La impaciencia nos puede jugar una mala pasada la noche de las elecciones estadounidenses.
Acostumbrados a que los principales medios de comunicación declaren un ganador entrada la noche o en la madrugada del día siguiente -e incluso a escuchar a alguno de los candidatos reconocer la victoria -, no es de extrañar la expectación de cara a este martes 3 de noviembre.
Pero todos los expertos piden calma: puede que ese día no sepamos el ganador. Es más, puede que durante la noche estemos convencidos de que Donald Trump ha cubierto el mapa de rojo, color republicano; o que Joe Biden ha hecho lo propio con el azul demócrata; pero solo se trate de un «espejismo».
Es una suerte de «confusión» de la que están advirtiendo diversos analistas y periodistas del país, en medio de las campañas de desinformación que han marcado esta campaña.
¿A qué se refieren exactamente?
El concepto hace referencia precisamente a lo que su nombre indica, una realidad que acabe no siéndolo.
En términos electorales: que los resultados que se empiecen a publicar esa noche apunten a la victoria de uno de los candidatos, pero, posteriormente, ya sea en esa misma madrugada o días después, el panorama dé un vuelco.
«Espejismo rojo» (del inglés red mirage), en referencia a una aparente victoria de Trump; o «espejismo azul»(blue mirage), de Biden.
Y es que se espera que estas elecciones se vean grandes cambios en los resultados que vayan publicando algunos estados, aunque no todos, debido a las particularidades del escrutinio, con un alto porcentaje de voto anticipado y por correo, y las diferentes reglas sobre cómo y cuándo llevarlo a cabo.
Algunas claves
- Para ganar la presidencia de EE.UU., no hay que ganar la mayor parte de los votos populares. Hay que conseguir al menos 270 de los 538 votos del colegio electoral.
- Millones de estadounidenses están votando más por correo estas elecciones que la anteriores, lo que puede llevar a que tengamos que esperar días para conocer el resultado final mientras esos sufragios son procesados y contabilizados.
- Debido al aumento sin precedentes del voto por correo, el candidato que parezca liderar la contienda durante la noche puede que no acabe siendo el ganador… Así que cuidado con los resultados preliminares.
«El espejismo rojo (…) radica en el hecho de que con votaciones en 50 estados y el Distrito de Columbia (D.C.), tenemos 51 elecciones ocurriendo al mismo tiempo. Cada lugar tiene sus propias normas y eso afecta a la forma en que se procesan los votos y cómo son contabilizados», explica el analista electoral Geoffrey Skelley, del reconocido portal de sondeos FiveThirtyEight.
La clave, por tanto, está en lo que decide hacer cada territorio: en algunos, los votos depositados en persona el día de las elecciones se contabilizarán antes y esos se espera que favorezcan a Trump, pues las encuestas realizadas reflejan que un mayor número de ciudadanos registrados como republicanos dijeron que votarían el día 3, en persona.
Pero, en otros, el resultado del voto por correo se publicará antes o será incluido en los primeros resultados junto a los votos del día que se vayan escrutando. Y es más probable que esos tiendan a favorecer a Biden, según los datos de las mismas encuestas, que recogieron un mayor interés por esta opción entre votantes registrados como demócratas.
Estados cruciales
Pongamos como ejemplo Florida, con historial de otorgar o arrebatar presidencias y con gran experiencia en el voto por correo.
El territorio del sol empezó a procesar y contabilizar los votos por correo y anticipados antes de las elecciones. No informa del resultado antes de la noche electoral, pero eso le permite adelantar gran parte del trabajo.
Por tanto, según Skelley, cuando Florida cierre las urnas y poco después empiece a publicar resultados, «puede que veamos que a los demócratas les está yendo mejor al principio [espejismo azul] y a los republicanos ganando terreno a medida que avanza la noche debido a los votos de ese día, que tenderán a ser pro-Trump».
La situación puede ser totalmente opuesta en algunas regiones del cinturón de óxido o industrial (del inglés Rust Belt): Pensilvania, Michigan o Wisconsin, los tres estados que se voltearon sorpresivamente en 2016 a favor de Trump y le abrieron las puertas de la Casa Blanca con tan solo unos 80.000 votos.
Este año su papel también podría ser determinante si la carrera está reñida, pero, en este caso, habrá que tener aun más paciencia.
En Pensilvania, por ejemplo, «los funcionarios electorales no pueden empezar a procesar los votos por correo hasta las 7 am del día de las elecciones y por ello hay una gran posibilidad de que gran parte del voto escrutado inicialmente venga de los depositados» en persona el día 3.
Es decir, que en este caso se produzca una especie de «espejismo rojo».
No obstante, hay que tener en cuenta los récords de participación anticipada ya registrados, que pueden agilizar el proceso y hacer que el vuelco «no sea tan marcado como algunos temen», destaca el analista.
«Los niveles de participación anticipada han sido increíbles. Es algo que nunca hemos visto, es complemente insólito en la historia«, subraya por su parte David Becker, director ejecutivo del Centro de Investigación e Innovación Electoral y ex funcionario del Departamento de Justicia.
«Hay estados como Texas que ya están al 90% de la participación que se registró en 2016 (…) y eso ayuda a garantizar que las elecciones se celebren con el menor número de contratiempos posible», precisaba en conversación con BBC Mundo la pasada semana, cuando aún faltaban seis días para las elecciones.
A un día de las elecciones, Texas ya ha superado la participación total de 2016.
En su opinión, el «espejismo rojo» es un concepto absurdo, que cae en el error de asumir que los resultados son oficiales cuando «no lo son»; como si en un partido de tenis, un jugador se declarara ganador tras el primer set.
«Está basado en la idea de que, de alguna forma, alguien podría decir que va por delante con un pequeño porcentaje de los votos escrutados, lo que es ridículo«.
No obstante, las advertencias que se escuchan estos días en el país se pueden explicar en parte por el delicado momento político y social por el que pasa el país, y la amenaza del fraude electoral, agitada por la campaña republicana.
El presidente Trump, que va por detrás de las encuestas, ha alertado en numerosas ocasiones que el voto por correo propicia el fraude, pese a que no hay evidencia de ello, y lleva insistiendo desde hace meses que se deben saber los resultados la noche de las elecciones.
«Debemos saber los resultados de las elecciones la noche de la elección, ¡no días, meses o incluso años después!», señaló en Twitter el pasado mes de julio.
En opinión de Becker, esos tipos de mensajes son dañinos.
«No hay nada que nuestros adversarios quieran más que que los estadounidenses perdamos la confianza en nuestras elecciones y en la democracia (…) Sabemos por décadas de experiencia que el voto por correo es seguro, que el fraude electoral es extremadamente raro en EE UU y ese será el caso este 2020», enfatiza el experto electoral.
«Y si los votantes escuchan a alguien diciendo que no confía en el sistema -por parte de alguna de las campañas, por ejemplo—, probablemente es porque esa campaña piensa que está perdiendo», concluye.