mucho peso en los últimos años por considerarse el movimiento intelectual del supremacismo blanco.
Vínculo con matanzas colectivas
Todo esto no ha quedado en el simple campo teórico.
En junio de 2015, Dylann Roof, que expresó afinidad con grupos supremacistas blancos, mató a nueve personas en una iglesia negra en Charleston, Carolina del Sur.
Una mujer murió a tiros en una sinagoga en Poway, California, el pasado 28 de abril mientras que 11 personas murieron en un ataque contra la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh el 27 de octubre del año pasado.
Analistas dicen que los autores de estos crímenes tienen una ideología común de violencia, intolerancia y odio, y que son motivados por personas a las que conocen en comunidades online como 4chan y 8chan, lugares en los que han sido capaces de debatir libremente sobre el nacionalismo blanco y otras formas violentas de racismo.
Por su parte, el SPLC, que contabiliza desde hace más de 20 años el número de grupos de odio en Estados Unidos, registró en 2018 1.020 de estos grupos en el país.
«Es el número más alto jamás contado por nosotros», expone Heidi Beirich. «Es además un 30% más alto que hace cuatro años. Está creciendo muy rápidamente».
¿Qué hacen las autoridades?
Funcionarios del FBI dicen que sus investigaciones están a tono con la creciente amenaza de los grupos supremacistas.
En julio, el director del FBI, Christopher Wray, les dijo a los miembros del comité judicial del Senado de Estados Unidos que los agentes llevaron a cabo decenas de arrestos en casos de terrorismo doméstico en los nueve meses anteriores.
Hay otras voces que disienten de la valoración positiva que hace Wray sobre el trabajo del FBI.
Dicen que, independientemente del número de arrestos realizados en los últimos meses, los agentes del FBI y otras autoridades federales le prestaron menos atención de la debida al extremismo de derecha en Estados Unidos.
Estos críticos consideran que las autoridades federales pusieron demasiado énfasis en identificar a supuestos yihadistas en Estados Unidos y fallaron en su intento de combatir a los grupos supremacistas blancos.
La inversión en el combate a las amenazas de grupos como Al Qaeda y el autodenominado Estado Islámico hizo que otras amenazas recibieran menos financiación.
Mientras tanto, el peligro de los grupos extremistas blancos no hacía más que crecer.
«Las fuerzas de seguridad federales en Estados Unidos dedicaron casi todos sus recursos al combate al terrorismo islamista por los atentados del 11 de septiembre», señala Heidi Beirich, del SPLC.
«Los intentos por parte de organizaciones como la nuestra de decir que el supremacismo blanco conducía también a actos terroristas y que debían actuar fueron básicamente ignorados hasta hace muy poco tiempo.
«Las fuerzas de seguridad están mal equipadas para rastrear la violencia supremacista blanca y lidiar con ella», añade.
Un «estilo de vida»
«El fenómeno de los tiroteos colectivos se ve, tristemente, como parte del estilo de vida estadounidense», indica Daniel Benjamin, coordinador de la lucha antiterrorista en el Departamento de Estado de Estados Unidos entre 2009 y 2012.
«Y por eso no se le ha prestado tanta atención a la ideología detrás de estos ataques».
Benjamin afirma que hay otro elemento que contribuye a esta relativa falta de acción de las autoridades respecto a los grupos supremacistas blancos: un subyacente racismo en Estados Unidos.
«Las fuerzas de seguridad no se activan por una amenaza interna de personas que se parecen a ellos como lo hacen por una amenaza procedente de una ideología extranjera», opina.
«Después de todo, la ideología del supremacismo blanco ha sido un elemento del estilo de vida estadounidense desde mucho antes de la guerra civil.
«Es terrible. Espantoso».
Mike German, exagente encubierto del FBI que ahora está en las filas del Brennan Center de la Universidad de Nueva York, está de acuerdo.
Dice que el FBI no ha tratado a «todos los terroristas por igual» y explica que los agentes se han centrado en «musulmanes y musulmanes-estadounidenses mientras que la letal amenaza que suponen los supremacistas blancos se ha ignorado».
«No hay duda de que los supremacistas blancos y los grupos de extrema derecha matan más que otros grupos», afirma.
Un paisaje cambiante
Algunas de las organizaciones de extrema derecha más poderosas en Estados Unidos ya existían antes del 11 de septiembre de 2001, apunta la periodista de la BBC Tara McKelvey.
Stormfront, uno de los grupos que los analistas describen como una página web de supremacistas blancos, se creó en 1996 y sirvió de inspiración para Dylann Roof, el pistolero de la iglesia negra de Charleston.
Otro sitio, Daily Stormer, está activo desde hace años.
Aun así, hay aspectos novedosos en el panorama actual.
Las comunidades online para extremistas de derecha y nacionalistas blancos han crecido en popularidad y fuerza, y el tiempo de radicalización para los nuevos conversos es cada vez más corto, señala McKelvey.
«El intervalo de tiempo desde el momento en que alguien es expuesto por primera vez a una ideología hasta que lleva a cabo un ataque real ha disminuido radicalmente», le dice a la BBC John Farmer, ex fiscal general de Estados Unidos y autor de The Ground Truth: The Untold Story of America Under Attack on 9/11.
El proceso de radicalización solía llevar meses o años. Ahora, dice, «es cuestión de un par de semanas».
Esto hace que a las fuerzas de seguridad federales les sea más difícil desmantelar las tramas violentas y encontrar a los individuos que están planeando un ataque.
Qué pasará ahora
Las autoridades tienen ante así una ardua tarea.
Los ojos están puestos también en Donald Trump.
El presidente ha sido acusado anteriormente de restarle importancia a la amenaza de los grupos de extrema derecha.
Se le ha criticado por incitar el rechazo y la intolerancia hacia las minorías en sus mítines políticos.
Pero Heidi Beirich, del SPLC, es cautelosamente optimista.
«Mi esperanza es que los cambios en redes sociales ayuden», sostiene.
«No son perfectas, pero las empresas tecnológicas están retirando contenido de odio como no lo hacían hace dos años, es un desarrollo importante y cada vez lo harán más sofisticadamente, con lo que habrá menos gente indoctrinada.
«Además, parece que las fuerzas de seguridad entienden la gravedad de la amenaza del supremacismo blanco. Serán más serias sobre este tema, vistos los ataques de los últimos tiempos.
«Quizá puede haber algún cambio en relación con el control de armas. Quizá. No lo sé.
«Y definitivamente ha crecido la conciencia de la gente respecto a la seriedad de esta amenaza», concluye.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!
Apoya a El Nacional