Una periodista le preguntó al presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) si estaba de acuerdo con las declaraciones del ex presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de que «la gente que tiene miedo construye muros», haciendo referencia al presidente Donald Trump.
La pregunta al presidente mexicano fue hecha el pasado 4 de abril durante su conferencia de cada mañana y se refería a la intervención de Obama durante la Cumbre Mundial de Comercio, que se realizó en Sevilla, España.
La respuesta de AMLO fue »Lo que diga mi dedito», mientras agitaba su índice derecho de lado a lado, en señal de un no.
Luego continuó hablando de algo completamente distinto a lo que le preguntaron.
«Vamos a batear, aunque sea teóricamente», dijo, tal vez confesando así su intención de enviar lejos el tema.
«Me gustaría batear en una práctica de béisbol, pero no he podido. Antier fui un ratito al campo de la universidad», continuó.
Las conferencias de prensa pueden seguirse en «streaming» por YouTube | GETTY IMAGES
«Estuve bateando bien, bien. Veía yo en la pelota algunas cositas que no me gustaban y macaneaba yo fuerte, le daba yo en el mero centro. Y así saca uno también, se relaja, es como suspirar profundo, pero bueno, bateo, bateo», relató el mandatario mexicano.
«No es la primera vez»
No es la primera vez que el presidente de México alude al movimiento de su dedo como respuesta para evadir un tema del que no quiere hablar. Lo hacía desde que era el jefe de gobierno de la Ciudad de México entre 2000 y 2005, coinciden los distintos analistas entrevistados por BBC Mundo.
Y AMLO también recurrió al gesto -y la frase- en su campaña electoral, por ejemplo para negar las acusaciones de corrupción en contra de la ex diputada y candidata de Morena Eva Cadena, en abril de 2017; o, en marzo del año siguiente, para negarse a polemizar con el entonces secretario de Gobernación Miguel Osorio Chong.
No es la primera vez que AMLO evade una pregunta diciendo «lo que diga mi dedito» | GOBIERNO DE MÉXICO
El entonces candidato explicó entonces que pensaba recurrir a la estrategia para rehuir a las provocaciones.
«Voy a usar lo que hace como 16 o 18 años usaba yo: lo que diga mi dedito. Si me preguntan ‘¿Te vas a pelear?’ ‘Lo que diga mi dedito’. ‘¿Vas a contestar? Que dijeron que te faltan pantalones’. ‘Lo que diga mi dedito'», adelantó entonces.
«Cuando AMLO hace lo del dedito da una respuesta de negación, pero también de evasión», explica Lorena Umaña, coordinadora de la carrera de Sociología en la UNAM.
Según Umaña, en su discurso el mandatario acostumbra combinar los argumentos racionales y los emocionales.
«El tema del muro, en específico, es uno de los que responde de forma más emotiva, con gesticulaciones, reiteración con el dedo, con dichos o modismos. AMLO evade el tema de las relaciones entre México y Estados Unidos», destaca.
«En otros temas, como la corrupción o el aeropuerto, si utiliza argumentos más racionales», le dice a BBC Mundo.
Según la especialista de análisis de discurso político, el primer tipo de respuesta se relaciona con una búsqueda de empatía, de solidaridad, con sus interlocutores.
Con esto, AMLO, «trata de evadir el conflicto, de mantener una distancia de cordialidad muy cuidadosa», dice Umaña.
Y, con la analogía del béisbol, lo que está diciendo es «no vamos a responder de manera agresiva a esa provocación», asegura.
Por ejemplo, en otra ocasión, tras las amenazas de Trump de cerrar las fronteras, AMLO explicó que no quería adelantarse a esa situación.
«Yo prefiero el amor y paz», dijo entonces.
Polémicas innecesarias
Por otra parte, para Umaña las amenazas de Trump -aunque beligerantes e incómodas para el gobierno de su país vecino- son sobre todo «una estrategia discursiva de campaña».
Las amenazas de Trump más que buscar una confrontación con México, buscan apelar a sus votantes, dice una analista | SCOTT OLSON/GETTY IMAGES
«Más que querer una confrontación con el gobierno mexicano, a poco tiempo de las elecciones, lo que está haciendo es hablarles a su votantes en EE UU», asegura.
En esto último concuerda el vocero de AMLO, Jesús Ramírez, para quien el presidente usa ahora menos frecuentemente la expresión del dedo.
«Tiene que ver con su derecho a no emitir una opinión cuando considera que no es conveniente», dice Ramírez a BBC Mundo.
«Ante las estrategias mediáticas de Trump, que tiene que ver más con una situación interna, se ha preferido no caer en el juego político electoral, no entrar en polémicas innecesarias», asegura Ramírez.
El vocero presidencial advierte que el gobierno de México no estará respondiendo a cada tuit de Trump, pero que tiene una estrategia.
Esta es »mantener una relación estable, con líneas bien planteadas: que tienen que haber un plan y un acuerdo de cooperación para el desarrollo en México y Centroamérica para que haya una solución a largo plazo a la migración», explica.
«Prensa fifí»
El dedito no es, en cualquier caso, la única estrategia de AMLO para evitar hablar de aquello que no le conviene o interesa
Según la especialista en discurso político de la UNAM, el mandatario usa también argumentos de descalificación, como el término «fifí», que «es un recurso evasivo de corte emotivo; un argumento que usa un cliché».
Los adversarios del presidente electo se refieren a sus seguidores como «chairos» | GETTY IMAGES
El primer presidente mexicano de izquierda ha popularizado este término que el diccionario de la Real Academia Española define como «persona presumida y que se ocupa de seguir las modas».
Y además de a las clases altas, AMLO ha calificado a un segmento de la prensa como fifí, con lo que da a entender que no merece una respuesta.
«Existe una prensa fifí, no es una invención. Existe el partido de los fifí, existe el conservadurismo en México y creo que nunca ha desaparecido. No están de acuerdo con nosotros, son nuestros adversarios», dijo en su conferencia del 25 de marzo.
Pero el uso de ese y otros términos despectivos para referirse a los periodistas le ha valido críticas y encontronazos, como el que tuvo el 13 de marzo con un periodista que le mencionó un estudio de Artículo 19, una organización para la defensa de la libertad de expresión, y la Universidad Iteso de Guadalajara.
El estudio asegura que las «declaraciones estigmatizantes (de AMLO) hacia la prensa con calificativos como prensa ‘fifí’ y ‘periodistas chayoteros’ (vendidos) contra cualquier voz crítica de su gobierno, puede legitimar e incentivar ataques en contra de las y los periodistas en lo digital, en lo físico y afecta la pluralidad del debate público».
Y el 26 de marzo, tras asegurar que «jamás vamos a atentar contra la libertad de expresión», el mandatario volvió a decir que «siempre ha existido una prensa conservadora, una prensa fifí. Yo no inventé lo de fifí».
Un periodista le respondió que sí había inventado el término. Pero AMLO explicó entonces fifí se usó para caracterizar los opositores de Francisco I. Madero, un ex presidente revolucionario que él admira.
AMLO recurre frecuentemente a la historia en sus conferencias y menciona a dos expresidentes que admira: Benito Juárez y Francisco I. Madero | EPA/MARIO GUZMAN
«Los fifís fueron los que quemaron la casa de los Madero, los que hicieron una celebración en las calles cuando asesinaron atrozmente a Gustavo Madero. Cuando los militares lo sacrificaron, que es una de las cosas más horrendas y vergonzosas que ha pasado en la historia de nuestro país, salieron los fifís a las calles a celebrarlo y había toda una prensa que apoyaba esas posturas», aseguró.
Y precisamente las »clases de historia» que a veces da en sus conferencias son, para algunos analistas, otra forma de evadir los temas de los que no quiere hablar.
«Afirmaciones no verdaderas»
«AMLO evade hasta un tercio de las preguntas que le hacen sus conferencias, dice que no sabe en ese momento, que no tiene el dato, que luego lo dará», asegura Luis Estrada, director de SPIN, una asesoría de comunicación política que ha seguido las 89 conferencias de prensa que ha dado hasta el 9 de abril.
Y, según el analista, con sus conferencias matutinas no se logran los objetivos que se debería: posicionar los temas o controlar las crisis.
«Generan ruido y dan de que hablar, pero es diferente de poner la agenda. Da la impresión de que está trabajando todos los días desde temprano, pero no es cierto», afirma.
Según la consultoría SPIN en cada conferencia AMLO hace un promedio de 16 «afirmaciones no verdaderas», que van desde falsedades hasta cosas que no se pueden comprobar | SPIN
Según Estrada, y con base en el seguimiento de las conferencias entre el 1 y el 5 de abril, AMLO hizo 80 «afirmaciones no verdaderas», entre las que se encuentran desde promesas que no se puede saber si se cumplirán, hasta datos falsos.
Y el analista también cita un documento obtenido vía el Instituto Nacional de Transparencia que dice que la información que el presidente da en sus conferencias no necesariamente cuenta con un respaldo documental.
«El hecho de que el Presidente de la República comunique a la sociedad, a través de conferencias de prensa, comunicados de prensa o mensaje públicos de diferentes materias de interés público no conlleva a establecer la obligación por parte de la Oficina de la Presidencia de la República a poseer el soporte documental respectivo», se lee en el documento.
El diario El Economista informó que tal respuesta se dio a conocer tras pedir el documento que sustentaba el «plan conjunto para combatir el robo de hidrocarburos en Pemex» que presentó AMLO el 27 de diciembre pasado.
Aprobación de 64%
Sin embargo, la popularidad de AMLO sigue en aumento.
Esto, según el profesor de sociología de la Universidad La Salle Felipe Gaytán, se debe a que gran parte de las personas que votaron por él siguen expectantes de los programas sociales y entrega de recursos que prometió.
Y también porque «ante su discurso moral, que simplifica entre buenos y malos, es difícil que las personas digan estar en contra de cosas como el combate a la corrupción o al robo de gasolina».
Simpatizantes de López Obrador celebrando su victoria en las elecciones el pasado mes de julio | GETTY IMAGES
«La popularidad se sustenta en el qué y por qué de las acciones que se miden en los sondeos y no en el cómo y en las consecuencias», asegura Gaytán.
Y, por lo pronto, según un estudio del Grupo de Economistas y Asociados e Investigaciones Sociales Aplicadas publicado el 27 de marzo, la aprobación a la gestión del presidente aumentó siete puntos porcentuales desde que tomó el poder, pasando de 57% a 64%.
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